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Mentiras en Primaria

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Pablo Da Silveira
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En los últimos días de diciembre se divulgaron cifras oficiales que colocan a la repetición en Primaria en su mínimo histórico: solamente un 3,8% de los escolares debió repetir en 2018. Eso equivale a 9.250 alumnos.

Tanto si lo miramos en porcentajes como en números absolutos, se trata de la cifra más baja en toda nuestra historia educativa.

Las autoridades festejaron el dato con alborozo, y siguieron haciéndolo durante días. El 31 de diciembre, el consejero Héctor Florit difundió un mensaje en las redes que decía: "Desde 1967 en que la repetición era del 23%, todas las administraciones impulsaron bajarla. En las últimas se logró porque hubo más recursos, creaciones de cargos, maestros de apoyo, Plan Ceibal y mucho compromiso del Magisterio. No hay magia ni presiones… Hay TRABAJO".

Si las cosas fueran así, un mínimo deber de honestidad obligaría a felicitar a las autoridades. Aparentemente lograron lo que nadie había podido antes: bajar la repetición, no por el camino fácil de disminuir la exigencia sino por el del trabajo serio.

El problema es que el más mínimo análisis desmiente esta versión.

Una primera señal de alarma es la relación entre la repetición en Primaria y la repetición en el primer año del Ciclo Básico. Durante los gobiernos del Frente Amplio, la repetición en Primaria cayó de manera constante. En el año 2004 repetía el 8,6%, en 2013 lo hacía el 5,4% y en 2018 el 3,8%. La repetición en sexto año se ubica desde hace tiempo por debajo del 2%. El problema es que, durante ese mismo período, la repetición en el Ciclo Básico ha sido del orden del 30%.

¿Cómo explicar que los alumnos de Primaria aprendan lo suficiente para casi no repetir en sexto año de escuela, pero luego fracasen masivamente (casi 1 de cada 3) cuando empiezan el siguiente ciclo? O bien hay un nivel de exigencia desmedido en el Ciclo Básico (fenómeno sobre el que no existe el menor indicio) o bien los alumnos salen de la escuela sin repetir pero sin haber aprendido.

Para sacarse la duda es bueno mirar el informe sobre desempeño de alumnos de tercero y sexto de Primaria presentado por el Instituto de Evaluación Educativa (INEEd) a fines de 2018. Tras analizar los niveles de aprendizaje en lectura y matemáticas, el informe concluye que "una parte muy significativa de quienes egresen de primaria lo harán con un nivel de competencias básicas que es muy probable que les dificulte transitar con éxito la educación media". Dicho en breve: pasan sin haber aprendido. A eso se suma un grave problema de equidad.

Los datos desmienten la visión edulcorada que presenta el consejero Florit. La caída de la repetición en Primaria no se debe a una mejora en los aprendizajes sino a una baja en los niveles de exigencia. El método para lograrlo es exactamente el que él niega: existen innumerables testimonios de presiones informales ejercidas sobre los maestros para que promuevan a sus alumnos.

Sería bueno poder festejar una caída genuina de la repetición, pero no es eso lo que está ocurriendo. Simplemente estamos ante una política irresponsable y demagógica, que prefiere mejorar las estadísticas aunque sea al precio de dejar sin futuro a miles de uruguayos. Lo que importa no es la educación sino el marketing. Es una pena que el consejero Florit se haya sumado a este falso festejo. Todo indica que, lamentablemente, también él se ha "nettizado".

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