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Match Point

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pedro bordaberry
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"Match Point” es una película de Woody Allen. Empieza con la imagen de una pelota de tenis que golpea la red, salta y no se sabe de que lado caerá. En ese instante la imagen queda congelada y comienza la trama.

Al final, el protagonista para escapar de un crimen arroja joyas que robó al río Támesis. Un anillo no cae al agua y queda en el borde. Eso salva al culpable de ser acusado e investigado.

En el film Allen plantea cómo lo que sucede en un instante tiene decisivas consecuencias posteriores. Para bien o para mal.

Hace un año ocurrió un hecho que cambió la vida en nuestro país: asumió un nuevo gobierno. Lo hizo al ganar la segunda vuelta de las elecciones del 2019 por un margen de 1,58% (37 mil votos). La pelota golpeó en la red y cayó para el lado de la coalición multicolor.

¿Qué habría pasado si caía para el otro lado, si la mitad más uno de ese 1,58% (unos 18.500 uruguayos) hubieran votado al FA y a Daniel Martínez Presidente?

Es muy difícil saberlo, aunque guiados por las acciones, declaraciones y pedidos de quienes perdieron la elección podemos intentar construirlo.

¿Se hubiera reaccionado con la rapidez con que lo hizo el gobierno de Lacalle Pou frente a la pandemia del Covid-19? Creo que no.

A mediados de febrero del 2020 el Frente Amplio estaba donando a China tapabocas, alcohol y otros materiales necesarios para combatir la pandemia. Lo que indica que no le daban la importancia que tenía la tormenta (pese a que ya había sido declarada a nivel mundial por la OMS).

Quince días después de las donaciones de materiales a China y ante la llegada de los primeros casos con seguridad pensarían que el asunto no era lo grave que era.

La consecuencia de esa demora hubiera sido un crecimiento mucho mayor de la pandemia como sucedió en países como la Argentina kirchnerista o la España del PSOE y Podemos.

La complicación sería mayor si tenemos en cuenta que desde organizaciones gremiales y ONGs identificadas con el FA se promovieron y realizaron luego marchas y asambleas multitudinarias. Eso habría agravado mucho la situación y los casos hubieran aumentado aún más.

Con ese crecimiento el Poder Ejecutivo del FA habría seguido el consejo de uno de sus principales líderes y dispuesto la cuarentena total. De nuevo, eso fue lo que hicieron los gobiernos de Argentina y España y lo que recomendaron desde el liderazgo del FA.

Nada de libertad responsable sino cuarentena total.

Al declararla, habrían enfrentado el enorme problema del parate total de la actividad económica con las tremendas consecuencias que ello habría acarreado sobre el empleo y los ingresos de los uruguayos.

Como muchas personas no hubieran podido trabajar el gobierno del FA habría puesto a las ONGs compañeras que ya tenían vínculos con el Estado (Mides, Intendencia, etc.) a repartir alimentos, creado una renta universal por persona y aumentado las transferencias.

Como no tenía de dónde financiar esos gastos y la situación económica empeoraba mucho, siguiendo su receta tradicional habría puesto nuevos impuestos y aumentado los existentes, junto con las tarifas públicas, mientras volvía a recurrir al endeudamiento.

Las consecuencias de esas decisiones hubieran sido tremendas. El incremento de la carga impositiva habría caído sobre un país que ya traía un índice de desempleo y un déficit fiscal enormes, fruto de los desatinos conocidos (el despilfarro de Ancap, el agujero de Pluna, los pilotes de la Regasificadora, los desvíos de la reforma astorista de la Seguridad Social del 2008, el aumento desmedido de funcionarios públicos, etcétera).

Llegado el momento de adquirir vacunas contra el Covid-19 seguramente hubiéramos seguido el camino de Argentina, gobierno con el cual se identifican y al que citan a cada rato como ejemplo. Por ende en lugar de Pfizer y Sinovac estaríamos recibiendo la vacuna Sputnik V en forma prioritaria.

También, en lugar de empezar ahora con un plan de vacunación de más de miles de personas por semana hubiéramos vacunado al 0,59% como en Argentina lo que se estaría publicitando como un gran logro.

Es decir en lugar de un plan serio de vacunación de miles de personas hubiéramos traído unas pocas dosis en relación a la cantidad de habitantes para así salir en la prensa diciendo que empezamos a vacunar.

Estos aumentos de los casos de Covid-19, fruto de la pasividad inicial y el error de apostar a la cuarentena total, habrían venido acompañados de un deterioro de la seguridad ciudadana.

El gobierno del Frente Amplio habría seguido con las políticas de seguridad que venía implementando el Señor Bonomi, al tenor de lo que había declarado su candidato a Presidente.

Por ende, en lugar de bajar los homicidios, las rapiñas y los hurtos, como bajaron en la impecable gestión que está realizado el Ministro Larrañaga, hubieran aumentado. Siguiendo la tendencia que venía registrándose desde el 2010 la situación sería ya límite.

La policía no se sentiría respaldada sino cuestionada, la moral de la misma seguiría por el piso y desde el ministerio del interior continuarían de diagnóstico en diagnóstico con poca ejecutividad.

Pensándolo bien, tuvimos mucha suerte de qué lado cayó la pelota.

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