Publicidad

Nuestro planeta

Compartir esta noticia

SEGUIR

Introduzca el texto aquí

Mientras descansaba en Nueva York del acelerado trajín que siempre propone esta gran ciudad, el domingo pasado tuve la fortuna de recibir un espléndido regalo visual ofrecido por la BBC.

Un programa de TV creado y dirigido por Sr. David Attenborough enfocado sobre todo en la vida de los lobos “pintados” o perros salvajes de África. A primera vista no son animales demasiado atractivos, con sus orejas desproporcionadamente grandes y su pelambre manchada en forma despareja, un rebuscado camuflaje para sus faenas. A medida que la cámara y el fluido relato nos acerca a ellos, a los desafíos con los cuales viven y deben superar para subsistir, uno se consustancia con su devenir, mirando y escuchando el relato y los comentarios del narrador en su exquisito inglés. Imposible no maravillarse con la maestría de la filmación, el exigente trabajo que hay detrás de todo ello y no quedar asombrados por la aceitada organización social de estos caninos en pos de su vida y subsistencia. Justo para estos tiempos de fuertes reivindicaciones femeninas, resulta que se trata de un matriarcado, donde una infatigable hembra dominante llega a liderar a su jauría por más de siete años seguidos, dejando decenas de descendientes, hasta que una nieta pasa a pelearle su predominio, en la ardua conquista del cada vez más querellado y menguante territorio que va siendo usurpado por el ser humano. El animal más peligroso y depredador de la tierra.

Luego de esta serie hubo otra sobre los osos polares en el norte de Canadá. Sobre su solitaria vida en ese frío entorno, tan diferente en ese sentido a la de los lobos, siempre en grupo. La búsqueda en inmensas vastedades de la pareja para aparearse, la lucha con algún rival para lograr su cometido y luego, la osa que parte sola en busca de su destino maternal, y nueve gélidos meses después, aparece con su pequeña y juguetona prole, (el más chico desaparece) a la que alimentó durante meses sin probar bocado. El continuo desvelo de la madre para enseñarles a alimentarse y para darles de comer. Y allá en esos extremos de la tierra, el hombre también influye negativamente sobre su entorno con el cambio climático, el calentamiento global, que producen pavorosos deshielos reduciendo su espacio vital. Muestran cómo cazan a las focas rompiendo el hielo para atraparlas, a menudo infructuosamente. También queda uno fascinado, cuando empieza otro film, esta vez en la Antártida, con los pingüinos como protagonistas principales y las orcas haciendo oleaje para tumbar del resbaloso hielo a sus futuras presas. Se van las ganas de salir y dar una vuelta por Rockefeller Center.

¿Quién es este señor Attenborough? Un lúcido y activo personaje de 92 años de edad. Su abuelo era dueño de una pequeña tienda de ramos generales en el centro rural de Inglaterra y su padre un académico universitario que terminó como rector de una facultad en Leicester. La educación de Sir David y la de su hermano mayor Richard (Dick) pudo ser solventada por becas en Cambridge. El primero de ellos, quería a toda costa ser actor y su padre, con gran esfuerzo consiguió meterlo en la más exigente de las escuelas de actores, donde pudo realizar su vocación con mucho éxito. Nuestro héroe, luego del servicio militar, y algunos trabajos inconsecuentes, se presentó a la BBC (radio) sin suerte. Pero le ofrecieron trabajo en el incipiente sector de la TV, donde encontró y forjó su camino y pudo desarrollar su pasión por la fauna y la flora. Empezó en los años 50 a hacer programas (blanco y negro) sobre animales exóticos, visitando lugares como Borneo, una de las Guayanas y el Paraguay.

Más de la mitad de la población del mundo vive en ciudades. En China o Europa la proporción es mucho más alta. Por lo tanto, la gente tiene cada vez menos contacto con la naturaleza. Recuerdo en un viaje anterior, cuando nos topamos con un tour de jóvenes estudiantes que los llevaban a una granja para mostrarles vacas, caballos, cerdos, ovejas.

No debería sorprendernos que series que relatan las maravillas de la naturaleza tengan gran éxito. “Life on Earth”, “The Blue Planet” y “Dynasties” son algunos títulos de sus obras. Sir David, en una excelente entrevista con Gideon Rachman, del Financial Times, le confiesa modestamente a su interlocutor que no es nada difícil hacer un programa sobre animales y le susurra, “hay que seguirlos con la cámara”. Lo que no dice es cómo hacerlo tan bien. Ahora se anuncia su llegada a Netflix, aunque seguirá con su vínculo con la BBC, pero le gusta la idea de llegar a otro público.

Y finalmente, hay que destacar lo obvio. La población del planeta sigue creciendo. En África se calcula que se duplicará a 2.400 millones en el 2050. Las consecuencias son inevitables y solo la educación y el empoderamiento de las mujeres hará bajar la natalidad. La usurpación del hábitat de los elefantes, de los rinocerontes y de tantas otras especies, como los pájaros que pierden lugares para anidar, las abejas envenenadas por los herbicidas y las tortugas que se nutrían de las “agua vivas” y van desapareciendo. A las muertas se les encuentra plástico en el estómago. Enormes masas de estos residuos forman islas flotantes más grandes que el Uruguay. Sir David Attenborough, en forma directa o elíptica, nos alerta sobre esta realidad.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

documentalpremiumenfoques

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad