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Ganó la política

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PABLO DA SILVEIRA
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En las elecciones del domingo, el gran ganador fue la política democrática. Ganó la política porque hubo una participación superior al 40%, lo que es un valor más alto que la tasa registrada hace cinco años y más de lo que pronosticaban las encuestas.

Algunos profetas de la antipolítica se habían adelantado a anunciar que la participación iba a ser baja, y que la culpa era de los políticos. Pero no fue eso lo que ocurrió. Una participación superior al 40% en un domingo frío y lluvioso, con las vacaciones de julio ya empezadas, es un razonable signo de vitalidad y compromiso ciudadano. Sería bueno que, con el mismo énfasis que algunos anunciaron la decadencia, ahora reconozcan que estamos mejor de lo que pensaban.

Ganó la política porque los uruguayos votaron masivamente por candidatos que sienten respeto por nuestro sistema político y por las reglas del juego democrático. El gran cataclismo que muchos auguraban estuvo lejos de ocurrir. Los uruguayos demostraron que no alcanza con mucho dinero ni con prácticas de campaña sucia para vender una candidatura como quien vende un champú. Ahora está claro que el fenómeno del que tantos hablaron fue siempre una burbuja, similar a esas burbujas inmobiliarias que un día estallan y dejan el tendal. Varios encuestadores, analistas y opinólogos deberían repasar lo que escribieron o dijeron en los últimos meses.

Ganó la política porque quedó conformado un buen abanico de candidatos, con perfiles distintos y apoyados por partidos diferentes, pero todos ellos en condiciones de asumir responsabilidades. Los uruguayos tienen entre qué elegir, y esa es la esencia misma de la democracia. En las próximas semanas se terminarán de conformar las fórmulas y cada partido pondrá a punto sus propuestas, pero desde ya sabemos que tendremos una campaña que ofrecerá alternativas reales.

Ganó la política porque todos los candidatos electos eligieron un discurso constructivo, que se aleja de la lógica del amigo y el enemigo. En el caso de los candidatos de la oposición, fue clara la voluntad de construir acuerdos para definir estrategias de gobierno con amplios apoyos multipartidarios. Todo eso habla de madurez, de responsabilidad y de conciencia respecto del delicado momento que vive el país.

Los profetas de la antipolítica acaban de recibir un par de lecciones. Para algunos de ellos, todo está mal en nuestro sistema político simplemente porque no creen en la política ni, finalmente, en la democracia. Otros necesitan convencerse de que todo está mal porque se sienten decepcionados con aquellos a quienes apoyan o apoyaron. Por eso hablan con desprecio de los políticos, festejan la aparición de “outsiders” como si fuera algo bueno en sí mismo y alimentan fantasías que terminan derrumbándose.

Felizmente, los uruguayos le siguen dando crédito a la política democrática. Un crédito que no es un cheque en blanco, que está cargado de exigencias y que no olvida lo que se hizo mal en el pasado (lejano o reciente). Pero un crédito que transmite el mensaje de que sigue valiendo la pena apostar a las instituciones, porque ellas son la única garantía para el ejercicio de las libertades. Es responsabilidad de los políticos no decepcionar a quienes están otorgando ese crédito. Y es responsabilidad de quienes analizan y comentan la política, no erosionar lo que merece respeto.

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