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Antifaces, aconsejan

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Ante la vida hay dos grandes órdenes. El uno basado en la realidad, la experiencia humana y el pensamiento de quienes así encararon las cosas; y el otro fundado en las idealidades. De lo utópico y lo abstracto.

Ante la vida hay dos grandes órdenes. El uno basado en la realidad, la experiencia humana y el pensamiento de quienes así encararon las cosas; y el otro fundado en las idealidades. De lo utópico y lo abstracto.

El último, ideológico, sin base real, es como una droga que permite echar la culpa de los propios fracasos a los demás y ubicarse en un pedestal de sabiduría alejado de los tontos integrantes del común.

La idea más alejada de las teorizaciones sin carnadura es el pensamiento libre. De él derivan las instituciones libres, el respeto real de los derechos humanos, de la actividad y las realizaciones humanas. Está en la base de la grandeza empírica de Occidente, que se construyó en los últimos 500 años. Hoy que el dragón chino despierta, lo hace aplicando soluciones occidentales en el campo económico con una brutal tiranía oligárquica en lo político y social, y tiene buen cuidado de mandar estudiantes a las mejores universidades de EE.UU. y desarrollar un espionaje electrónico sostenido, para descubrir secretos del país más innovador y evolucionado del mundo desde hace tiempo a esta parte, en el campo científico y tecnológico. Estados Unidos registra anualmente la mayor cantidad de patentes de invención y propiedad industrial del planeta.

Los prejuicios antiestadounidenses de América Latina, tienen raíces históricas. Ni Estados Unidos es históricamente un vecino fácil, ni los son los países ibéricos. Viejas y controvertidas circunstancias de invasiones y resistencias han sido razón de rencores indelebles. Pero, el tiempo ha pasado, y gente con la cabeza abierta sabe que del país citado es mucho más lo que podemos recibir que lo que podemos darle.

Pero, ¡no!

Los necios conjurados admiran a la agonizante isla castrista, a la Venezuela chavista, y a la cocalera Bolivia.

Por estos días el rector de la Universidad de la República, leal a sus antecedentes ideológicos, salió a declarar que tiene miedo de que un acuerdo de las “ceibalitas” con Google, permita no se sabe qué tipo de espionaje por los Estados Unidos. O sea, que si por ejemplo nuestros niños escriben en sus primeras andanzas “ola, pata, cola, burro, uñas” y otras palabras que todos supimos conocer en la iniciación primaria, es posible que tan alucinante información caiga en manos de la CIA o alguna ignota agencia de espionaje, eso sí: imperialista.

Debería saber el rector que desde que tenemos computadoras, tabletas, celulares, GPS, tarjetas de débito y crédito y otros artículos mágicos parecidos, empezando por el gobierno nacional que está comprando aparatos que no son precisamente para detectar el estado intestinal ciudadano, la intimidad se acabó. Y cuando llegue la imposición del pago comercial obligatorio con plástico, rumbo al que nos lleva el gobierno, equivalente al espionaje individual total, cualquier “hacker” y particularmente la Impositiva, van a saber su consumo de carne y pasta de dientes cotidiano, antes que la CIA.

Por estos días el pueblo cubano isleño, según encuestas, al igual que Obama festeja que el pabellón de las barras y las estrellas flameará nuevamente en La Habana ¡Pensar que nosotros no podemos hacer ni un mísero acuerdito de intercambio comercial!

No cabría llamar -con perdón- a la NASA, para saber ¿cómo es posible tal acumulación nacional abrumadora de tontería intelectual?

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Ricardo Reilly Salaverri

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