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“Hacemos que...”

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Fue en la vieja Unión Soviética donde se acuñó el “hacemos que trabajamos y ellos hacen que nos pagan”. Paradojalmente los sindicalistas comunistas la pusieron en boca del Dr. Luis Alberto Lacalle cuando su presidencia (1990-1995), iniciada en medio de una proyección inflacionaria del 130% anual.

Fue en la vieja Unión Soviética donde se acuñó el “hacemos que trabajamos y ellos hacen que nos pagan”. Paradojalmente los sindicalistas comunistas la pusieron en boca del Dr. Luis Alberto Lacalle cuando su presidencia (1990-1995), iniciada en medio de una proyección inflacionaria del 130% anual.

Una expresión, que les pertenece por completo, dada su vocación impenitente por el vasallaje en beneficio de intereses y despotismos extraños.

En la Rusia bolchevique todos eran empleados públicos. En el sistema de oligarquía policial, centrado en el partido comunista, el capitalismo de estado esclavizaba al pueblo, al tiempo que la banda criminal que dominaba vida y haciendas, vivía principescamente.

Así como nadie se levanta a las cinco de la mañana a ordeñar una vaca del estado, integrando una burocracia pública tampoco pone mayor empeño en el progreso de la organización a la que pertenece. Lo primero ha sido una de las razones del rotundo fracaso de los sistemas agropecuarios de todos los experimentos de base socialista. El resultado es la indolencia laboral como actitud de vida y el fracaso colectivo como resultado. Así implosionaron in totum todas las experiencias de este tenor en el mundo, llevándose consigo a decenas de millones de víctimas. Solo los ciegos o los que no quieren ver, pueden negar con un solo argumento la certeza de lo que viene de explicarse. En Europa, en América, en Asia o donde sea. Estancamiento humano, científico, tecnológico y social.

El notable fracaso, hoy más que nunca evidente, de la monarquía castrista en el Caribe, se hizo con un tirano que ha vivido como un rey saudita, expulsando de su feudo a lo mejor y más capaz de Cuba, organizando policialmente a sus súbditos, haciendo de todos ellos empleados públicos con sueldos miserables y tarjetas de racionamiento con las queque no encuentran bienes a cambio los almacenes. Hoy, cuando el isleño ruega soluciones al Tío Sam, comienza a impulsar la desburocratización estatal, despidiendo empleados y dirigiéndoles hacia la actividad privada por cientos de miles, para ver si son capaces de producir bienes y servicios por sí mismos.

De la mano del Dr. Vázquez y “el Pepe”, nosotros vamos en sentido contrario. El actual presidente lo primero que hizo en su anterior mandato fue levantar la prohibición legal de designar burócratas y acomodaron a 60.000 amigos en cargos estatales en 10 años. Hoy con 300.000 empleados públicos somos campeones mundiales en cantidad de burócratas por cada 100.000 habitantes. Esta es una de las bombas de efecto retardado de los ineficientes años de gestión frentista, sustentada en los cimientos históricos de la economía nacional, contra los que lucharon siempre, en medio de una bonanza internacional que ahora mengua.

Un estudio inapelable de Isaac Alfie -cuya autoridad y experiencia en la materia eximen de dudas- subraya fundadamente este aspecto. Destaca además, que la multiplicación de cargos en policía, salud y educación, acrecentaron gasto y clientelismo y no sirvieron para mejorar la condición nacional. Cabe agregar que -además- existen multitud de contratos paralelos de los que en algunos casos no hay ni registro, que suman a lo anterior (Isaac Alfie, Economía y Mercado, El País, 6/4/015). Para este y otros propósitos parecidos -como el “desfondez”- se piden más impuestos al país productivo.

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Ricardo Reilly Salaverri

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