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Empezar por el final

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pedro bordaberry
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Los bertsolaris son improvisadores de versos del País Vasco. Poetas que cantan, componen e improvisan versos. A veces compiten entre sí por la boina, un premio en metálico. Son parecidos a nuestros payadores folklóricos.

Es interesante como los bertsolaris arman sus estrofas. Comienzan por el final y no por el principio. Cumplen, al construir su estrofa de atrás para adelante, con el axioma escolástico de que lo primero es el fin aun cuando sea lo último en ejecución. Viene a cuento la forma en que los bertsolaris arman sus estrofas con las propuestas y los pedidos para que el Estado gaste más.

Se juntaron en ese pedido los frenteamplistas gas-tadores compulsivos de los últimos quince años, algunos keynesianos vernáculos, varios partidos socios de la coalición multicolor y hasta quienes ayer pedían el cuidado del gasto. Estos últimos lo hacen desde su experiencia de que ese aumento del déficit será inevitable.

Otro elemento que fundamenta las propuestas de mayor gasto son las bajas tasas de interés que hay en estos momentos. Sin embargo, hay un par de cosas que deben tenerse en cuenta.

La primera, que a tasas bajas o altas, un día ha- brá que pagar la cuenta. Y si la deuda aumenta, también crecen los riesgos de cobro de ella, y por ende subirán los intereses. Por más datos averiguar en Venezuela o pagar dos o tres meses el mínimo de la tarjeta de crédito.

Lo segundo, es cómo se gasta más. Sería bueno hacer como los bertsolaris y empezar por el final.

¿Gastar más y solo gastar más es suficiente? ¿No habrá que preguntarse cómo gastar y en qué gastar? Asegurarnos que el gasto será beneficioso y sobre todo eficiente para lograr los objetivos. ¿Gastar como se gastó en Ancap durante el gobierno de Mujica? ¿Volver al desarrollismo mágico? Ese que pretendía un Uruguay industrial a partir de plantas de cemento o cal, o gastos desmedidos en publicidad, sin tener en cuenta mercado ni la utilidad.

¿Volver a lo que impuso un costo enorme para producir biocombustibles que hoy son una carga para todo el aparato productivo nacional? ¿O gastar en aumentar un 20% la cantidad de funcionarios públicos como hizo el FA? ¿Otra deficitaria reforma jubilatoria como la del 2008?

Si se va a invertir se debe hacerlo en lo que el país necesita para crecer y producir lo suficiente. De esa forma el día de mañana se podrá pagar el crédito. Y, más importante, hacerlo eficientemente.

Lo más complejo no es conseguir los fondos. El problema central es cómo se gasta en el Uruguay.

¿Tenemos la capacidad de ejecución para hacerlo, o nos llenaremos otra vez de consultores que se llevarán su tajada? Los Ministerios, la Corporación Nacional para el Desarrollo o quien sea, ¿poseen las capacidades para ejecutar las obras e inversiones?

¿Siquiera la tienen para concesionarlas o adjudicarlas a privados y, lo más importante, controlar que se cumplan de acuerdo con lo programado?

¿No se correrá el riesgo de proyectar otra Arena de 40 millones de dólares que terminó costando 120 y tiene déficit operacional? Una Arena cuyo plan de negocios consistía, entre otras cosas, en los ingresos que se iban a recaudar por el envío de SMS durante los espectáculos. Los espectáculos no llegaron pero sí lo hizo Whatsapp. Unos visionarios.

¿Volveremos a las dos privatizaciones de Pluna? ¿La de la asociación con Varig o la de Campiani?

Uruguay tiene experiencia en gastos y concesiones exitosas que pueden servir de ejemplo. Cualquiera que pase por el Aeropuerto de Carrasco hoy y recuerde lo que era antes, puede apreciarlo. Lo mismo sucede con el Aeropuerto de Punta del Este.

Es que se empezó por el final: cuántos pasajeros pasarían, cuánto se recaudaría, cuánto era la inversión necesaria, cuántos años se necesitarían para recuperarla con una tasa sensata de retorno. Un proceso transparente cuyo resultado fue uno de los mejores aeropuertos de Latinoamérica. El concesionario, el gobierno y los uruguayos contentos.

La concesión de la Terminal Cuenca del Plata en el puerto de Montevideo es otro ejemplo.

La Corporación Vial del Uruguay también.

La planta de cemento de Ancap en Paysandú (parte de la cual permanece en contenedores) también enseña. En este caso sobre lo que no se debe hacer. Como enseñan los pilotes de la regasificadora detrás del Cerro o el Corredor Garzón en Montevideo. Por ello lo primero que se debe hacer es un listado de aquellas cosas en que el gasto puede tener efectos positivos.

¿El tercer carril de la ruta interbalnearia? ¿Las doble vías Pan de Azúcar-Rocha, Pando-Minas, Ruta 1-San José, Canelones-Durazno? ¿La Ruta 14 empezando por La Coronilla? ¿La Ruta 4 que acercaría 100 kmts Artigas a Montevideo? ¿Más puertos deportivos en Montevideo o Canelones? ¿La transformación de los asentamientos en localidades con casas dignas y servicios? ¿100 liceos públicos de gestión comunitaria?

¿Cuáles serán los mecanismos para ejecutar el gasto y cómo se controlará?

Empecemos por discutir esto.

Por el final, como los bertsolaris.

De lo contrario nos encontraremos como sus colegas orientales, los payadores, cantando sobre a quién dar dinero de los contribuyentes y no pensando en el mañana.

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