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Evocando a Churchill

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Matías Chlapowski
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Este verano está en cartelera "Las horas más oscuras", una película que recuerda cuando en mayo del 1940 le encargan a Churchill formar gobierno y encarar la derrota que sufren las tropas aliadas frente a las alemanas en el continente europeo.

Churchill trata de inspirar a los franceses a defenderse, no quiere aceptar el fracaso pero debe desarrollar una estrategia para rescatar a su ejército, atrapado sobre las playas de Dunkerque, en vista del colapso.Todo eso mientras en el seno de su gabinete de guerra, Halifax, su contendiente político (Ministro de Relaciones Exteriores) y Chamberlain, el recientemente destituido PM, conspiran contra su determinación de no negociar la paz. Jorge VI amigo de Halifax inicialmente desconfía y se presta al juego. A pesar de estos contratiempos Winston Churchill se sobrepone, logra inspirar al Parlamento y a su pueblo al que solo les ofrece sangre sudor y lagrimas. Luchar, a pesar de las expectativas en contra, hasta lograr la victoria final. Luchar en el mar, en el aire, en las playas, en las ciudades, en las sierras, pero no admitir la derrota y si fuera necesario, hacerlo desde el Imperio en ultramar, hasta tanto y el nuevo mundo venga al rescate del viejo.

Toda su vida, inclusive antes de nacer estuvo (genéticamente) preparado para liderar a Gran Bretaña y su Imperio, en una lucha mortal, sin tregua, contra un enemigo feroz y cruel. El conflicto era por la sobre vivencia de un estilo de vida; era para preservar la libertad, los derechos de las personas y contra la alternativa de una terrible dictadura nazi, encabezada por Hitler. Un carismático genio del mal, con el apoyo del formidable pueblo alemán, avanzaba conquistando países; unos con engaños, otros con amenazas y finalmente derrotando cruelmente a quienes se oponían a su voluntad, para dominar, esclavizar y/o exterminar a quienes quisiera y como se le diera la gana.

Nació en el imponente castillo de Marlborough de su tío, el séptimo duque. Su padre fue lord Randolph y su madre una bella dama norteamericana, Jenny Jerome. Randolph Churchill fue un gran político y su madre una de las mujeres más influyentes y apreciadas de la sociedad inglesa en su época. Los Jerome fueron muy ricos pero perdieron su fortuna en una de las fuertes recesiones económicas que afectaron los EE.UU. a finales del siglo XIX. Muy joven a Winston, su único hijo - como era la costumbre en esa época - lo mandaron pupilo. Terminó la secundaria en Harrow y pasó a Sandhurst, para recibirse de oficial de caballería. Su curiosidad siempre fue voraz y amplia. Su vocación, la de líder, la de servir a su país y su profesión la de escritor. Fue, en términos relativos, el periodista mejor pago de la historia. Cuando no ocupaba un cargo público rentado, se mantenía con su pluma, ya que no heredó dinero ni bienes materiales de sus padres. Terminó siendo uno de los escritores más prolíficos de la lengua inglesa, siendo laureado con el premio Nobel de literatura. La historia era su especialidad. Estuvo de joven en Cuba escribiendo sobre la lucha por la independencia. Luego con el ejército de Su Majestad en la India, Afganistán, Egipto, El Sudán y en Sud África. Supo combinar sus obligaciones como militar en actividad, con el periodismo, describiendo lo que pasaba en los dominios del imperio y el desempeño de los generales, que eran sus jefes. Durante la guerra de los Boer, se escapó de sus captores y regresó a Inglaterra donde fue electo al parlamento.

Empieza una brillante carrera política y ocupa varios puestos claves en el gabinete . Llega a Primer Lord del Almirantazgo y prepara con gran eficacia a la Marina, antes que se desencadenara la 1er. Guerra Mundial. A pesar de su inicial disgusto con su estallido, puso manos a la obra para tratar de acortar su duración e ideó un plan para sacar al Imperio Otomano del conflicto y poder aprovisionar a Rusia por el Mar Negro. No pudo ser por la incompetencia de los generales (Ian Hamilton y Frederick Stopford) que ejecutaron el desembarco en Gallipoli. El fracaso de la iniciativa recayó sobre Winston que tuvo que renunciar como Ministro de Marina. Al poco tiempo terminó en primera fila luchando en las trincheras en Flandes, siendo el único miembro del parlamento británico que combatió en el frente; fue el "inventor" del tanque; volvió al gabinete como Ministro de municiones y Ministro de guerra al terminar el conflicto.

Si bien, entre las dos guerras Churchill fue "Chancellor of the Exchequer" (Tesoro) el segundo puesto más alto en el gobierno, también estuvo mucho tiempo fuera del gobierno en el llano, donde sus detractores lo seguían criticando por Gallipoli, por su postura sobre el patrón oro y otros temas. Fue afortunado que en esos años conociese a un extraordinario personaje, William Stephenson, un intrépido canadiense, héroe de la Ira Guerra Mundial, exitoso empresario en el rubro de las comunicaciones y la electricidad. Sus conocimientos fueron clave para que los aliados derrotaran al eje. Ambos habían llegaron a la conclusión que el talón de Aquiles de la formidable máquina de guerra alemana debía estar en las comunicaciones que les permitían coordinar, tan eficazmente, el combate de sus unidades. Había que interceptarlas y actuar estratégicamente en función de esos logros. Así fue que antes de que Churchill llegara a Primer Ministro se puso en marcha el plan para hacerse de una de esas máquinas decodificadoras para lograr interpretar sus mensajes. Muy desde el comienzo de la guerra se empezaron a leer las órdenes de las fuerzas armadas alemanas. Churchill se deshace de Lord Halifax mandándolo como embajador a EE.UU. pero de hecho, el hombre clave que envía a coordinar el esfuerzo bélico, con Roosevelt y el estado mayor de las fuerzas armadas, fue Stephenson.

El film evoca la garra de un líder y su pueblo. Provoca. Ensalza a Inglaterra, sola frente a la adversidad, curiosamente actual. Finalmente hay que felicitar a sus actores, fotografía y dirección. Las escenas en el recinto del Parlamento son magníficas. La critica que podría hacerse es que enfatizan demasiado la parte alcohólica, en los hábitos de ese gran hombre del siglo XX.

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