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Baño de realidad

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Ocasión propicia para proceder a un balance para ver, entre todos, cómo se pueden crear las circunstancias y tomar las decisiones para que los restantes cuatro años sean de real progreso basado en el desarrollo nacional.

El cambio político del país implica el enroque del tipo de responsabilidad que a cada partido le corresponde. Este cambio ha generado y determinado otro mucho más profundo —entendemos que importante y trascendente para el futuro nacional— que calificaremos de "baño de realidad" de la coalición gobernante, y por consiguiente, de toda la ciudadanía. O dicho de otra forma, el fin del discurso utópico y la asunción de la construcción nacional.

Durante la campaña electoral se dijo que nadie esperara cambios del día a la noche. Luego el Presidente anunció que el gabinete que se instalaba era para el primer período de gobierno, de transición entre el pasado y el futuro, y que luego habría cambios en el mismo. En ese sentido pensamos que son prioritarias las definiciones de las políticas a seguir y subsidiarios los encargados de llevarlas a cabo. Hoy hay áreas con objetivos y proyectos definidos que se alinean con el pensamiento presidencial que se desgrana cuando las papas queman, y otras en las cuales las cosas están aun discutidas e indefinidas.

Desde la presidencia se tiene que lidiar con varios frentes y contrafrentes simultáneos, y la estrategia elegida es ir alternándolos. Nos referimos a las discusiones hacia dentro de las heterogéneas fuerzas que integran el gobierno y las que se dan en la praxis cotidiana para ir conformando las resoluciones propias para la marcha del país. Ello retarda la acción y da cierta sensación de incertidumbre. Las decisiones son poco explicitadas, no hacia la ciudadanía en general, que implícitamente las capta y eventualmente comparte en parte, sino hacia sus seguidores, que merecen una mejor atención y explicaciones sobre las propuestas de gobierno adoptadas. Jugar a las escondidas en este sentido complica inútilmente la acción.

El quid del asunto pasa por lo que denominamos el "baño de realidad" que se dieron y nos dimos, que no es más que asumir la "responsabilidad responsable" de la acción y dejar atrás el discurso del contra... de lo que fuere. En ese sentido bienvenido el cambio.

El primer paso es definir las relaciones que se tendrán con y entre el sector político, el partido, el gobierno, el Estado y la Nación. Y en función de ello ejercer. La circunstancia es propicia, no sólo por haberse anunciado que este año que pasó sería de "aproximación" al gobierno y supuestamente los siguientes de ejecución, sino porque gracias a los desplantes e impertinencias de la vecina república occidental del Uruguay hemos conformado una sensación ciudadana de unión nacional que debemos aprovechar y potenciar.

Recordemos a Renán al hablar de las naciones:

"Tener glorias comunes en el pasado, una voluntad común en el presente; haber hecho juntos grandes cosas, querer hacer otras más; he aquí las condiciones esenciales para ser un pueblo... En el pasado, una herencia de glorias y remordimientos; en el porvenir, un mismo programa que realizar... La existencia de una nación es un plebiscito cotidiano".

Hay que trabajar para que nuestra identidad nacional sea más que una tradición heredada, una íntima inspiración o una difusa aspiración; tiene que ser cotidiana construcción colectiva. Es la hora —y la oportunidad— de encarar, plantear y definir políticas de Estado y nacionales.

¿Podrán y podremos? Vale la pena.

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