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Exportando repetición

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Las autoridades educativas y la fuerza política que nos gobierna están ansiosas por mostrar éxitos en el terreno de la enseñanza. Son demasiados años y demasiado dinero gastado (o en el mejor de los casos invertido) como para no tener resultados. Pero la verdad es que, pese a haber duplicado largamente el presupuesto destinado a la educación, no hay éxitos que mostrar. Entonces inventan. Un ejemplo típico es la repetición en primaria.

Las autoridades educativas y la fuerza política que nos gobierna están ansiosas por mostrar éxitos en el terreno de la enseñanza. Son demasiados años y demasiado dinero gastado (o en el mejor de los casos invertido) como para no tener resultados. Pero la verdad es que, pese a haber duplicado largamente el presupuesto destinado a la educación, no hay éxitos que mostrar. Entonces inventan. Un ejemplo típico es la repetición en primaria.

Es un hecho objetivo que la repetición en primaria ha caído durante los años de gobierno del FA. En el año 2004 repetía el 8,6% de los escolares y en 2013 lo hacía el 5,4%. En primer año de escuela (que es el más castigado por este fenómeno) la repetición cayó en ese período del 16,9 al 13,4%.

¿Tenemos entonces algo que festejar? Eso depende de la causa que haya generado esa baja. En ausencia de grandes cambios curriculares o pedagógicos (como es el caso), la caída de la repetición puede deberse a una mejora de los aprendizajes o a una disminución de la exigencia. Lo primero es algo digno de ser celebrado. Lo segundo constituiría una estafa a quienes intentan mejorar su suerte a través de la educación.

Pero nada indica que estemos ante una mejora en la calidad de los aprendizajes. El grueso de los alumnos que participaron en la edición 2012 de las pruebas PISA hizo sexto año de escuela en 2009. En ese año, la repetición en sexto grado había caído a un ínfimo 1,8%. Sin embargo, los resultados obtenidos en esa edición fueron los peores de las cuatro mediciones en las que Uruguay participó (2003, 2006, 2009 y 2012).

¿Debemos suponer que a esos estudiantes los estropearon tres años de enseñanza media? Difícil de creer, sobre todo cuando sabemos que, mientras la repetición en sexto año de primaria se ubica desde hace tiempo por debajo del 2%, la repetición en el primer año del Ciclo Básico se ubica por encima del 30%.

¿Debemos creer entonces que los alumnos que salen satisfactoriamente formados de primaria se estropean en el curso del verano previo a iniciar la educación media? Más difícil de creer todavía. Sobre todo cuando los sindicatos denuncian desde años que en Primaria hay presiones para promover alumnos aunque no hayan aprendido lo suficiente.

Pero hay algo todavía más grave y menos visible. A lo largo de estos años, la caída de la repetición en Primaria ha ido acompañada de un aumento de la repetición en el nivel medio. Entre los años 2004 y 2012, la proporción de alumnos repetidores en el Ciclo Básico subió del 25,9 al 32,3%. En Montevideo pasó de un 32,1 a un 40,8%.

Así que, en realidad, no estamos reduciendo la repetición. Solo la estamos postergando. Los alumnos que son promovidos en primaria sin haber hecho los aprendizajes necesarios quedan condenados a fracasar más tarde. Y eso es parte de lo que explica las pavorosas tasas de abandono en la enseñanza media.

Los funcionarios que, con cabeza de burócrata, festejan que las cosas andan un poco mejor en su chacra, no perciben que solo están exportando a otra chacra el fracaso al que han condenado a sus alumnos. Pero la vida de la gente es una sola, y los perjudicados son gruesamente los mismos.

Lo que nos están presentando quienes festejan la caída de la repetición es una burda ilusión estadística. Una vez más se están haciendo trampas al solitario. Se trata del festejo de un triunfo inexistente.

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Pablo Da Silveira

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