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El dinosaurio estaba ahí

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pedro bordaberry
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El microcuento es una construcción literaria cuya característica principal es la brevedad. En unas pocas palabras se debe sorprender al lector y lograr de este la complicidad para que lo entienda y desarrolle.

El más famoso es uno del guatemalteco Augusto Monterroso que, con seis palabras y una coma, escribió este cuento:

“Cuando despertó, el dinosaurio estaba ahí”.

Cuántas cosas puede uno imaginar o construir a partir de esta frase. ¿Quién se despertó? ¿El dinosaurio es efectivamente ese animal prehistórico o representa a alguien antiguo, grande y pesado? ¿Es algo que se resiste al cambio?

Releyendo uno de los artículos de la Ley de Urgente Consideración que se pretende derogar, el de la portabilidad numérica, recordé este cuento.

¿Qué significa portabilidad numérica?

Que si uno cambia de compañía telefónica (por ejemplo de Claro a Movistar, o de este a Antel o viceversa) conserva su número. Busca beneficiar al usuario. Si al cambiar de compañía también se debe mudar de número (como hoy) surge el problema de comunicarle esto a los contactos. La comodidad para el ciudadano es evidente.

Desde el Frente Amplio dicen que con eso se afecta a Antel, la soberanía nacional y otros eslóganes sesentistas. Ponen por delante el presunto interés de la empresa estatal y no el de los usuarios.

El tema, pese a lo simple, es profundo porque está en juego qué es más importante, ¿el ciudadano o la empresa estatal?

La ley aprobada pone en el centro el interés del usuario. En la vereda contraria la propuesta de derogación pone el énfasis en lo que cree es el interés de la empresa pública. Pretenden contar con una traba para asegurar que por más que el ciudadano quiera cambiar de compañía, no lo haga. No se enfocan en la eficiencia o el mejor servicio. No. Quieren afectar el derecho del usuario de optar por otro servicio. Lo hacen causándole complicaciones.

Tampoco ven en esto una oportunidad. Si estuvieran seguros que el servicio de la empresa estatal es mejor verían la portabilidad numérica como una oportunidad de tener más clientes. Pero se ponen a cuidar la chacrita.

Esto no es nuevo.

Allá por 1986 me mudé de domicilio y pedí a Antel una línea telefónica. Era la época previa a los celulares. La respuesta fue “no le podemos dar una línea porque no hay borne”. Algo habitual en aquellos tiempos. La telefónica estatal tenía el monopolio pero no solo no permitía que otra empresa compitiera con ella. Ni siquiera tenía capacidad para atender la demanda. Resultado: muchos uruguayos no podíamos hablar por teléfono.

Si uno estaba en las zonas rurales el tema era aún peor. Tenía que llamar a una telefonista en el pueblo a la que le pedía que lo comunicara con un determinado número. Rara vez la comunicación era inmediata. La telefonista nos estimaba el tiempo que demoraría en poder contactarnos. Podía ser media, una, dos, o más horas. Muchas veces nos decía que la demora era indeterminada. ¿Qué significaba esto? Que no sabía a qué hora nos comunicaría.

Existía la posibilidad, pagando más dinero obviamente, de pedir una comunicación urgente. En ese caso la espera se reducía a la mitad. Aunque en algunas ocasiones cuando la demora era indeterminada, es decir sin plazo, y uno la pedía urgente nos contestaban que seguía siendo indeterminada “¡pero con preferencia!”.

En la década de los noventa se quiso cambiar esto terminando con el monopolio. Era una buena forma de responder a la demanda y sobre todo obligar a Antel a brindar un mejor servicio. Desde el FA se recurrió a la voluntad popular y se lograron los votos para anularla.

Por suerte no impugnaron la parte que permitía la competencia en la telefonía celular. Se abrazaron solo a la fija. Con esa falta de visión hacia dónde iba el mundo que tuvieron no imaginaron que el futuro eran los celulares y no las líneas fijas.

Su error permitió la competencia en el mercado de celulares y el notable desarrollo posterior. Hoy conseguimos líneas, nos ofrecen promociones y nadie nos responde que no hay borne o demora indeterminada. Si lo llegaran a hacer cambiaríamos de empresa.

Lo interesante es que, pese a competir, Antel es líder en el mercado. Es que lo importante es poder hablar por teléfono, whatsappear, acceder a internet. No que Antel se asegure que si nos brinda un mal servicio no podamos cambiar.

Esa falta de visión sobre lo que se viene la vimos también con el Antel Arena. En la justificación que se presentó en su momento el FA contaba como uno de los ingresos el cobro de mensajes de texto (SMS) que haría Antel los días que hubieran espectáculos

No previeron que llegaría whatsapp. No arribaron los espectáculos, nadie manda ya SMS y el Arena pierde millones de dólares por año.

Ahora quieren volver a asegurarse la chacrita no permitiéndonos a los ciudadanos mantener nuestro número si cambiamos de compañía.

Creo que fue por ello que cuando vi que iban contra la portabilidad numérica me sentí como el personaje no mencionado del microcuento de Monterroso.

Desperté y vi que el dinosaurio seguía ahí.

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