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Las urnas limpiaron el ruido

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MARTÍN AGUIRRE
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Las últimas dos semanas fueron puro ruido. El panorama electoral que hasta entonces venían pintando las encuestas y las sensaciones populares, parecía apuntar a una votación de pobre a mala para el Frente Amplio.

Algo razonable tras 15 años de desgaste, y los últimos cinco con una economía frenada y una delincuencia en alza. Y sin embargo, estos últimos días se gestó una movilización y un sentimiento general de que el oficialismo venía atropellando, y se comía a los niños crudos.

A esta percepción sumaron bastante una campaña muy activa de dirigentes, militantes, el aparato en pleno del gobierno y algunas organizaciones como la Universidad de la República o el Pit-Cnt. Este efecto sonoro, que enturbió bastante la lectura del clima político, también contó con el apoyo de figuras del mundillo del espectáculo y la cultura, que en estos tiempos de redes sociales (“influencers”, se hacen llamar), tienen una capacidad multiplicadora de mensajes mucho más potente. Y alguna encuestadora que se descolgó con proyecciones que la realidad dejó en evidencia eran mucho más deseos que cálculos científicos.

Lo que mostraron las urnas, deja poco espacio para la especulación. Un Frente Amplio arañando el 40% tiene muy pocas chances de imponerse en una segunda vuelta electoral.

La principal razón de esto es la dinámica que el propio Frente Amplio eligió darle a sus 15 años de gobierno. Ni una sola vez aceptó sacrificar algunos de los postulados, ni siquiera de los grupos internos más testimoniales, con tal de acercarse a la sensibilidad de algún sector de la oposición. Y la grieta generada por sus dirigentes y militantes en la convivencia social, hace que hoy en día sea muy poco creíble que puedan salir a pedir el voto de colorados o de gente de Cabildo Abierto, para sumar en una segunda vuelta. ¿Usted se imagina a Murro, a María Julia Muñoz, a Cosse, en esa tarea?

Pero la voz de las urnas también parece haber despejado otras dudas que estaban latentes durante toda la campaña electoral.

La primera tiene que ver con el Partido Colorado, y el liderazgo de Ernesto Talvi. La votación final de Talvi es mucho mayor de lo que las encuestas daban al Partido Colorado cuando este ingresó en la arena política. Pero su votación final estuvo muy cerca de lo logrado por Pedro Bordaberry hace cinco años.

Esto parece dejar en evidencia que la estrategia de “pescar” votos en los sectores más de centro del Frente Amplio, no funcionó. Algo parecido a lo que padeció el pobre Partido Independiente. Hay un tema que es complejo de definir, pero que a esta altura parece claro. El votante frentista de sectores medios y altos, que suele votar al astorismo o a sus sucedáneos, podrá despotricar los cinco años contra los impuestos, contra las barrabasadas del “Pepe”, contra el gasto público y los desbordes institucionales. Pero cuando llega la hora de votar, aunque más no sea por un tema de validación social, seguirá apoyando a su coalición.

Y esto nos lleva a la segunda gran lección que dejan estos comicios: Cabildo Abierto ha crecido más por votos frentistas que de los partidos tradicionales.

Esta era la cuestión más trascendente de esta campaña. Y si bien hace falta ver todavía en detalle cómo se distribuyeron los votos entre los grupos del oficialismo, la primera sensación que queda es que Manini Ríos logró cosechar allí buena parte del 10 y pico por ciento que le dan las proyecciones a esta hora. Porque si sumamos los votos de blancos y colorados de anoche, no hay gran diferencia con lo que sumaron en 2014. Y lo obtenido por Manini queda cerca de la cifra de votos que perdió el Frente Amplio en estos cinco años.

¿Esto significa que los votos del Frente Amplio fueron para Manini? No necesariamente. Pero sí que la irrupción de Cabildo Abierto ha sido un factor determinante para mover la aguja en esta elección. Y que, teniendo en cuenta el perfil que los expertos han atribuido a los votantes de Manini, es probable que para el arco opositor haya terminado siendo más efectivo ir a buscar al votante de los sectores económicamente menos favorecidos, del interior rural, y la zona del cinturón metropolitano, que a los bastiones ilustrados supuestamente desencantados con la deriva del oficialismo en estos años.

Las horas que vengan permitirán hacer análisis más fríos y a fondo de lo que deja esta elección de resultado francamente sorpresivo. No porque estos números que se revelaron anoche no fueran los que más o menos podía proyectar cualquier analista informado hace algunos meses. Sino por el ruido ensordecedor que enturbió la percepción en las últimas semanas. Hasta que las urnas terminaron de poner las cosas en su lugar.

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