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Entre la humillación y la guerra

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pedro bordaberry
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Mientras en la comarca seguimos discutiendo sobre las bondades o maldades de la ley de urgente consideración el mundo ha estallado en guerra.

Cuando esto sucede no caben las medias tintas. Los que utilizando la fuerza atacan a otro país para anexar sus territorios deben ser firmemente condenados.

La pretensiones y veleidades de expansión del Señor Putin son no solo una violación al principio de autodeterminación de los pueblos,sino un acto de guerra y violencia que como tales deben ser rechazados. Si a ello le agregamos sus mentiras y justificaciones propias de un adolescente tratando de ocultar sus faltas a los padres, el camino debe ser la condena.

Nadie cree que Ucrania pretendía atacar a Rusia o que hay repúblicas independientes dentro de Ucrania que pidieron ayuda. Los rusos pretenden ampliar sus territorios. Como lo hicieron con Crimea en 2014 y lo seguirán haciendo con otros en el futuro cercano si no se reacciona.

Es claro que Putin ha llegado hasta donde ha llegado por la negligencia de varios líderes mundiales que en forma tibia respondían amenazando con sanciones económicas que no son suficientes para frenar al nuevo fuhrer.

En 1939, previo a la Segunda Guerra Mundial, se vivieron situaciones parecidas. Hitler avanzaba en los sudetes y prometía cosas en las que Chamberlain creyó. Este llegó a expresar meses antes del inicio de la gran contienda que había “logrado la paz para nuestros tiempos”.

Winston Churchill le contestó que había optado entre la humillación y la guerra y “que habiendo optado por la humillación los llevaría a la guerra”. Fue lo que sucedió poco tiempo después.

No hay dudas de que la estrategia tanto de los Estados Unidos como de la Unión Europea para evitar la invasión rusa fracasaron. A los hechos me remito . Si pensaban que amenazando con sanciones económicas o adoptándolas iban a evitar la invasión de Ucrania le erraron. Y le erraron feo.

Putin previó las sanciones, se fortaleció financieramente para enfrentar una situación de este tipo y cuenta con el apoyo implícito de China. Al lado de él, el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, parece un niño.

Desde hace ya meses que anda el rumor que Rusia anexaría por la fuerza a Ucrania y China a Taiwan. La primera parte del rumor se confirmó. Varios cazas chinos sobrevolaron esta semana el espacio aéreo de Taiwán. Los mismos analistas dicen que Rusia seguirá de largo y que las provincias bálticas y hasta Hungría podrían ser los próximos.

Este no es un tema menor para nuestro país que ha apostado mucho al relacionamiento con China, incluyendo un anunciado tratado de libre comercio con dicho país. Con Rusia la dependencia es menor y consiste principalmente en carne, menudencias, productos lácteos (manteca, leche en polvo y quesos), soja y cítricos.

El problema ahora es lo que viene.

El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, no ha sido lo suficientemente enérgico y hábil para enfrentar este conflicto. Es en estos momentos que el contraste con sus antecesores aparece más marcado.

Biden hace semanas viene anunciando que de acuerdo con sus informes Putin preparaba una invasión. Pues bien, si lo sabía ¿cómo es que no hizo algo efectivo para evitarla?

En palabras de Churchill optó por la humillación que llevó a la guerra.

Una guerra es un fracaso. No prevenirla, no evitarla es un fracaso.

Es increíble que sigan existiendo personajes nefastos que miran a otros países y el mundo de la misma forma que miran un juego de mesa donde anexan territorios.

Sátrapas para los cuales no parece importar que en los mismos haya seres humanos, mujeres, hombres, viejos, jóvenes y niños. Personas que sufrirán las consecuencias de los desvaríos de grandeza de estos pseudo fuhrers.

Una mirada a nuestra América vuelve a mostrar dónde está cada uno.

El dictador Maduro y su colega Ortega, desde Venezuela y Nicaragua, aplauden la guerra de Putin y la apoyan. Nuestro Presidente y el de Ecuador condenan lo sucedido, defienden el principio de autodeterminación, piden que se respete la independencia, la integridad territorial y soberanía de Ucrania. Los de Brasil y Argentina llaman a una salida negociada que respete los intereses de ambas partes y evite el uso de la fuerza.

El problema es lo que viene en el que aparecerán los que justifican lo que está haciendo Putin. Si Rusia sigue de largo y se mete con Hungría o las repúblicas bálticas. Si China se anexa Taiwan. El problema se agravará porque la Otan deberá intervenir y ya no con medidas económicas.

Ahí habrá que ser claro sobre de qué lado se está. Alguno dirá que los países no tienen amigos sino intereses y que habrá que privilegiar los últimos sobre los primeros. El problema es que el interés de un país como el nuestro es que se resuelvan los conflictos por la negociación y no por la fuerza y que se respeten los principios de autodeterminación de los pueblos, la integridad territorial y la soberanía.

No solo porque nos va en el respeto de ellos nuestra propia supervivencia dado nuestro tamaño y poderío. Fundamentalmente porque esos son los valores y derechos en los que creemos.

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