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El "show" y los debates

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Los desafíos se apilan. Déficit récord, grandes empresas en problemas (Fripur, Copsa, Urupanel), la inseguridad que golpea a un senador, escándalos en la salud pública y a nivel gremial, Argentina al borde del estallido. Bueno... eso digamos que es bastante "normal". Pero la cuestión es que mientras arranca la recta final para elegir a quien dirigirá el país los próximos años, parece cada vez más necesario un contrapunto de proyectos, para que la ciudadanía tenga armas para elegir bien.

Los desafíos se apilan. Déficit récord, grandes empresas en problemas (Fripur, Copsa, Urupanel), la inseguridad que golpea a un senador, escándalos en la salud pública y a nivel gremial, Argentina al borde del estallido. Bueno... eso digamos que es bastante "normal". Pero la cuestión es que mientras arranca la recta final para elegir a quien dirigirá el país los próximos años, parece cada vez más necesario un contrapunto de proyectos, para que la ciudadanía tenga armas para elegir bien.

El tema del debate estuvo esta semana sobre la mesa por varios motivos. Por un lado hubo dos encuentros trascendentes donde comparecieron todos los aspirantes presidenciales, menos el favorito, Tabaré Vázquez. El primero fue en el Centro de Navegación, tradicional institución donde se analizaron los desafíos al sector portuario que vienen planteando las políticas argentinas, un tema de vida o muerte para el país. Sin embargo Vázquez optó por enviar a su exministro Víctor Rossi. Las caras de los organizadores parece que eran expresivas al respecto.

Luego fue la Universidad de la República que organizó un debate sobre megaminería, otro tema clave para el futuro nacional. Y de nuevo, Vázquez faltó a la cita, dejando un cartel con su nombre y una silla vacía que olían a desplante. Sobre todo para una institución como la UdelaR, tan significativa para el oficialismo.

Esta viene siendo la postura sistemática del ex presidente desde hace años. El argumento empleado por Vázquez para rechazar un posible debate, es que sería un "show mediático", y que lo que le interesa es el contacto directo con la gente. El argumento empleado por su entorno para justificar esta postura, es que Vázquez venía despegado en las encuestas, y que no era lógico someterse al riesgo de una instancia de ese tipo. Pero la realidad ha cambiado mucho en estos meses.

Por un lado las encuestas se han emparejado de manera sorpresiva. Por otro, ya sea por la falta de ámbitos de discusión serios, o de una exigencia ciudadana por intercambios profundos, la campaña se ha vuelto un concurso de poses y gestos. Basta ver el impacto del acto atlético de Lacalle Pou en Cardona, y la reacción de furia en el oficialismo, para ver que las imágenes están teniendo mucha más importancia que las ideas. Y para Vázquez eso no parece estar siendo buen negocio.

Pero además, se trata de un expresidente, con experiencia de gestión, de vida. El único candidato que tiene en su haber varios debates importantes, y que sabe lo que es estar frente al país intercambiando ideas y definiendo proyectos. ¿Por qué privar a la ciudadanía de una instancia así? ¿Puede ser un debate mucho más "show mediático" que la campaña actual?

Estados Unidos, Brasil, España, Francia... todos los países serios e importantes del mundo tienen instancias de este tipo. Que no siempre son definitorias de quien gana, ni siquiera de elección del candidato más apto, es verdad. Pero permiten ver a los aspirantes reaccionar bajo presión, analizar la convicción con que defienden sus ideas, manejarse sin asesores, sin marketing. Cosas que son clave para dar una idea de que tan sólida está esa figura para manejar un país. Y sin embargo, desde 1994, cuando Vázquez debatió con Juan Andrés Ramírez (con buen suceso), a los uruguayos se les niega esa posibilidad.

En una charla radial en el programa de Emiliano Cotelo hace unos años, el historiador Gerardo Caetano, a quien nadie puede acusar de hacer el juego a la oposición, decía que "la comparecencia pública, rigurosa, de quienes aspiran a ser presidentes de la República es un rito importante, que antes que nadie los ciudadanos deberíamos reclamar". Las voces, a esta altura, deberían ser más fuertes.

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Martín Aguirre

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