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Ganó el carnaval

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Un compatriota que fue a Japón a buscar fortuna con su familia permaneció años allí. Volvió al país con los suyos hace poco. Quien conoce Japón puede imaginar el esfuerzo llevado adelante. La cultura es distinta, la lengua impenetrable, el alfabeto también. Ante una sucesión de eventos climáticos y el accidente de una planta nuclear volvió a nuestro país para sentirse seguro. Desconocía lo que es el feudo de Vázquez y Mujica, un paraíso para la delincuencia. Apenas ayer trabajando en una entrega de helados lo asesinaron sin decir agua va. En otras circunstancias sería motivo de una consideración especial. En el Uruguay de hoy es una noticia más que se pierde en el marasmo de atrocidades que son pan cotidiano.

Un compatriota que fue a Japón a buscar fortuna con su familia permaneció años allí. Volvió al país con los suyos hace poco. Quien conoce Japón puede imaginar el esfuerzo llevado adelante. La cultura es distinta, la lengua impenetrable, el alfabeto también. Ante una sucesión de eventos climáticos y el accidente de una planta nuclear volvió a nuestro país para sentirse seguro. Desconocía lo que es el feudo de Vázquez y Mujica, un paraíso para la delincuencia. Apenas ayer trabajando en una entrega de helados lo asesinaron sin decir agua va. En otras circunstancias sería motivo de una consideración especial. En el Uruguay de hoy es una noticia más que se pierde en el marasmo de atrocidades que son pan cotidiano.

Fiel a sus antecedente (penales) “el Pepe” marchó alegremente a La Habana, a la cárcel de la monarquía castrista. Fue a pasear a una reunión de la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños). Como nuestro canciller expresó se trató de un jolgorio para realizar relaciones públicas.

Creado por el “comandante” Chávez, y sin la presencia de la primera potencia económica y tecnológica mundial, los Estados Unidos, que con solo el estado de California y uno cualquiera más superan prácticamente al PBI de toda América Latina y el Caribe juntos, y sin la de Canadá, una de las naciones con mejor calidad de vida del planeta.

Allí ”habló” con el comandante Fidel Castro, su ídolo juvenil. Debe haber sido algo para alquilar balcones, ya que las últimas apariciones del tirano, lo muestran desde hace tiempo diciendo disparates en función de su deterioro físico y mental (buscar en You Tube).

Antes (octubre 2013) había visitado al delincuente magno el Dr. Tabaré Vázquez, que lo encontró fenomenal y del que “recibió” la siguiente expresión, según relata el rico galeno (¡socialista!) “sigan como van, construyan el camino al socialismo, es una revolución de lucha, nosotros lo estamos haciendo”…

De esta arquitectura mafiosa hablan los fracasos: una oligarquía familiar y represora con fortuna propia(Forbes), que vive cercada por soldados en el inexpugnable y extendido lugar conocido como Punto Cero, con bienestar palaciego y lujos, y un pueblo atontado y empobrecido: sin derechos civiles, alimentos, luz, agua, dignidad habitacional y con todas las lacras que el fascismo marxista es capaz de desarrollar.
Las cárceles, están llenas de pobres súbditos que tuvieron el grave desliz de clamar por libertad y derechos humanos. Para ellos el médico rico y el caricaturesco “Pepe”, no tuvieron tiempo de alzar una voz.

Si a la nieta de Gelman —según información que puede desmentirse y que surge de internet— le regalaron 800 mil dólares del pueblo uruguayo para indemnizarla (¡!) ¿ no pudieron quedarse un día más en La Habana, hablar con la disidencia ultrajada y reprimida e interesarse por las víctimas del más grande abuso de poder humanamente concebible?

El compatriota llegado del Japón y asesinado mientras trabajaba, es emblemático y es una más de las personas caídas bajo el imperio del no ejercicio de la autoridad que ejerce el oficialismo. El desprecio y la visión sesgada de los derechos humanos y la democracia, desplegado por Vázquez y Mujica, dedicado al execrable “besapié” de la tiranía más brutal e ineficiente del continente americano, es la otra cara de la misma moneda.

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Ricardo Reilly Salaverri

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Ricardo Reilly Salaverri

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