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Caretas al piso

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RICARDO REILLY SALAVERRI
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En nuestro país -democracia con sensibilidad social sostenida por sus fuerzas políticas históricas- el espíritu libre ha convivido con una orientación que afirma que lo mejor es lo ajeno, cuanto más despótico, oligárquico e ineficiente, mejor.

Es así desde la revolución bolchevique rusa, la consolidación de la satrapía castrista y, recientemente desde el liberticidio de los “robigarcas” venezolanos, encabezados por Nicolás Maduro. Nuestros auto calificados ”intelectuales”, acentuaron desde mediados del siglo pasado, una cultura urbana, ignorante del país real que se asienta en su producción agropecuaria y las agro industrias (el inventario de las exportaciones no miente), y consolidaron la idea de que lo políticamente correcto era el abatimiento de la vida libre y la destrucción del aparato económico privado. Abogando por “el socialismo” del que Cuba era señal al navegante.

Tal desacierto es numen programático del núcleo central del Frente Amplio y por ello, lo que ocurre ahora en Venezuela -una población reprimida, sin comida, sin medicinas, sin luz, sin agua potable, sin prácticamente combustible- más allá de la notoria tragedia que implica, en nuestro país desnuda a los simpatizantes del agónico régimen chavista. Que empieza por el gobierno nacional. Que nos ha aislado, impidiendo la celebración de acuerdos de libre comercio con el mundo, que cercanamente desde la Cancillería, hecho insólito, hizo campaña electoral contra el hoy Presidente de Brasil Jair Bolsonaro, y que, ahora, junto con el gobierno mexicano, en soledad olímpica, desconoce la orientación de más de 50 países del mundo libre que desconocen al tirano usurpador, impulsando un dialoguismo inviable para evitar su caída.

Como se han robado a Venezuela destruyendo su sistema económico empezando por el petróleo es fácil de rastrear en Internet, o You Tube. Como los Kirchner ,los bolivarianos, no han tenido pruritos en hacer ostentación de lo mal habido. Encabezados por la familia del comandante Chávez. Su madre, sus hermanos, sus hijas, sus sobrinos… Y, hecho relevante en esta realidad, es que la crisis humana de Venezuela encuentra espejo en la isla de Cuba. Allí también hay apagones, falta de agua, de comida, de medicinas, largas colas para todo y mercado negro. Los Castro, que hicieron de la isla una colonia rusa a cambio de subsidios monumentales, obtenían actualmente parte fundamental de sus ingresos en las partidas por médicos que estaban en Brasil, a los que Bolsonaro pidió acreditaran su condición (habían agitadores políticos encubiertos) y muchos se fueron. También en el regalo de petróleo que les daba el chavismo venezolano -a cambio de médicos y organización del sistema represivo-que la tiranía comunista vendía con pingüe ganancia a precios de mercado en el exterior. Sin subsidios externos no hay combustible, ni plata para importar alimentos y medicinas, dada la situación de bancarrota permanente de la economía de Cuba. La caída del chavismo, por ello, anuncia una crisis sin retorno para el régimen isleño.

Epicentro de la atención mundial de la que participan EE.UU., el Grupo de Lima y en general todo el mundo libre ( y como contrapartida, las tiranías de China, Rusia, Cuba e Irán) marcan el fin de la cleptómana ola “progresista” a que adhiere el “socialismo” vernáculo. Venezuela -y su tragedia- hacen un codo en la historia política continental.

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