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Hidrovía y presidentes

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RICARDO REILLY SALAVERRI
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La Cuenca del Plata, integrada por Brasil, Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay, y el Río de la Plata deben su nombre a que por allí transitaban los españoles cuando la colonia, para explotar las minas de plata del Potosí. Hoy sitas en Bolivia.

Los tratados de límites del Río de la Plata (1973) y del Río Uruguay (1975) son complementarios de la Convención Preliminar de Paz del 27 de agosto de 1828, que diera formalmente nacimiento independiente a nuestra República, sin definir sus límites territoriales. Le siguieron la ley del pabellón que nos identifica -“un trapo” según voceros “progresistas”- y la Jura de la Constitución de 1830. Los tratados fluviales citados -dentro de un concepto simplificado- establecieron franjas de soberanía exclusiva, adyacentes a cada parte en las aguas de dichos ríos correspondientes a la jurisdicción de Argentina y Uruguay, respectivamente. Fijaron, el fin del Río Uruguay -que se inicia al norte en la desembocadura del Río Cuareim- y el comienzo del Río de la Plata, en Punta Gorda, Colonia (Uy.) e islas del Ibicuy, Entre Ríos (Arg.). El Plata termina a su vez en una línea imaginaria que va de Punta del Este (Uy.) a Punta Rasa (Arg.), donde comienza el Océano Atlántico. Allí se ingresa en el Océano Atlántico con estatuto distinto por ser “mar territorial”. Estos ríos están administrados por comisiones binacionales previstas en los tratados.

La Cuenca del Plata tiene hidrografía nutrida. Con puertos y transporte de mercaderías, esencialmente materias primas, abundantes. Lo que nos es próximo, son las aguas que desembocan en el estuario del Plata, los ríos Paraná y Uruguay. La jurisdicción uruguaya sobre el Uruguay se extiende desde el río Cuareim -límite con Brasil- que desemboca en él, hasta el Río de la Plata. El Tratado de Asunción, que proyectó un Mercado Común entre Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay es afín a la Hidrovía.

Hubo diálogo reciente entre el Presidente Lacalle Pou con el Presidente argentino Alberto Fernández para impulsar la navegabilidad del Río Uruguay -de 1.800 km. de largo- hacia el norte de la represa de Salto Grande. Ésta está dirigida por la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande y el presidente de la delegación uruguaya, Carlos Albisu, en cumplimiento de una propuesta electoral de Lacalle Pou, ha impulsado la iniciativa. Ampliaría el curso de aguas hoy operativo en 772 kilómetros. Una voz respetada -el Dr. Edison González Lapeyre- expresó habrían obstáculos para concretar esta solución. Si los hay, es de esperar que consultorías aptas funden la viabilidad plena de la extensión. Sostiene el especialista que la posición anterior de Itamaraty, cancillería brasileña, no es propicia a habilitar la salida de productos de Brasil, por vías fluviales de otros países.

Parece ineludible que la viabilidad del emprendimiento debe estudiarse técnicamente. También que legalmente se necesita una negociación entre los estados limítrofes que incluya a Brasil, ya que aproximadamente 500 km. de su costa fluvial son parte de la ampliación. Y, que jurídicamente, si hay entendimiento, debe ser objeto de un nuevo tratado internacional.

De las experiencias planetarias se evocará en el continente americano la del Misisipi que cruza 10 estados en Estados Unidos y transporta el 80% de la producción agrícola de ese país. Estimula para poner sobre la mesa la extensión de la Hidrovía y hacer realizable la idea compartida por los presidentes rioplatenses.

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