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Cadenas y cadenas

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RICARDO REILLY SALAVERRI
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Azotados los uruguayos por las acechanzas de la pandemia y en presencia de una realidad económica angustiante, vemos que en el país hay 400.000 trabajadores informales sin cobertura social y, que hay 1.208 centros de adultos mayores, de los cuales solo 41 están habilitados.

208 están en situación crítica y 110 por debajo del respeto de los derechos humanos.

La mitad aproximadamente de los hogares están en Montevideo, sin relevar de responsabilidad a situaciones de esta naturaleza en el interior del país, hay una interrogante de cajón: ¿cómo la Intendencia Municipal de Montevideo en 30 años de gobierno frenteamplista y el gobierno nacional del mismo signo en 15 años de gestión con mayorías parlamentarias cesaristas, que no dejaban alzar una inquietud política legislativa opositora, al tiempo que proclamaban medidas de cuidados a los más carenciados, no hicieron nada como para justificar ahora una cuota de sensibilidad?

El nuevo gobierno nacional, encabezado por el Presidente Lacalle y un solvente equipo de ministros, apenas acomodados en los despachos debió enfrentar al coronavirus, y si bien los riesgos permanecen en el continente americano, nuestro país revista en la vanguardia de los que han hecho mejor las cosas. Hoy hay enfermos y riesgos de muerte en los centros geriátricos que no cumplieron el protocolo del 19 de marzo dictado por las autoridades, que restringía las visitas en los mismos.

La realidad debería imponer una humilde actitud patriótica de unidad nacional. La oposición ha optado por el enfrentamiento. Uno de sus brazos más activos es el de los sindicalistas.

El 1º de mayo de 1886 en Chicago, EE.UU., se inició una huelga promovida por anarquistas, brutalmente reprimida y cuatro de los promotores fueron condenados a muerte y ejecutados en la horca. En 1905 Luis Alberto de Herrera y Carlos Roxlo, en nombre del Partido Nacional, en un país de reducida industrialización, presentaron un proyecto de ley -primero en el mundo- que consagraba desde la limitación de la jornada hasta la libertad sindical. El Presidente de la República entonces, José Batlle y Ordóñez no acompañó la iniciativa, posponiéndose la limitación de la jornada a 8 horas hasta su regulación legal en 1915. Nada del progreso social en nuestra República es extraño a los partidos orientales históricos. El Pit-Cnt, para el que la historia nacional no existe, pidió una cadena nacional de radio y televisión. ¿Para qué? Para sembrar resentimiento. En ningún país libre del mundo, hay un solo ejemplo de que a un sector de un partido político integrado por sindicalistas, se le dé una cadena nacional de radio y televisión para hacer proselitismo el 1° de mayo, fecha promovida por las internacionales socialistas y comunistas como el Día de los Trabajadores. Toda persona que con su actividad satisface necesidades humanas es un trabajador. Hoy los médicos, el personal de la salud técnico y no técnico, los policías, los soldados, expuestos todos a heroica gesta, los empresarios grandes y pequeños y una multitud grande ajena al Pit-Cnt, son laburantes. Lo son los 4.000 jinetes del 1º de marzo. Expresión de otra cadena. De jinetes, y también de tractores, zorras, arados, cosechadoras, silos, fletes, fábricas, frigoríficos. Son la cadena agropecuaria y las agroindustrias que construyen diariamente el 70% del PBI del Uruguay y representan a la primera línea de impulso para la reconstrucción nacional.

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