Lo primero es aclararnos a qué nos referimos por renta básica. La idea de Renta Básica Universal surge como una propuesta de realizar una transferencia monetaria a todos los ciudadanos de una sociedad sin ningún tipo de contrapartida.
La idea es que todos los ciudadanos tienen derecho a recibir este ingreso para su vivir cotidiano sin más consideraciones.
Más allá de la vigente discusión del párrafo anterior, entiendo que todos los pedidos de una renta básica que se escuchan por estos días en Uruguay no apuntan a esto. Más bien parecen referirse a un nuevo plan de transferencias monetarias a un sector amplio de la sociedad, pero no se trata de una propuesta universal ni de una política pública permanente.
Comparto completamente la necesidad de seguir reforzando las ayudas sociales en este contexto. Para que las mismas sean efectivas debemos atender algunas cosas.
Es en los países con estabilidad macroeconómica donde las personas, incluyendo a los más pobres, viven mejor. Por el contrario, aquellos países donde nadie se pregunta cómo se pagan las cosas (como proponía un comunicador estos días) terminan siendo muy malos para las personas pobres. Argentina es un recordatorio de lo vacía y sin sentido que pueden ser la retórica y los planes sociales cuando la inflación y la inestabilidad destruyen el poder de compra de las personas.
Las necesidades no terminan con el 2020. Tanto Argentina como Brasil desplegaron programas de transferencias monetarias especiales y generosos este año, pero que ya están viendo truncada su continuidad.
La no continuidad del Ingreso Familiar de Emergencia, IFE, en Argentina, desató críticas del propio Grabois que entiende que la crisis social sigue ahí, mientras que el ministro Guzmán trata de explicar que tienen que guardar alguna bala para el 2021. En Brasil la ayuda de 600 reales que había alcanzado a un tercio de la población brasileña se redujo a la mitad en setiembre y, aparentemente, se terminarán a fin de año por la insostenibilidad fiscal de las mismas.
En 2021 ni Uruguay, ni Argentina, ni Brasil van a recuperar todo lo que cayeron. El año que comienza será nuevamente un año complicado en lo social y el Estado deberá tener recursos para seguir ayudando a quienes más lo precisan.
Como vemos se trata de caminar por un angosto pretil en el que hay que ayudar a quienes más lo necesitan sin poner en riesgo la estabilidad macroeconómica. Creo que algunas claves están en focalizar los recursos en quienes peor la están pasando y en entender que es una carrera más larga de lo que muchos creyeron.
Un capítulo aparte es el nombre de las ayudas, cuesta entender la obsesión de llamarle renta básica más allá de un tema político. En Uruguay ya tenemos valiosos instrumentos de transferencia como las asignaciones familiares o la tarjeta Uruguay Social. Personalmente creo que se debe evitar el espíritu refundador y apoyarse en la institucionalidad existente.
Este 2021 esperemos traiga el final de la pandemia, pero seguramente no traerá el final de los problemas de muchas personas que vienen perdiendo su trabajo desde 2015. La situación para muchas familias seguirá siendo crítica. El gobierno deberá calibrar adecuadamente las escasas municiones pero deberá continuar expandiendo las ayudas a quienes más las necesitan.