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Despertar republicano

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Argentina es para los uruguayos, dato ineludible. Hemos visto en el continente americano, por la información recibida a través de medios varios y por la visita personal directa, dos realidades rotundamente contradictorias.

Argentina es para los uruguayos, dato ineludible. Hemos visto en el continente americano, por la información recibida a través de medios varios y por la visita personal directa, dos realidades rotundamente contradictorias.

Por un lado América del Norte donde se asientan Canadá y Estados Unidos, innovadores, fuertes, con libertades plenas, instituciones democráticas consolidadas, hijos de una inmigración de la Europa más avanzada desde los tiempos históricos. Respecto de EE.UU condenado, a veces con razón inapelable y otras no, por abusos internacionales propios de su avasallante presencia. Son miembros del club selectos de los innovadores en ciencia y tecnología que mejoran la vida humana. Y por el otro, conocemos a América Latina sumida en una decadencia sostenida. En la que oligarquías corruptas entregaron la suerte de su países a intereses internacionales, gestando “republiquetas bananeras”, y donde desde el establecimiento de la brutal monarquía castrista en Cuba, sembradora de opresión y paredón, inspirados en ésta, se sucedieron tiranías, y terroristas organizados, crueles, amorales, movidos por una revolución falaz e inexistente.

Que hoy, desde el gobierno se traduce en las liberticidas dictaduras de Venezuela, Bolivia, y Ecuador, en el asombroso saqueo al pueblo brasileño de los “trabajistas” de Lula y Dilma, y del “izquierdista “gobierno “K” que ha robado, empobrecido, mentido y fundido a la Argentina.

Nuestro país fue una excepción a esa realidad. Con altibajos circunstanciales, su democracia política y su integración social, golpeadas necesariamente por su dependencia del exterior, han tenido reconocimiento histórico universal, hasta que la destrucción promovida por socialistas, comunistas y tupamaros, hijos de un mismo pecado de resentimiento social y mediocridad, disfrazada con túnica “ideológica”, primero agredió a las instituciones en favor de los intereses internacionales de la expansión soviética y la falacia castrista, hasta dar paso a una ruptura institucional en 1973 a la que los comunistas promovían. Alumbrando el hoy con el desperdicio de los años de bonanza más grandes que el Uruguay conoció. Con rampante corruptela, que con la sola mención de Pluna y Ancap, y la designación a dedo de 60.000 empleados públicos, explican la incertidumbre que nos espera en hora de vacas flacas.

La etiqueta de “izquierdista”, “progresista” y “socialista” en América Latina es estar a favor de las más despreciables expresiones políticas. Y, salvo la chatura mental no hay teorías, ni justificaciones atenuantes. A los hechos me remito.

Lo de Macri es una hazaña. Nació de la nada, enfrentando al poder que compraba votos con los dineros del pueblo ( el Frente Amplio por acá nos ha enseñado cómo se hace), y al final a una agresión de una campaña “goebbeliana” y kirchnerista del miedo.

Anunciando infundadamente ante el electorado, catástrofes dramatizadas en los medios, que amenazaban al votante con la explosión del dólar, la superinflación, la pérdida del empleo y otras maldades, si ganaba Macri, lo cual tuvo su impacto electoral. Es un triunfo cívico realidad para la República Argentina toda. Con la capital federal y la provincia de Buenos Aires, casi la mitad de la población y el PBI argentinos que estarán directamente bajo el gobierno de “Cambiemos”.

El resurgir de Argentina libre y fuerte puede y debe ser antorcha que ilumine con esperanza a la América del Sur.

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Ricardo Reilly Salaverri

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