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De cal y de arena

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El gobierno está cerrando el año con una victoria y una derrota en la enseñanza.

El gobierno está cerrando el año con una victoria y una derrota en la enseñanza.

La victoria es que, finalmente, los docentes de Secundaria agremiados en Fenapes aceptaron el convenio salarial propuesto. En lo esencial, ese convenio establece incrementos salariales anuales del 3,5% por encima de la inflación, para un horizonte de dos años.

Esto es un doble logro para el gobierno. Primero, porque permite mantener el gasto educativo dentro de una línea general de austeridad (en abierta contradicción, eso sí, con las promesas electorales). En segundo lugar, porque el convenio incluye una “cláusula de paz”, esto es, el compromiso de no tomar nuevas medidas gremiales por motivos salariales durante su vigencia.

Este último aspecto es crucial, porque el Frente Amplio ya pasó por la experiencia de firmar un convenio salarial con los sindicatos docentes y al poco tiempo enfrentar nuevos paros. La justificación esgrimida en aquel entonces fue que, si bien había un convenio vigente, el texto no incluía una “cláusula de paz” explícita. Ahora, ese hueco se cerró. Si los sindicatos cumplen con la palabra empeñada, el gobierno puede aspirar a dos años con menos conflictividad que los anteriores.

Pero, casi al mismo tiempo que daba este paso, Fenapes anunciaba que no aceptará extender a dos años los efectos de la reciente elección de horas docentes. La opaca razón esgrimida es que “no están dadas las condiciones”, pero en realidad se trata de una nueva batalla en la pulseada por decidir quién manda en la enseñanza.

Esta decisión de Fenapes es una muy mala noticia para las autoridades de Secundaria, porque no sólo echa una inmensa sombra sobre su capacidad de gobierno sino también sobre su credibilidad.

A principios del mes de noviembre, los uruguayos asistimos a un verdadero sainete protagonizado por las autoridades de Secundaria. Ante la propuesta del senador Lacalle Pou de extender a dos años los efectos de la elección de horas, la directora Celsa Puente salió a decir de manera destemplada que eso ya estaba vigente. Pero enseguida quedó claro que no había ninguna decisión tomada, lo que puso en cuestión el valor de su palabra.

Dos días después se anunció una decisión del Consejo de Secundaria, homologada en tiempo récord por el Codicen, en la que sí se tomaba la medida sugerida por Lacalle Pou. Pero pocas horas más tarde se firmó un acuerdo entre el Consejo de Secundaria y los sindicatos en el que se desandaba el camino y se trasladaba la decisión a una comisión bipartita que actuaría en 2016.

En aquel momento, la directora Puente y el consejero Javier Landoni hicieron un raid mediático diciendo que nada había cambiado y que la elección se mantenía por dos años. Para todos los demás, el texto firmado decía otra cosa. Ahora, el anuncio de que Fenapes se opondrá en la comisión bipartita a extender a dos años los efectos de la elección de horas deja las cosas bien claras. Una vez más, la palabra de las autoridades de Secundaria ha quedado en entredicho.

Pero esta decisión no sólo es mala para las autoridades, sino para el país entero. La victoria que acaba de tener el gobierno sólo concierne lo salarial. El convenio aceptado por los sindicatos no habla de educación sino de dinero. La única decisión que aspiraba a modificar algo en el terreno educativo es la que quedó sin efecto. Se termina otro año, y el bloqueo sigue intacto.

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Pablo Da Silveira

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