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Primero la vida

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PEDRO BORDABERRY
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Hace unas semanas escribí sobre la eutanasia y los cuidados paliativos lo que motivó respuestas en este y otros medios. No pensé que fuera a levantar tanta polémica, la que celebro.

Los argumentos expuestos por quienes se manifestaron a favor de la eutanasia y el suicidio asistido pueden resumirse en dos: la libertad del individuo, por un lado, y por otro que, presuntamente, los cuidados paliativos no son suficientes para atender todas las situaciones.

Los que basan su posición en la libertad, palabras más palabras menos, afirman que toda persona tiene derecho a poner fin a su vida.

Quienes sostienen que los cuidados paliativos no son suficientes entienden que es una falsa oposición contraponer estos a la eutanasia.

No resisto la tentación de volver sobre el tema.

Intentaré que, como se decía de las del gran José Martí, “el ruido de mis palabras despierte los pensamientos“.

Los que argumentan fundados en la libertad del individuo afirman que la persona es libre por lo que si quiere poner fin a su vida lo puede hacer. Según ellos, en aras de esa libertad, puede pedir a cualquiera que lo ayude a suicidarse.

Este fundamento es, citando a Vaz Ferreira, un paralogismo de falsa oposición. El tema en discusión no es la libertad de decidir morir.

Cada persona nace libre y puede tomar las decisiones que quiera, ateniéndose a sus consecuencias. El suicidio no está penado, entre otros motivos, porque no hay sujeto pasivo a quien culpar por él.

Tampoco es una cuestión religiosa como alguno sugiere. Tanto para los creyentes como para los no creyentes el hombre es un ser libre. Así fue creado.

La única diferencia es que para los creyentes el hombre es libre de aceptar o no a Dios, con las consecuencias que ello tiene. Opción que no tienen los no creyentes al no creer en El (o la tienen y no la toman por ese motivo).

La cuestión en debate no es esa libertad sino cuál debe ser la conducta de los que asisten a quien decide morir. Es decir, cómo proceder ante el pedido de ayuda de una persona que quiere poner fin a su vida.

Imaginemos que un amigo nos visita y dice que decidió suicidarse puesto que está agobiado con problemas económicos, familiares, laborales, etcétera. ¿Cuál es nuestra reacción? ¿No debemos evitar que lo haga? ¿O en lugar de ello lo ayudamos a que tenga éxito en su decisión?

En los casos que planteo creo que todos estaríamos de acuerdo en no ayudarle.

Ahora si quien pide ayuda para suicidarse o solicita eutanasia padece una enfermedad terminal o está sufriendo, para algunos, habría que hacerlo.

Bien, nos vamos entendiendo.

Ya no hablamos de la libertad del individuo de poner fin a su vida como fundamento de la eutanasia o el suicidio asistido. Hablamos de lo que debe hacer aquel a quien este le pide ayuda y reconocemos que esa ayuda, por lo menos, no debe ser en cualquier caso sino en momentos terminales.

Qué lejos quedó el argumento de la libertad del individuo.

Para analizar esto debemos definir enfermedad terminal. La misma es aquella que no puede ser tratada o no tiene solución y provocará la muerte en corto tiempo. Como es irreversible y falta poco entonces terminemos antes, se dice. Razonamiento que sirve para cuando falta poco para morir.

Ahora, ¿Cuál es el límite? Una semana, un mes, un año? ¿Alcanza con su inminencia para tomar la decisión? ¿Qué pensarán los ancianos que la ven mucho más cerca?

La muerte es el destino de todos. Más tarde o más temprano enfrentaremos ese momento. Su inminencia no es un elemento que baste por si solo.

Descartado este queda el que para muchos es determinante: el sufrimiento. Lo que lleva a los cuidados paliativos.

El argumento que se maneja es que como estos no son suficientes para enfrentar todas las situaciones que se plantean entonces se debe aceptar la asistencia al suicidio y la eutanasia.

De nuevo, hay algo bueno cuando se afirma esto: si los cuidados paliativos contemplan todas las situaciones no debería aceptarse la asistencia al suicidio y la eutanasia.

A su vez, estas debieran aceptarse exclusivamente cuando no existen cuidados paliativos.

¡Qué lejos volvió a quedar el argumento de la libertad individual!

Es que en definitiva el tema no es esta sino cuál debe ser la conducta de los terceros, de la sociedad y del propio Estado.

Distinguidos médicos argumentaron en estos días que los cuidados paliativos contemplan todas las situaciones. Es más, aquellos que están a favor de la eutanasia reconocieron que son poco frecuentes los casos no cubiertos.

No entraré en polémicas médicas pero la contundencia de una y otra posición es grande. Unos son claros al afirmar que se cubren todos y otros dudan y sostienen que son unos pocos los que no (pero no imposibles aclaran).

¿Pocos pero no imposibles casos son fundamento suficiente para legislar sobre el derecho a la vida?

No parece.

Una última apreciación.

Fundamentar la eutanasia y el suicidio asistido en esto es una claudicación.

Si existen unos pocos casos en que los cuidados paliativos no alcanzan trabajemos para encontrar la solución y una ley que asegure que llegue a todos los ciudadanos.

No lo solucionemos con el simple expediente de ayudar a acelerar la muerte.

Primero la vida. Defendámosla siempre.

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