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Tensión en el desierto

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Matías Chlapowski
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El 14 de septiembre, antes de amanecer, ocurrió un hecho de fundamental consecuencia geopolítica. El ataque simultáneo con drones a dos centros petroleros en el Reino de Arabia Saudita, su mayor productor mundial, cortando el suministro a la mitad.

Inmediatamente subió el precio del oro negro y EE.UU. anunció que, de ser necesario, harían disponibles sus reservas estratégicas para nivelar la oferta. El Reino por su parte se comprometió a suplir los faltantes con las suyas, hasta tanto arreglar los destrozos.

La autoría fue reclamada por los hutis de Yemen. La mayoría de los observadores coinciden con el Sr. Pompeo, Secretario de Estado norteamericano, que los yemenitas difícilmente hayan podido montar solos ese sofisticado ataque, a pesar que antes hubo otros, pero de poca monta. Este incluyó misiles de distinto tipo, lanzados de varios y lejanos lugares, más algunos drones, de corto alcance, para aumentar la confusión.

Pompeo atribuye a Irán ser el responsable, pero el origen de los atentados esta camuflado. Irán sería, al menos, el autor intelectual, proveedor y el facilitador de esta arremetida. Comprobarlo es más complicado. Además se sospecha que hubo colaboración de disidentes saudíes, de la minoría chiitas e iraquíes al norte, detrás de su frontera, por lo tanto la complejidad del conflicto hace difícil abarcar su dimensión ¿Cómo devolver el golpe y a quién? ¿Quién se anima?. Por supuesto, Irán desmiente estar involucrado. El hecho que se hayan encontrado restos de cohetes de fabricación iraní, no es suficiente excusa ya que también los hay de artefactos de fabricación norteamericana esparcidos a lo largo de Yemen, producto de los bombardeos, poco efectivos, de la aviación saudí a los hutis chiitas.

Desde larga data existe tensión en Yemen entre la mayoría (53% suní - pro Saudí) y la minoría (47% chiita - pro Irán). El conflicto se remonta a cuando tomaron el poder los ayatolás al derrocar al Sha (1979). Así empezó esa guerra civil, entre musulmanes, que se ha intensificado en los últimos 5 años. Recuerda los largos y sangrientos conflictos entre católicos y protestantes en Europa.

El reciente ataque ha demostrado varias cosas. Por un lado lo vulnerable que es Arabia Saudita. Parece no saber cómo defenderse de este tipo de golpes ni tener la fórmula para disuadirlos. Sus enormes activos productivos están al aire libre y son objetivos no tan difíciles de dañar. Destruir las bases del sustento económico del reino, casi su razón de ser, hoy parece más factible. Su otro flanco débil es la falta de agua en su desértico territorio. El reino suple esta carencia con grandes plantas de desalinización al borde del mar y transporta el liquido a sus ciudades y pueblos por medio de importantes ductos o caños. También atractivos blancos para sus adversarios.

Los países de sus amigos, quienes les venden carísimas armas y equipos petroleros o los que compran su producción, no parecen dispuestos a correr el riesgo de terminar enfrentando a Irán y su fanática Guardia Revolucionaria. Temen, con razón, quedar atrapados en la agreste y montañosa geografía persa, como ha ocurrido en Afganistán, donde los talibanes no se rinden y aumentan su dominio y rigor sobre la población que no se atreve a rechazarlos, por miedo a terribles y crueles represalias.

En este asunto el presidente Trump ha demostrado ser más prudente de lo que aparenta. Despidiendo a Bolton mostró una clara señal. Además, no existe una formal alianza militar entre Arabia Saudita y los EE.UU. y aunque se pueda probar la activa participación iraní en el "ataque de los drones", no justificaría por ahora, un ataque norteamericano a Irán. Sin embargo Trump ha ofrecido mandar tropas al reino. Además ya amplió el alcance del embargo a otros rubros. Por ahora eso es todo. La actitud podría cambiar si muriesen soldados americanos a raíz de un nuevo bombardeo aunque hay otro problema. La posibilidad que estos se instalen en la "tierra santa" del profeta, horroriza a muchos creyentes.

El reino sigue enfrentando un embrollo. Se ha puesto en evidencia lo vulnerable y difícil que es defender sus principales activos y justificar una creíble amenaza disuasoria. A su vez ¿cómo responder a este ataque? Lo necesita hacer pero el tremendo arsenal militar del reino solo serviría para entablar un conflicto tradicional e Irán, su temido adversario religioso y político tiene más población (82 vs. 34 millones). No parece conveniente hacerlo solo. Por ahora el castigo a Irán son las crecientes sanciones económicas (*) que, a su vez pueden haber provocado en parte, esta situación. Más de uno en el Reino se preguntará si fue acertado o inevitable el cambio en su política exterior que hasta hace poco era, no involucrarse en asuntos políticos y militares, fuera de su frontera. Pasar desapercibido.

(*) En su origen, el embargo a Irán (inicialmente a la exportación de petróleo) fue impuesto por el gobierno de Trump, para obligarlos a renegociar el tratado de no proliferación de armas atómicas del cual EEUU ya se ha retirado por considerarlo inadecuado. GB también parece que estaría por retirarse del tratado, por las mismas razones. Irán no cede y continúa enriqueciendo uranio.

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