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Son todes faches, son..

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Martín Aguirre
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Ah... las delicias de la corrección política. Los signos exteriores de este flagelo tientan a tomarlo con humor. Particularmente cuando salen de los coquetos campus universitarios del primer mundo, y se pretenden imponer en un país donde la mitad de la gente no termina el liceo.

Pero dos hechos ocurridos esta semana en Uruguay muestran que la cosa merece tomarse con toda seriedad.

El primero fue un artículo escrito por Nicolás Trajtenberg, PhD en criminología y profesor de la facultad de Ciencias Sociales, donde alertaba sobre el ambiente tóxico que se respira en ciertos ambientes de la UdelaR. "Si uno siquiera plantea, no ya un antagonismo frente la posición mayoritaria, sino dudas, o el deseo de no embanderarse como un barra brava, automáticamente pasa al bando de los fascistas", denuncia Trajtenberg.

"La universidad debería buscar que exista diversidad y un debate heterogéneo. Permitir que ese debate se vaya volviendo más dogmático, va minando las bases sobre las cuales debe montarse una institución académica", alerta.

Un segundo tema fue la nota de Carlos Tapia publicada en Qué Pasa ayer. Allí se informa sobre el avance del llamado "vocabulario inclusivo", en ambientes educativos nacionales. Por ejemplo, citando un comunicado de estudiantes del liceo Miranda que dice "Salud compañeres y arriba les que luchan". No, no hay un error de imprenta. Sucede que la última tendencia en este campo, tras el fracaso por ridículo e impracticable de usar las "@" o las "x" para evitar dar género a las palabras, es apelar a la "e" con el mismo fin.

Este concepto es impulsado también por el Mides, donde se dice que "el masculino genérico se usa para englobar hombres y mujeres en un mecanismo sistemático que difumina a la mujer". Difumina...

Al parecer, en los centros CAIF, donde asisten niños de cero a tres años, se usa una canción que pide a los niños que no jueguen "juntos" o "juntas", sino "juntes". Mariella Mazzotti, directora de Inmujeres, opina que "el lenguaje construye ideas y pensamientos", y por eso se busca dar batalla allí para cambiar la realidad social.

Este tema viene siendo discutido hace tiempo en el primer mundo. En estos días ocupó titulares la polémica en España, donde el nuevo gobierno planteó cambiar las normas de lenguaje, para imponer este tipo de herramienta "inclusiva". Algo a lo que se opuso primero la Real Academia, tachada de inmediato como entidad facha y misógina. Y luego los expertos en derecho constitucional, que explicaron que para eso se debería hacer un referéndum. Vale recordar que el nuevo gobierno español es producto de un ajuste de camarillas parlamentarias, por lo que mencionar la palabra elección, funge como ajo a un vampiro. Todo quedó en la nada.

Pero, y perdonen cierta debilidad personal, es en el mundo anglo donde el debate ha tomado más profundidad.

Por ejemplo, con las intervenciones del profesor canadiense Jordan Peterson, cuya oposición a una ley que obliga a usar artículos neutros, lo ha convertido en una estrella en internet. "No voy a usar jamás las palabras que otros pretendan obligarme a usar, especialmente si esos otros son ideólogos de una izquierda radical que sigue sin hacerse cargo de los 100 millones de muertos que han dejado sus ideas en el siglo XX", ha dicho.

Petersen se ha declarado como opositor del "postmodernismo cultural", y la penetración de la ideología marxista en las universidades, denunciando que estas corrientes han llevado a la academia por un camino nefasto. Según Peterson, el 80% de los trabajos académicos en estas áreas no son citados ni una sola vez, por lo que concluye que son escritos para subsidiar formas ideológicas, no para hacer avanzar las ciencias sociales.

Hace pocos meses la TV canadiense organizó un debate apasionante (disponible en youtube) donde Petersen y el actor británico Stephen Fry critican la "corrección política" en una contienda con una columnista del New York Times y un predicador y filósofo afroamericano. Hay frases de Fry de una contundencia difícil de rebatir. "Soy un judío, homosexual, y naturalmente me gustaría que toda xenofobia, racismo, homofobia, desaparezca. Mi problema es con el método. Creo que lo que se está usando combina dos cosas contra las que he luchado toda mi vida, el predicar, y la censura".

"El progreso no lo logran los predicadores ni los vigilantes de la moralidad", sostiene. "Uno de los grandes errores de la humanidad es preferir estar en lo correcto, que ser efectivo, y no creo que la corrección política funcione". "Es tiempo de que esta tontería tóxica binaria termine", afirma. Y concluye citando a Bertrand Russel al decir que "uno de los dramas de nuestro tiempo es que los que tienen un poco de imaginación y comprensión están llenos de dudas. Mientras que los estúpidos están llenos de certezas".

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