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Lo posible y lo real

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NICOLÁS SANTO
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En las últimas semanas, la compra, por parte del gobierno, de las vacunas de la empresa china Sinovac, acaparó la atención del público. 

Este hecho genera una inmejorable oportunidad para poner la relación Uruguay- China en perspectiva y delinear prioridades estratégicas, especialmente en materia comercial

Más aún en un momento de inédita competencia China-EE.UU., que pue-de conducirnos a errores de cálculo.

En los últimos años, se tornó costumbre realizar proyecciones sobre los beneficios que un TLC con China podría generarle al Uruguay. Estos análisis suelen estar acompañados del ya clásico lamento uruguayo: el Mercosur nos limita. Y por allí nos quedamos, como si no hubiera espacio para nuevos desarrollos con China más allá de un TLC.

Pues bien, este mundo pospandemia parecería propicio para que el Uruguay comenzara a pensar su relación con China en función de las herramientas con las que cuenta, y no en función de un TLC con el que podría contar en un mundo ideal. Una China en la que, aun en el actual contexto global turbulento, líderes de opinión chinos insisten en que, de las puertas para adentro, cada nación haga lo que se le antoje, siempre y cuando, de las puertas para afuera todo sea cooperación económica. Así lo ve, por ejemplo, “David” Li Daokui, el prestigioso profesor de la Universidad Tsinghua.

En ese sentido, el gobierno debería concentrar sus esfuerzos en tres grandes áreas: a) elaborar un ambicioso plan de atracción de inversiones chinas; b) tender puentes que faciliten la llegada de capital de riesgo chino a empresas de tecnología nacionales y c) promover alianzas estratégicas de venta de productos agrícolas con valor agregado a través de empresas europeas. Desglosemos estas ideas.

Diseñar una estrategia de atracción de inversión china a medida, enfocada en las cien empresas del gigante asiático con mayor potencial para invertir en el Uruguay, se torna indispensable. Es imprescindible, además, atacarlas con una fuerza comercial de élite preparada para identificar y persuadir a quienes toman las decisiones de inversión dentro de estas organizaciones. Ese talento no surge solo, debe cultivarse. Chile lo ha sabido hacer mejor que nadie, y los resultados están a la vista. Existen joint-ventures de empresas chilenas y chinas que son la envidia de varios países de la región. ¿De qué podemos agarrarnos los uruguayos para hacer algo distinto? Hace un par de años, el país firmó un memorando de entendimiento con China para ejecutar proyectos en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Es la hora de traducir ese documento a emprendimientos de alto impacto implementando -y cito el lenguaje incluido en el acuerdo- “programas piloto en áreas clave”.

En segundo lugar, las empresas uruguayas de tecnología tienen una gran oportunidad en el capital de riesgo chino. Claro, hay que saber qué puertas tocar. Pero si startups de tecnología como las argentinas Ualá y la brasileña Nubank han sido capaces de levantar cientos de millones de parte de Tencent, el gigante tecnológico chino, otras de calidad equivalente también podrían hacerlo. ¡Y vaya si las hay en el Uruguay!

Para ilustrar el tercer punto al que hacía mención arriba, traigo a colación lo que me dijo un empresario italiano mientras cenábamos en Beijing algunos años atrás: “Estando en Europa, me siento culturalmente muy lejos de los alemanes. Pero estando en China, somos como hermanos”. La misma lógica aplica para los negocios. ¿Qué esperamos para apoyar a nuestras empresas a asociarse con sus pares españolas e italianas para conquistar el mercado chino? Tal vez el mejor ejemplo de esto sea la empresa argentina Jugos Citric, que hoy exporta cuatrocientos mil litros de jugo embotellado por año al gigante asiático mediante un distribuidor europeo.

Es la hora de que las instituciones uruguayas dejen de correr de atrás a las tendencias. Es hora de que dejemos de festejar que llegamos tarde. Para muestra basta un botón: en 2020, el INAC anunció con bombos y platillos la apertura de una oficina en China. Y que no se malinterprete lo que digo: se trata de una muy buena noticia. Pero, ¿cómo es posible que, con la enorme cantidad de carne que China nos compra desde hace años, este paso recién se haya dado en 2020? ¡Tendría que haberse dado en 2010!

En estos días en que se habla de recuperación en V de la economía, no está demás recordar que uno de los ingredientes fundamentales para llevar la relación con China a un nuevo nivel es una palabra que también empieza con V: visión.

Es momento de mirar más allá de las obviedades y de pensar en formas de multiplicar el comercio con China que no dependan de un TLC y de dejar de utilizar su ausencia como excusa para hacer siempre lo mismo.

De lo contrario, solamente un puñado de empresas continuará exportando al gigante asiático, mientras la abrumadora mayoría del sector privado nacional ve pasar la oportunidad china con la ñata contra el vidrio.

Pongamos lo posible por sobre lo ideal y demostremos que estamos a la altura.

(*) Fundador de China Notes, un newsletter sobre negocios China-América Latina y autor de “Un Tango con el Dragón”.

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