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¿Bismark qué haría?

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RICARDO REILLY SALAVERRI
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El 2020 se inicia enmarcado en un panorama mundial complicado a lo que no escapa el vecindario. Con las mudanzas de casa se van dejando por el camino libros porque se suele trasladar a espacios más reducidos.

Pero, la memoria permite conservar ideas añoradas. Así uno evoca inquietudes de decenas y juveniles años atrás que le resultaban cautivantes desde una actitud siempre liberal, condimentada por una entonación americanista y nacional.

En resumen simple aludo a creer que ante la potencia avasallante en todos los terrenos del Norte continental americano y anglosajón, llegaría el tiempo de la América Latina unida por una toma de conciencia espontánea y liberadora de sus pueblos que sabría ser más avasallante aún.

En el ilusionado paquete variopinto -integrado por las concepciones más contradictorias- estaba incluida la superchería marxista leninista, iluminada por el faro de la revolución castrista, reducida hoy en una isla, a un campo de concentración de un pueblo empobrecido y oprimido por una vil oligarquía policial.

El último tren que parecía acercarse realmente al soñado deseo integrador fue en 1991 el Mercosur. Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay abrían camino. Apertura de fronteras, libre circulación de bienes y personas, mercado ampliado para estimular inventos y proyectos, fue propósito grandioso que tuvo comienzo feliz y es hoy una referencia desdibujada, en un planeta que de entonces a ahora es radicalmente distinto.

Para nuestro gobierno a iniciarse en marzo atender al rompecabezas de las relaciones internacionales será urgencia demandante. Argentina a impulsos del kirchnerismo depredador ha optado por soluciones políticas y económicas de guiñada a tiranías continentales populistas, cierre de fronteras aduaneras, control de cambios, sustitución de importaciones, y asistencia gratuita material al electorado “peronista” empobrecido y electoralmente cautivo, a costa de destrozar a los sectores que son vanguardia de su actividad productiva y progreso real.

Un retroceso de más de setenta años que retorna al fracaso identificado con el proyecto de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), de Raúl Prebisch. Y, Brasil, por el contrario, con el peso de sectores consolidados como el núcleo vital del empresariado paulista y el ministro liberal de economía Paulo Guedes, han arrancando en sentido contrario. Acuerdo de comercio con Estados Unidos, con China, con India, y con el mundo. Rebaja de aranceles, reforma jubilatoria y laboral y restablecimiento de la seguridad pública, son parte de las decisiones que permite ver entre nuestros parientes cercanos una distancia de orientación monumental.

Recordaré una anécdota relativa a Otto von Bismark -poseedor de varios títulos nobiliarios- quien fue estadista, jurista y político alemán, artífice de la unidad alemana y relevante figura de la política internacional del siglo XIX. Gente de su entorno le sugirió un día avanzar en una aventura de colonización en África. Agradeció amablemente la inquietud y respondió: ”De momento lo descarto. Estoy demasiado ocupado sabiendo que tengo a Francia de un lado y a Rusia del otro”.

Para gobierno y cancillería a instalarse cercanamente se está ante un desafío general. Salir del laberinto pergeñado por los Gargano-Nin Novoa ya es bastante. Manejar la dicotomía bismarkiana local es un difícil problema a encarar.

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