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Batalla y guerra

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ricardo reilly salaverri
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Sobre las pasadas elecciones internas todo se ha dicho. Subrayaremos aspectos sentidos como de cita ineludible. Algunas encuestas vaticinaron desde el final de las internas pasadas hasta la victoria del Frente Amplio en octubre próximo.

Sobre el Partido Nacional hubo unanimidad faraónica en el error. Alimentaron la idea de que al tiempo que el Dr. Luis Lacalle Pou caía en la opinión pública, el candidato de la publicidad y el gasto apabullantes crecía. Lo de “Radar”, “Factum” no anduvo en zaga, merece destaque especial, anunciaba que íbamos a una definición nacionalista en la Convención partidaria por las estrechas diferencias entre los precandidato aludidos. Un multitudinario periodismo “objetivo” iba a rueda. El ascenso del empresario llamado a político novato era centro del debate. Si Lacalle iba a un programa periodístico lo central no era inquirirle sobre su esfuerzo, el programa para el país futuro elaborado por 400 técnicos en dos años de empeño, sino la estridente amenaza proyectada sobre sus circunstancias.

Algunos, dicen los encuestadores, “acertaron las tendencias”. Pero, no solo en el Partido Nacional le erraron al clavo, sino que hubo quienes en el Partido Colorado presagiaron una mayoría a favor del Dr. Julio María Sanguinetti, por sobre el Ec. Ernesto Talvi, cuyo crecimiento ha sido una de las sorpresas más contundentes del evento que se comenta. No erraron por un pelo, erraron por un abismo.

Y, en cuanto a la tendencia, diré que peinando canas y como todas las personas que mantenemos interés por los asuntos públicos, veíamos que en reuniones de ámbitos diversos, nunca se dudaba que Lacalle era mayoría amplia, si bien se pensaba que el Dr. Jorge Larrañaga sería quien le seguiría en votación. Igualmente está claro que las propuestas de los líderes permanentes que practican la acción cívica día a día al lado de la población, sumaron, incluyendo a la precandidatura del Ing. Enrique Antía, al 80% del electorado votante del nacionalismo que se hizo presente en los comicios recientes. No se precisaban encuestadores para “acertar las tendencias”.

Suiza -Confederación Helvética- por un tratado de las potencias europeas preponderantes de los tiempos napoleónicos aún vigente, es un estado neutralizado. Si hay una guerra no se le toca y los suizos no pueden atacar a nadie. Cosa buena (empezando por los bancos). El ejército profesional suizo está integrado por un 5% de la población. Sin embargo hay servicio militar obligatorio, y cada suizo tras realizarlo conserva el grado, el uniforme y el arma, en casa, y puede ser llamado a filas de ser necesario. Pasaría a conformar así uno de los ejércitos proporcionalmente más grandes del mundo.

El Partido Nacional, por historia, por tradición familiar, particularmente en el interior del país -salvando la distancia- mantiene una ciudadanía parecida. Cuando la necesidad electoral nacionalista convoca, el blanco sale de casa, se asocia a sus líderes locales y tiene cercanía con los principales dirigentes nacionales. El resultado final depende de los acontecimientos del momento. Se puede ganar o perder, pero el cerno partidario está ahí, espontáneamente, ocupando lugar en la columna desde el anonimato o la mayor trascendencia. Y en la interna pasada fue así sin atender a fuegos artificiales.

Hacia delante, será momento de hablar de lo que viene. Por ahora para la democracia nacional, cerró una batalla. Y, empieza la guerra frente al depredador chavismo vernáculo.

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