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Siempre lo mismo

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RODOLFO SIENRA ROOSEN

El tema lo planteó nuestro colega de página, el Dr. Javier García, en su nota titulada "¿A quién defiende?" publicada en su columna habitual en la edición del 24 de enero, y se informa también respondiendo a la relevancia que tiene, en la edición del martes 10, bajo el título de "Cáncer: impiden a privados nueva técnica".

Se trata de la tomografía de emisión de positrones que se individualiza con la sigla PET en su traducción en inglés, una tecnología de avanzada, que permite a los pacientes con cáncer diagnosticar con precisión si se tiene la enfermedad, su grado de evolución, un mejor tratamiento en el que podría jugarse la vida o la muerte del paciente, o una mejora en su calidad de vida. También permite el diagnóstico precoz del mal de Alzheimer y otras enfermedades cerebrales.

En Argentina y en Brasil, ya se ha instalado.

Dos instituciones de salud pretendieron incorporarla a nuestro país. El Ministerio de Salud Pública se niega, hasta que esa tecnología no la ponga en práctica el Estado. La decisión -por ahora- es que el PET ingrese a través del sector público, por intermedio de un denominado "Centro Uruguayo de Imagenología Molecular", en gestación desde el año pasado previéndose la finalización de las obras a fin de año. Dicho Centro se ha decidido por el gobierno que esté a cargo de un dirigente del MLN, el Dr. Henry Engler, quien se ha destacado en el exterior trabajando en esta técnica.

Nadie se va a oponer a que el Estado lleve adelante su intención, pero la gran pregunta es por qué hay que estatizar primero cuando se trata de salvar o mejorar calidad de vida humana. Lo dijo García y tiene toda la razón del mundo, esto es un capricho ideológico de las autoridades, similar al que intentaron con la insólita negativa inicial a la compra de la vacuna contra el cáncer de útero, la que tenían pensado adquirir primero para los pacientes de Salud Pública, y después tuvieron que bajarse del caballo porque se trataba de una barbaridad.

La misma barbaridad es la de ahora. El cáncer avanza en los organismos humanos, y no espera autorizaciones del gobierno para matar. El argumento que se da para intentar sostener lo insostenible, es que si la tecnología entra por el sector privado "lo termina subsidiando toda la sociedad", porque -fíjense ustedes la magnitud del disparate- el privado fija los precios de uso, a veces muy altos, y eso lleva a que el Estado al final compre más caro. Uno no sabe si reírse o ponerse a llorar, porque mientras el Estado razona para hacer economías -como si no tuviera poder negociador para comprar al precio universal- la gente que no tiene dos o tres mil dólares para correrse a la Argentina o a Brasil se va muriendo, empeora, sufre peores condiciones de vida porque si no se pueden salvar todos que no se salve ninguno. Es la obsesión por la igualación hacia abajo, cuyo ejemplo más elocuente ya lo dio Astori con la reforma tributaria. Entretanto, Carámbula que es médico, afirma que este es el mejor gobierno que tuvo el país en cincuenta años.

Esto no es socialismo, ni populismo, ni demagogia. Es simplemente mediocridad. En estos días la ministra va al Parlamento a dar explicaciones sobre este asunto. Los enfermos deberían llenar la barra, para enterarse de lo que va a decir.

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