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NICOLÁS ALBERTONI
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El viernes 26 de marzo, el Mercosur cumplió 30 años y el debate sobre nuestra inserción internacional volvió a estar en la agenda. Nuevamente surgen voces a favor y voces en contra del bloque, así como una gran serie de adjetivos que intentan proponer un nuevo rumbo para el Mercosur.

Hasta el momento, la experiencia ha mostrado que, con el paso de los días, estos debates vuelven a apagarse. No logramos llegar a la raíz de estos asuntos. Por eso cualquier viento lo hace desaparecer. Lo esperanzador de esta oportunidad es ver a un gobierno uruguayo decidido a dar pasos importantes en esta materia.

Si este es el tiempo de avanzar, entonces debemos comenzar encauzando la conversación en propuestas concretas que colaboren con reformular el diseño de la política comercial: ¿qué es lo que realmente necesita Uruguay? La respuesta a esta pregunta es compleja, pero debe partir de evidencias para poder orientarla hacia acciones concretas.

Cuando en 1991 se creó el Mercosur, existía poca evidencia sobre el verdadero impacto de los diferentes mecanismo de integración, pero en estos 30 años ha quedado demostrado -y así lo reflejan las cifras de la Organización Mundial de Comercio- que el mundo ha preferido herramientas más flexibles para integrarse: de los casi 500 acuerdos comerciales notificados hoy ante este organismo, el 90% son zonas de libre comercio, y 10% restante lo componen herramientas de integración más profundas, como lo es una unión aduanera, por ejemplo. Mercosur no ha sabido adaptarse a esta nueva realidad.

Plantearnos una estrategia de inserción dinámica implica tener claro qué exportamos, a quién exportamos, y en qué condiciones lo hacemos. En cuanto al qué y al quién es claro que hoy existe una alta concentración de productos y destinos. Si promediamos datos de los últimos cinco años, cerca del 50% de nuestras exportaciones de bienes se concentran en solamente cinco mercados. En materia de productos exportados, en los últimos años, un puñado de cinco bienes representó cerca del 60% exportado. En cuanto a las condiciones en las que exportamos, algo menos del 40% de los bienes entran a sus destinos con preferencial arancelaria.

El momento de la historia que nos toca vivir -nacional, regional y mundial-, coincidentes con los 30 años de la firma del Tratado de Asunción, hacen que sea indispensable para Uruguay proponer caminos distintos para el bloque: el fortalecimiento de la zona de libre comercio, aunar esfuerzos para mejorar los aspectos de infraestructura y logística. Así como proponer caminos para que, ante el inicio de nuevas negociaciones, algunos temas se puedan negociar en conjunto (cooperación, por ejemplo) y otros, como comercio e inversiones, se pueda hacerlo bilateralmente. Y es justamente en todos estos frentes que viene trabajando el gobierno.

El Mercosur es un bloque regional que tiene su peso a nivel internacional, pero ese peso no puede convertirse en una carga para sus países sino en una fuerza que lleve a avanzar de forma pragmática. Como señaló el presidente Lacalle Pou al cierre de su discurso, en la cumbre por los 30 años del bloque: “es con el Mercosur pero también con la libertad que nuestro país necesita y merece”.

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