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Una noche de sorpresas

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El principal "ganador" de las primarias del domingo no festejó, no hizo caravana, no tuvo "bunker". Es que las cifras de votación mostraron que lo que eligió más del 60% de los que estaban habilitados para votar fue la abstención. Si a esto sumamos que un 9% de los que sí se tomaron el trabajo de ir a las urnas, votaron en blanco o anulado, estamos ante una señal de alerta para el sistema político; algo no marcha bien.

El principal "ganador" de las primarias del domingo no festejó, no hizo caravana, no tuvo "bunker". Es que las cifras de votación mostraron que lo que eligió más del 60% de los que estaban habilitados para votar fue la abstención. Si a esto sumamos que un 9% de los que sí se tomaron el trabajo de ir a las urnas, votaron en blanco o anulado, estamos ante una señal de alerta para el sistema político; algo no marcha bien.

Pero no fue esta la mayor sorpresa de la noche. El gran sacudón fue la holgada victoria de Luis Lacalle Pou en la interna blanca, algo que no había previsto ni el más ilustre de los augures electorales. Se trata de una victoria resonante en muchos sentidos. Algunos más fáciles de explicar que otros.

El primer aspecto revolucionario de esta victoria es el generacional. Se trata de un dirigente de 40 años, que es elegido para liderar a uno de los partidos políticos más antiguos del mundo. Un dirigente que no vivió en persona los horrores que marcaron la previa y el durante de la última dictadura, período que llamativamente tuvo un destacado protagonismo en muchas de las publicidades de campaña. Pero además, un político joven que gana una interna donde, según los analistas, quienes más concurrieron a votar fueron las personas de mayor edad. Una señal significativa sobre el "humor" social del Uruguay de hoy.

Como si esto fuera poco, fue también el candidato que llevó adelante la campaña más exótica. Una campaña donde evitó cuidadosamente confrontar con sus rivales internos y con los de afuera. Esto pese a que debió remar una carrera siempre de atrás, y donde abundaban los expertos que señalaban que urgía "pegar" y atacar al gobierno en sus flancos débiles. Que era imposible ganar una elección así sin generar una polarización que motivara a las bases. Sin embargo, Lacalle Pou se mantuvo en su senda, y el resultado obligará a varios a replantearse los manuales vigentes hasta ayer.

Qué decir de su contrincante Jorge Larrañaga. El hombre que tomó el Partido Nacional en uno de los peores momentos de su historia, que logró recuperarlo electoralmente, y que ahora recibe un cachetazo imposible de digerir. Su imagen al borde de las lágrimas al asumir la derrota, es tal vez la señal más contundente de lo dura y cruel que puede ser la acción política para quienes han dedicado a ella su vida, como sin dudas lo ha hecho el estoico senador sanducero.

Pero el interés de las primarias de ayer, no se agotó en la interna blanca, por mucho que ella haya hecho para agitar el termómetro político de una sociedad enfriada por el relativo bienestar económico, la falta de discursos refundacionales o hasta el clima previo del mundial de fútbol.
Por ejemplo, había gran expectativa por ver la performance de Constanza Moreira en su lucha contra el "establishment" de su partido que arropaba al caballo del comisario, el ex presidente Vázquez.

Además, Moreira representaba a una parte muy influyente y sonora de la izquierda, que creyó que con Mujica podía haber un "giro" político hacia las consignas más tradicionales de esa fuerza, y que un poco desencantado por la marcha tomada por el ex tupamaro, ahora apostaba a este genuino producto de la intelectualidad universitaria y urbana frentista, para ver si, por fin, se podían cumplir muchos de sus postulados históricos.

Sin embargo, el resultado parece poco generoso para Moreira. Ante una votación tan baja del oficialismo, donde el aparato de comité que la miraba con simpatía podía tener tanta influencia, que haya logrado poco más de un 15% parece una cosecha magra, que no le augura demasiado futuro ante un Frente Amplio tabarecista y poco generoso con los desafiantes. Resta ver en detalle cómo queda el equilibrio de fuerzas en el oficialismo, que atraviesa una interna solapada y feroz. Pero si tomamos los anuncios de Vázquez de anoche como indicio, que la prioridad de un eventual nuevo gobierno sea la lucha contra la inflación, algo tan poco seductor para el sector más ideológico de su partido, parece señalar que quienes tendrán el sartén por el mango serán, de nuevo, Astori y compañía.

En tanto, el Partido Colorado se mantuvo en lo previsto. Incluso el aumento de última hora de los votos para Amorín Batlle era dado por descontado. Tal vez el peor golpe para el triunfante Pedro Bordaberry sea justamente la victoria de Lacalle Pou, algo que lo obligará a afinar su estrategia ya que en muchos sectores compiten por votos similares. Aunque le otorga la ganancia de una "pata" batllista algo más potente, cosa que todos los expertos le reclamaban para poder convertir a su partido en una opción más competitiva.

Las elecciones de ayer fueron, en el fondo, un barajar y dar de nuevo. Ahora, habrá que analizar los datos finos, replantear estrategias, y ver que implican todas estas sorpresas de cara a las elecciones de octubre. Algunos creen que el panorama, así como queda, es más favorable para el ex presidente Vázquez, que enfrentará a dos hijos de figuras muy resistidas por la izquierda.

Otros opinan que dos candidatos jóvenes, con discursos renovadores, son lo peor que le podía tocar al ex mandatario. Lo que resonaba a última hora del domingo eran las palabras finales del encuestador Luis Eduardo González; de cara a octubre todo está en disputa, todo puede pasar.

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Martín Aguirre

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