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Karl Marx, 200 años

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Pablo Da Silveira
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A 200 años del nacimiento de Marx, ¿qué aspectos de su pensamiento se mantienen vigentes? Como economista, muy poco. Todo su razonamiento está basado sobre algunos supuestos que se han desmoronado.

El primero de esos supuestos es que el valor económico de los bienes que se transan en la economía depende de la cantidad de trabajo que fue necesaria para producirlos. Esta es una idea muy antigua, que aparece en los escritos de Locke e (intermitentemente) en los de Adam Smith. Pero en el tiempo en que Marx escribía, empezaba a quedar claro que esa noción era falsa.

La cantidad de trabajo requerida para producir un bien determina en gran medida su costo de producción. Pero lo que va a determinar su valor en el mercado es (gruesamente) la relación entre oferta y demanda, es decir, la relación entre la cantidad de bienes similares que se están ofreciendo y la cantidad de personas que los están buscando. Si el costo de producción supera la cantidad de dinero que el mercado está dispuesto a pagar por un bien, esa es una buena razón para no producirlo. Pero el precio no depende de ese factor. Una vez que este punto queda claro, la teoría económica de Marx, y muy en especial su doctrina de la plusvalía, quedan en graves problemas. Algunos analistas sostienen que esta es la razón por la que "El Capital" es una obra sin terminar.

Un segundo problema de la teoría económica de Marx es su apelación a la racionalidad de actores colectivos como la clase social. Las ciencias sociales contemporáneas (y muy en especial la teoría económica) han abandonado esta visión para adoptar lo que técnicamente se llama "individualismo metodológico": un comportamiento colectivo solo ha sido debidamente explicado cuando se han identificado las razones que motivan la acción de los individuos que lo componen.

Los marxistas analíticos de los años 80 (no hay peor astilla que la del mismo palo) demostraron que la metodología "colectivista" de Marx conduce a toda clase de confusiones. El ejemplo clásico es la tesis de que los desempleados constituyen un "ejército de reserva" que los capitalistas necesitan para deprimir los salarios (si sus empleados no aceptan esas retribuciones, se los amenaza con ser sustituidos por quienes no tienen trabajo). Autores como Jon Elster mostraron que ningún empresario real actúa de esa manera. Dado que los capitalistas son maximizadores de utilidad (es decir, agentes que aprovechan todas las oportunidades que se les ofrecen para ganar dinero) ninguno de ellos tomaría la decisión individual de emplear a menos gente de la que podría, solo para proteger los intereses de la clase a la que pertenece.

La teoría económica actual no tiene nada de marxista. Los intentos de resucitar ese punto de vista (por ejemplo, el de Thomas Piketty) han generado más críticas que adhesiones de calidad. ¿Qué queda entonces? Probablemente, poca cosa. Un cientista social con algunos puntos de vista valiosos ("El 18 brumario de Luis Bonaparte" sigue siendo un libro con algunos pasajes interesantes) y, sobre todo, un intelectual que fue muy exitoso en la construcción de puentes entre su propio pensamiento y la acción política (la Primera Internacional, con todos su conflictos internos, sigue siendo un logro asombroso). Pero lo que más importa tener claro es que la teoría contemporánea de la democracia le debe muy poco a Karl Marx.

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