Publicidad

¿Sesgo de selección?

Compartir esta noticia

La expansión de los liceos gratuitos de gestión privada está generando reacciones nuevas y viejas. Entre las nuevas está la idea de que un sindicato funde un liceo.

La expansión de los liceos gratuitos de gestión privada está generando reacciones nuevas y viejas. Entre las nuevas está la idea de que un sindicato funde un liceo.

Entre las viejas están las declaraciones de la directora de Secundaria, que se sumó a quienes lamentan que haya cientos de chicos residentes en zonas desfavorecidas que están recibiendo una educación capaz de darles un futuro.

Entre las objeciones manejadas por los críticos, hay una que se reitera: estas experiencias no tienen mayor mérito porque hay un sesgo de selección. Instituciones como el Jubilar, Impulso o Providencia eligen a sus alumnos, mientras que los liceos públicos no.

Los sesgos de selección son un tema conocido en las ciencias sociales. El problema consiste en que la selección de casos no es neutra, de modo que los resultados no son comparables. A veces, el sesgo es introducido por el propio investigador. Otras veces es generado por el objeto de estudio.

¿Qué clase de sesgo puede detectarse en el caso de los liceos gratuitos de gestión privada? No, por cierto, los asociados a los niveles de ingreso o al lugar de residencia, porque en este terreno se imponen condiciones similares a las del liceo público más exigido. Lo que los críticos denuncian es que hay una selección por escolaridad previa y otra por actitud familiar.

Respecto de lo primero, es verdad que el Jubilar exige que los aspirantes no hayan repetido más de un año en Primaria, mientras que Impulso requiere que no sean más de dos. ¿Puede esto explicar las diferencias?

Las tasas de repetición en primaria han caído sensiblemente. En el año 2014, la tasa para todo el ciclo fue del 5,2%. El grado con mayor repetición fue primero, con un 13%. Estas cifras son peores para los alumnos del primer quintil de ingresos (o sea, el 20% más pobre) que asiste a escuelas urbanas de Montevideo. Entre ellos, la repetición en primer año es del orden del 20%. Pero quienes repiten más de un grado son bastante menos y quienes repiten más de dos no llegan al 10%.

El otro factor es la actitud familiar. Para ingresar a un liceo gratuito de gestión privada, la familia debe presentar una solicitud de inscripción sabiendo que se exigirá bastante a los alumnos. Los liceos públicos, en cambio, deben recibir a todos, incluyendo aquellos que llegan sin expectativas ni apoyo. ¿Puede esto explicar lo que ocurre?

En el año 2014, se presentaron en el Liceo Impulso 514 aspirantes. Dada la capacidad del instituto, 100 de ellos ingresaron por sorteo y el resto tuvo que elegir otro lugar. Algo similar ocurre en el Jubilar, que aceptó 70 de 320 interesados. Quiere decir que, de más de 800 alumnos cuyas familias dieron muestras de interés en mejorar la educación de sus hijos, solo 170 fueron aceptados. La gran mayoría terminó en un liceo público. El mismo fenómeno se repite cada año. En 2015, el Liceo Providencia admitió 60 de un total de 224 inscriptos, e Impulso admitió a 100 de 458 candidatos.

Los liceos privados de gestión gratuita casi no tienen deserción y tienen tasas de repetición que oscilan entre el 0 y el 5% interanual. En los liceos públicos de Montevideo que atienden a alumnados comparables, la deserción acumulada a lo largo del Ciclo Básico es del orden del 20% y la repetición ronda el 50%.

¿Es razonable afirmar que esta enorme diferencia de resultados se debe a sesgos de selección?

SEGUIR
Pablo Da Silveira

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad