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La madre de las batallas

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Bajo el ruido de la mayoría de las cosas que ocupan titulares hoy en Uruguay, se comenzó a procesar la batalla política más importante de este período.

Es que si la Ley de Urgencia fue el mascarón de proa del programa de la “coalición multicolor”, el presupuesto es la verdadera estructura que definirá el rumbo de los próximos 5 años.

Los primeros escarceos de esta batalla, han ido apareciendo aquí y allá. Rumores de recortes en la ANII, polémica por los recursos para la Udelar, versiones de “mutilación” en el Mides, la barra de COFE liderada por el siempre empático Joselo López, marchando casi a diario en reclamo de más plata. Y sin respetar ninguna medida sanita... perdón, perdón, mal yo. ¿Cómo se me ocurre mencionar esa frivolidad cuando está en juego el destino de la clase trabajadora?

Una cosa llama bastante la atención de todo esto. Y es el tono de la oposición ante cada versión de recorte de gastos en oficinas del Estado. Desde el “moderado” Tabaré Vázquez, al aguerrido Óscar Andrade, siempre se imprime un tono moral y didáctico al asunto. El gobierno quiere recortar gastos o por insensible, neoliberal y maquiavélico esbirro de los poderosos. O “no entiende” que obligar al Estado a gastar menos, golpeará en la economía general del país.

Para analizar esto, es bueno ver algunos números. En el último año, el Estado uruguayo gastó 3 mil millones de dólares más que los que logró extraer a la sociedad. Solo en los 5 años del segundo gobierno de Vázquez, el agujero fue de 11 mil millones de dólares. Y este año, los uruguayos pagaremos más de 3 mil millones solo para cubrir el costo de la deuda.

Esta ensalada de números puede resultar confusa, pero para tener una idea, el presupuesto completo de la Udelar ronda los 600 millones de dólares al año. O sea que el último año con el genial Danilo Astori al mando de las finanzas públicas, se gastaron 5 “Udelars”, más que lo que se recaudó.

Pero la perspectiva ayuda todavía más. En los 15 años de gobierno del Frente Amplio, en los que hubo crecimiento y aumento de los ingresos todos los años, ni uno solo se logró gastar menos de lo que se extrajo a la sociedad. ¡Ni uno! Imagínese si usted hiciera eso en su casa. Quince años con aumento de sueldo, y ni uno logró ahorrar nada. ¿Cómo lo explica?

Hay un mito entre la dirigencia de la oposición, que implica que el gobierno siempre se puede gastar más, porque por un lado es un acto de justicia y redistribución de la riqueza. Y por otro, porque en el fondo siempre hay de donde sacar. En estas semanas se ha escuchado a dirigentes políticos y sindicales afirmar que habría “bolsones de riqueza” que no se han tocado, o que hay gente que la ha hecho “a paladas” durante la crisis sanitaria.

Las dos cosas, salvo excepciones que no cambian en nada el panorama general, son falsas.

Mire un dato. En 2004, el Estado uruguayo extraía a la sociedad para financiar su funcionamiento poco más de 3 mil millones de dólares. En 2018 esa cifra fue de 17 mil millones. ¡Y sigue sin alcanzar!

Uno podría criticar la visión opositora por un motivo fácil: “loco, manejaste durante los mejores 15 años la caja de todos, igual nos dejaste endeudados hasta el pescuezo, y ahora te ofendés porque alguien viene (con el voto de la gente) a ordenar ese relajo”.

Pero también por un motivo más complejo. Cuando uno lleva los impuestos a ciertos niveles, la actividad económica general se hace insostenible. Pasa cuando alguien quiere poner un negocio, y se da cuenta que lo que tiene que pagar de impuestos es más que lo que tendrá de ganancia él, que corre con todos los riesgos. Pasa cuando alguien quiere contratar a un empleado, y se da cuenta que más allá del “líquido” que recibirá el trabajador, él tendrá que pagar otro tanto casi igual al estado por el privilegio de contratarlo. Y pasa cuando uno es empleado, y mira su recibo de sueldo y se da cuenta la distancia sideral entre ese nominal que figura allí, y lo que efectivamente recibe. Por no hablar de cuando va al supermercado, y si gasta mil pesos, más o menos unos 220 son para el gobierno. Y eso solo por IVA.

Por encima de todo esto, hay un tema conceptual. El Estado lo creamos los ciudadanos, aportando una parte que creemos razonable de nuestros ingresos, para mantener las estructuras que hacen posible la vida en común. Al menos según nuestra Constitución no es más que eso. Claro que como toda entidad, empieza a cobrar vida propia, y siempre tiene la tendencia a crecer y requerir más y más. El problema es que para muchos uruguayos esa parte que nos extrae el gobierno, hace tiempo que dejó de ser razonable. Y para los que nos prestan plata, así como vamos no vamos a tener espalda para pagarles.

Ante esta disyuntiva ¿qué se supone que hagamos? Las opciones ante la evidencia de que no se le puede sacar más a la gente son: bajar la pelota y tratar de gastar menos, o mostrarle el dedo medio al mundo y decir “hago lo que quiero”. ¿Conoce a alguien que le haya ido bien con la segunda?

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