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Sentido de urgencia

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PABLO DA SILVEIRA
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Uno de los rasgos más preocupantes del oficialismo es su falta de sentido de urgencia. El Frente Amplio gobierna como si el tiempo no existiera. Las cosas se hacen a un ritmo cansino, y la respuesta habitual ante cualquier bloqueo interno es postergar las decisiones.

Pero el tiempo no sólo existe, sino que nos juega en contra. Cuanto más demoremos en encontrar respuestas adecuadas, más difícil será resolver los problemas y más riesgo correremos de que se vuelvan irreversibles.

Demorar en solucionar los problemas de la enseñanza no es gratis. Cada día que pasa sin concretar cambios, más jóvenes dejan de estudiar sin haber culminado el ciclo de la enseñanza obligatoria. Demorar seis años en superar, por ejemplo, la actual crisis de la formación docente significa dejar pasar todo el tiempo que un alumno necesita para terminar Primaria o la Enseñanza Media. Aunque las soluciones finalmente fueran buenas, esos alumnos ya no podrían beneficiarse.

Lo mismo vale en otros campos. Sacar a una persona de la pobreza o de la marginalidad es más fácil cuanto menos tiempo lleve en ellas. Si alguien lleva poco tiempo sin poder generar los ingresos que necesita para vivir, es relativamente fácil ofrecerle alternativas que le permitan salir de esa situación (por ejemplo, oportunidades de formación profesional). Pero si alguien pertenece a la segunda o tercera generación que vive de los programas sociales, introducirlo en el mundo y la cultura del trabajo es una tarea mucho más ardua.

Lo mismo pasa con las cárceles. Cada día que pasa sin cambiar, nuestras cárceles siguen funcionando como escuelas del delito. Cada nuevo joven que ingresa por primera vez en el sistema carcelario, desembarca en un mundo de inseguridad, descontrol y violencia que probablemente lo empuje al consumo de drogas y lo hunda en la cultura del delito. Cuando más demoremos en resolver ese problema, mayor será el número de personas que hayan vivido ese proceso.

Las cosas no son diferentes en la economía. Cada día que pasa sin que salgamos de la situación de aislamiento comercial en la que está el país, más difícil será la tarea de encontrar buenos destinos para nuestras exportaciones. Competidores directos como Australia y Nueva Zelanda tienen firmados acuerdos comerciales que los ponen en la senda de una progresiva reducción de aranceles para sus productos. Aunque nosotros firmáramos hoy esos mismos acuerdos, ya arrastraríamos años de desventaja. Y lo peor es que no hay mayores posibilidades de que eso ocurra en breve. Mientras tanto, parte de nuestro aparato productivo se desmantela, lo que hace todavía más difícil la recuperación.

Un estado de saludable ansiedad es la mejor disposición para gobernar. Dejar pasar el tiempo sin concretar soluciones no equivale a no hacer nada, sino a retroceder y debilitarnos. Pero ese estado de ánimo parece ser ajeno al Frente Amplio. Cuando escuchamos a muchos de sus voceros (por ejemplo, a las autoridades educativas minimizando los problemas y exagerando sus logros) parece que pensaran que tienen todo el tiempo por delante. Ni Netto, ni Bonomi ni el propio presidente Vázquez transmiten ninguna sensación de urgencia.

Esta es una de las principales razones por las que es necesario un cambio de gobierno. Necesitamos menos autocomplacencia y menos bloqueos internos. Ahí afuera hay un país que espera soluciones.

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