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Dos más dos es cinco

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pedro bordaberry
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Cuando vi por primera vez la película “1984” me pareció poco creíble. El film se basa en la novela del mismo nombre de George Orwell.

Los protagonistas, Winston Smith (John Hurt) y Julia (Suzanna Hamilton), viven en una Londres futurista. Winston trabaja en el Ministerio de la Verdad que cambia todo el tiempo la historia de acuerdo con los dictados del Gran Hermano. Este controla a todos los ciudadanos, grabando y filmándolos las veinticuatro horas.

Cualquiera que vea la película hoy dirá no solo que es creíble sino, también, una buena descripción de la actualidad. Lo interesante es que Orwell escribió la novela en 1949. Es decir, se adelantó sesenta o setenta años a lo que hoy vivimos.

Volviendo a la trama, resultan interesantes los lemas que se repiten todo el tiempo como una verdad: “la guerra es la paz”, “la libertad es esclavitud” o “la ignorancia es fuerza”. A primera vista estos conceptos contradictorios parecen inaceptables. ¿Cómo puede ser que la libertad sea esclavitud?

Sin embargo, el Gran Hermano lo logra mediante la llamada policía del pensamiento. También imponiendo un nuevo léxico que transforma las palabras existentes de forma que lo que no forma parte de la nueva lengua no puede ser pensado. Por último recurre a la repetición de los lemas y la manipulación de la información.

A veinte o más años de haber visto por primera vez la película y leído la novela mi primera opinión cambió y me produce admiración. Observo al mundo actual, a nuestro propio Uruguay y constato que muchas cosas que suceden en la novela hoy suceden.

Existe una suerte de policía del pensamiento en redes sociales que censura al que discrepa.

Como en el mundo orwelliano hoy nos quieren imponer la neo lengua del todes o el tod@s.

También asistimos a la manipulación de la información o a tratar de convencer no con la razón sino con la repetición.

¿Qué son sino los instructivos que desde un gremio se enviaron hace unos días a médicos para que graben mensajes en videos? Si hasta se les indicó cuánto debían durar, el contenido que debían tener y a quién mandarlos (sus grupos de whatsapp).

Otra muestra fue la filmación de un bus pasando por el túnel que se construyó en las Avenidas Italia y Centenario. Lue- go de dos años cortando uno de los cruces más transitados de la ciudad y una inversión de 18 millones de dólares la Intendencia de Montevideo inauguró uno de los dos carriles previstos. En el mismo colocaron un cartel que dice que la altura permitida es de 4,10 metros.

Ante la queja de ediles que señalaron que los buses de pasajeros podían tener problemas de altura al pasar por ese túnel de costo millonario, la respuesta de las autoridades municipales fue digna del Ministerio de la Verdad orwelliano.

Sostuvieron que en realidad el cartel indica 4,10 metros pero está colocado a 4,30. Además que dentro del túnel la altura es de 4,60 y que los vehículos también podrán circular por la calle lateral.

Para apoyar esto llevaron un bus que, a muy lenta velocidad y con mucho cuidado, pasó por debajo del cartel. Así como la guerra es la paz, el cartel dice 4,10 pero pueden pasar hasta 4,30 sin romperlo y dentro del túnel pueden llegar a 4,60. Pero por si acaso pueden circular por la calle lateral sin limitación de altura porque hicieron las cosas bien.

Para eso el Gran Hermano lo filma y todes lo repiten en las redes sociales.

Algo similar ocurrió hace unos años con el inexistente título de Licenciado en Genética Humana de quien fuera Vicepresidente de la República. Una senadora del Frente Amplio no solo sostuvo que el referido título existía sino que ¡ella lo había visto!

El título nunca apareció pero no importa. Como en la Londres de Winston y Julia “la ignorancia es la fuerza”.

En una entrevista Orwell dejó en claro el peligro de esto. Para él “la historia se está escribiendo no desde el punto de vista de lo que ocurre, sino desde el punto de vista de lo que tenía que haber ocurrido según las distintas líneas del Partido. Así la mentira se convierte en verdad. El objetivo de esto es un mundo de pesadilla en el que el jefe, o la camarilla gobernante, controla no solo el futuro sino también el pasado. Si el jefe dice que tal o cual acontecimiento no sucedió, no sucedió; si dice que dos y dos son cinco, dos y dos son cinco”.

Dentro de poco nos dirán que el Corredor Garzón fue una gran obra, el Antel Arena costó poco y es rentable, Ancap no perdió cientos de millones de dólares, los pilotes de la Regasificadora no están sepultados en el Río de la Plata, los niños comen pasto, el Frente Amplio no pidió el default en el 2002 ni la cuarentena total en el 2020, Bonomi bajó los delitos, Astori no nos trajo el IRPF, Venezuela y Cuba son democracias, los tupamaros no se levantaron contra un gobierno democrático y el tren de los pueblos libres que inauguraron Fernández de Kirchner y Mujica está uniendo todos los días Buenos Aires con Paso de los Toros.

Hasta harán un instructivo para que todos y todas subamos videos a las redes y lo mandemos a nuestros grupos de whatsapp.

Al final del día como el pobre Winston Smith repetiremos que dos más dos es cinco y que la guerra es la paz.

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