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Orfandad moderada

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andrés ojeda
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En una sociedad que se polariza cada vez más, los extremos se agrandan y el medio se achica, todo tiende a dividirse en mitades y el medio o lo equilibrado tiende a quedarse sin espacio. Así pasa en política, o estás de un lado o estás del otro.

Entonces, resulta que no se puede ser feminista sin ser de izquierda, ni ser de izquierda y liberal al mismo tiempo. La coyuntura nos lleva a elegir entre dos “paquetes” ya armados en un país partido a la mitad.

El costo de no elegir uno de estos paquetes en su totalidad es altísimo, es no pertenecer a ninguna de las dos mitades, ser rechazado por ambas, porque ambas van a priorizar aquello en lo que uno no comulga con ellos.

Este proceso de polarización se ha vigorizado en los últimos tiempos, quizá más aún con la consolidación de la coalición republicana que hoy gobierna el país, en contraposición con la coalición de oposición, el Frente Amplio.

Aquella eterna disputa electoral por el centro político, aquel centro que definía las elecciones y todos los partidos codiciaban, ese centro que hoy parece haber quedado relegado, de un lado y de otro.

Es notorio que desde la salida de Astori de la primera línea de la política activa, nadie ha logrado ocupar ese lugar de izquierda moderada dentro del Frente, quiénes -a priori- tenían el perfil para hacerlo optaron por radicalizarse hacia la izquierda por entender que la moderación no les sería rentable electoralmente, como es el caso de Mario Bergara, a modo de ejemplo.

Incluso el mismísimo Fernando Pereira que llegó a la presidencia del Frente Amplio entre puros elogios a su perfil moderado y de diálogo, casi instantáneamente fue “Mirandizado” por los grupos que lo sostienen, se volvió el más radical y combativo de todos. Alcanza con recordar la imagen del escenario de la campaña del “SI” la noche del referéndum para terminar de entender la radicalización, estaba el presidente del Frente (ex presidente del Pit-Cnt) con todo el Secretariado Ejecutivo del Pit-Cnt, con el puño cerrado en alto cual acto de primero de mayo, mientras los dirigentes del Frente brillaban por su ausencia en el escenario.

Así y todo, esa izquierda radicalizada llegó a un porcentaje de casi la mitad del electorado en el referéndum, dejando una conclusión clara y lapidaria que me hizo un ver un amigo frenteamplista moderado de toda la vida al decirme “el Frente no tiene más lugar para nosotros, ya no nos necesita”, aludiendo a como los que se ven identificados con líderes como Seregni o Vázquez se han quedado sin espacio en el Frente.

Ahora bien, ¿qué pasa del otro lado? La coalición republicana llegó a la elección de 2019 con este espacio de centro representado por el Partido Independiente, pero prinicpalmente por Ernesto Talvi, quien si bien ya no está en la política activa (extremo que no analizaremos), su pasaje por la misma interpeló algunos dogmas que parecían escritos en piedra. Dejó claro que los votantes de centro izquierda no son patrimonio del Frente, que el Partido Colorado puede recuperarlos y que se puede presentar una visión moderna del Batllismo que enamore a los votantes del centro.

Este es, seguramente, el desafío más importante de la coalición republicana para poder consolidar el proceso hacia el próximo período de gobierno, un Partido Colorado fuerte que dispute de igual a igual al electorado de centro, de forma genuina, creíble y sin estridencias.

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