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Picando carne

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La caída de Juan Pedro Tinetto como director general de Secundaria fue el broche que cerró un año complicado. Hay, al menos, tres causas que hicieron casi inevitable la remoción del jerarca.

La primera fue la clara conciencia de que Tinetto no estaba consiguiendo ser eficaz. Más allá de sus buenas intenciones (y la opinión general es que las tuvo) nunca encontró la manera de modificar los hechos. El año lectivo 2013 fue el de mayor cantidad de días de clase perdidos en más de dos décadas. La causa principal fueron los paros. Las autoridades hicieron pública su voluntad de compensar esas pérdidas, pero el año se extinguió sin que se haya recuperado más que una pequeña parte. Del mismo modo, en varias declaraciones oficiales se anunció la voluntad de modificar el régimen de elección de horas docentes que tanto daño hace al funcionamiento de nuestros liceos. Pero el año 2013 empezó y terminó con conflictos en torno a este tema, sin que se hubiera modificado una coma de la reglament

La caída de Juan Pedro Tinetto como director general de Secundaria fue el broche que cerró un año complicado. Hay, al menos, tres causas que hicieron casi inevitable la remoción del jerarca.

La primera fue la clara conciencia de que Tinetto no estaba consiguiendo ser eficaz. Más allá de sus buenas intenciones (y la opinión general es que las tuvo) nunca encontró la manera de modificar los hechos. El año lectivo 2013 fue el de mayor cantidad de días de clase perdidos en más de dos décadas. La causa principal fueron los paros. Las autoridades hicieron pública su voluntad de compensar esas pérdidas, pero el año se extinguió sin que se haya recuperado más que una pequeña parte. Del mismo modo, en varias declaraciones oficiales se anunció la voluntad de modificar el régimen de elección de horas docentes que tanto daño hace al funcionamiento de nuestros liceos. Pero el año 2013 empezó y terminó con conflictos en torno a este tema, sin que se hubiera modificado una coma de la reglamentación.

La segunda gran piedra en el camino de Tinetto fue el largo culebrón sobre las cifras de repetición. Como se recordará, un equipo de periodistas de este diario decidió iniciar una investigación al respecto y solicitó información a las autoridades. Como no hubo respuesta, los periodistas decidieron acudir a la justicia, exigiendo que se aplicara la ley de acceso a la información pública. El juez dio la razón a los periodistas y ordenó a las autoridades educativas que proporcionaran los datos solicitados, desagregados por centro de estudio.

Las autoridades de Primaria obedecieron enseguida. Las cifras que proporcionaron fueron preocupantes, pero el tema pasó rápido. En cambio, las autoridades de Secundaria intentaron maniobrar. Primero dijeron que no tenían los datos, luego dieron una información muy general e insuficiente, después argumentaron que no era conveniente difundirla. Cuando, ante la firmeza del juez, no tuvieron más remedio que proporcionar los datos, el asunto se había convertido en un tema de primera magnitud. Si a eso se agrega que las cifras eran catastróficas, es fácil entender el efecto demoledor que tuvo el episodio. Naturalmente, Tinetto no puede ser considerado responsable de las altas tasas de repetición (un problema que lo precede) pero su torpeza política generó malestar en el gobierno.

El tercer y definitivo golpe para Tinetto llegó con los resultados de PISA 2012, que fueron los peores desde que Uruguay participa en estas mediciones. Pese a todo el dinero que se está gastando y a los muchos anuncios sobre planes de mejora, las cifras mostraron sin apelación posible que cada vez estamos peor.

Sería injusto responsabilizar a Tinetto de la verdadera debacle en la que está hundida nuestra enseñanza secundaria. Pero es bueno recordar que, cuando asumió el cargo en 2012, generó una luz de esperanza y recibió amplios apoyos. Era un hombre que había pasado muchos años adentro del sistema y tenía fama de buen organizador. Su fracaso es grave justamente por esa razón: porque confirma que el monstruo burocrático que hemos creado no dejará de triturar gente hasta que no cambiemos por completo sus reglas de funcionamiento.

El gobierno ha entregado la cabeza de Tinetto en una bandeja, como manera de intentar aliviar la tensión política. Pero las cosas siguen tan mal como antes de su salida, y difícilmente cambien en 2014.

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Pablo Da Silveira

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