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Los que cuentan

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Matías Chlapowski
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Avanzado el siglo XXI nos encontramos con tres potencias dominantes. Son los Estados Unidos, China y Rusia, dispares en algunos aspectos y similares en otro.

En lo militar los tres tienen una característica común. Los analistas de los "think tanks" norteamericanos la llaman "Strategic Depth". Podríamos traducirlo como profundidad estratégica o geográfica. Lo suficientemente amplia para preservar algo de su población y cohesión, luego de una guerra nuclear. Los tres tienen la suficiente cantidad de bombas de hidrógeno y misiles para liquidarse mutuamente, aunque las dos primeras, muchas más. También es difícil concebir la invasión de una de ellas, excepto quizás parte de Siberia, de ocurrir un conflicto entre Rusia y China.

Los tres tienen la suficiente cantidad de bombas de hidrógeno y misiles para liquidarse mutuamente.

Sus fuerzas armadas no son comparables. La China es muy superior en número, luego vienen los norteamericanos y después los rusos. A pesar de que EE.UU. tiene bastante más del doble de población, la diferencia en efectivos bajo bandera es menos significativa y en tanques y artillería los rusos tienen más. Donde aparentan ser superiores los norteamericanos es en la fuerza aérea y la marina. Los chinos sin embargo, han desarrollado un nuevo concepto estratégico expansionista. El portaaviones fijo. En aguas internacionales, sobre arrecifes e islotes del Pacífico, donde vuelcan escombros y rocas, construyen bases y luego reclaman soberanía del área adyacente, amenazando a quien se acerque. Finalmente, hay que recordar que las zonas de conflicto potencial son Europa, Mediano Oriente y el Mar de China. De más fácil acceso o lejanía para unos que para otros. Además, los tres tienen equipos de guerreros cibernéticos y uno de ellos al menos, ya practica la modalidad de "hacking" a alto nivel.

Los tres creen tener un destino manifiesto y ambiciones que trascienden sus fronteras. Los estadounidenses abogan por llevar la democracia basada en la división de poderes, a la que impulsan como modelo a copiar y al mercado como árbitro de la libertad que brindan al individuo. Es la economía más grande del mundo.

Los chinos, la segunda, han evolucionado mucho. De ser gobernados durante miles de años por distintas dinastías, han adoptado y adaptado al marxismo como una herramienta política para administrar su nación a través de una meritocracia elitista, con un capitalismo tutelado, vigoroso y libre de demandas sindicales que los torna más competitivos y temibles. También son activos en espionaje comercial.

Los rusos siguen abrazados a un modelo de gobierno autoritario con visos democráticos y con un manejo capitalista donde al amiguismo con el poder se asemeja a lo que hemos visto mucho en este continente. Su tamaño económico si lo comparamos con los otros, es pequeño (#12 medido por PBI, similar a Corea del Sur o Australia). Poseen sin embargo enormes recursos naturales y el indudable talento de su población junto a su probado patriotismo, lo que los hacen tener en cuenta. Lamentan haber perdido su imperio y desean restaurarlo por las buenas o de alguna otra forma.

Alemania, Francia y Gran Bretaña tienen todavía importancia, principalmente económica, pero han dejado de tener relevancia geopolítica en el mundo de hoy, a excepción de si actúan asociadas entre sí, con gran cohesión y como aliados de los EE.UU. y sus consejeros. O a futuro, como propone Macron, con un ejército común en serio. Su peso individual lo mismo que el de Japón, se ha reducido. Algo más alejada se encuentran la India, Pakistán y Turquía.

Garantes los tres para sus aliados o allegados, estas naciones, proyectan su poder e ideología y al hacerlo flexionan sus "músculos" impulsando sus intereses o visión. Incomodan a unos y apoyan a otros; expanden su poder económico, mantienen sus zonas de influencia y desafían las demás. De tanto en tanto ocurre algún encontronazo.

Es importante que sus principales líderes políticos vayan actualizando las variadas hipótesis de conflicto con el objeto de evitar en lo posible, situaciones límite, porque si descarrilan un enfrentamiento y comienza a morir gente, es difícil predecir cómo anticipar o retroceder en una situación confusa y de gran tensión.

Con el pasar del tiempo, las advertencias genéricas y las sanciones pueden perder vigencia y credibilidad respecto de las reglas de convivencia. De allí, es clave ser firmes y precisos para que el adversario tome nota, no se pase. Por ejemplo, no asesinar en el suelo de su adversario o aliado a personajes que les resulten molestos. Aparte de condenar el crimen (inaceptable) el objetivo político debe ser: evitar a futuro esos actos ya que los roces y los castigos para ser disuasorios deberían ser asimétricos, y ello invita a una seguidilla de acciones. Las cosas se complican más si a una de las partes no le interesa ser prudente y busca intimidar a algún vecino, como lo hace hoy Rusia con Ucrania. El peligro está latente. Es verdad que los tres tratan de evitar confrontaciones directas. Después de que el régimen de Al Assad usó gases contra su población civil, (supuestamente destruidos) los EE.UU. avisaron a los rusos del bombardeo que llevarían a cabo como castigo en Siria, para que se alejaran de los lugares críticos. ¿Será siempre así?

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