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La lección moral de Mujica

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Martín Aguirre
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"José Pepe Mujica es una de las grandes autoridades morales mundiales". Así arranca una nota de El País de Madrid acerca de la reciente película sobre el exmandatario.

Con el pecho henchido de orgullo por el reconocimiento externo a un compatriota, el autor decidió combatir la creciente angustia ante la realidad nacional, repasando las lecciones que este faro ético con el que cohabitamos nos regaló durante la última semana.

Tal vez el tema más álgido, y donde el mensaje de Mujica era más necesario para los que en nuestra estrecha visión tendemos a confundirnos, fue el caso de Envidrio. El lector conoce el tema. Una denuncia de extrabajadores de esa cooperativa creada y liderada por el diputado Placeres, difundida por el programa Santo y Seña, pintaba un panorama siniestro. Trabajadores amenazados, obligados a trabajar en negro, sueldos pagados en período de seguro de paro... En fin. Todo el catálogo de violaciones al derecho laboral, y perjuicio al erario público imaginable. ¿Cómo podía ser?

El primero en aclararnos el panorama a los confundidos fue el propio Placeres. Por algo ha compartido espacio vital con Mujica tantos años. Según explicó, es todo una patraña de la derecha que busca perjudicar a un proyecto emancipador de la clase obrera. Los trabajadores solo hacían "changuitas", y él se desentendió totalmente del asunto apenas asumió como diputado.

Y luego vino la clase magistral del expresidente. "¿Cómo van a estar trabajando en una fábrica de botellas si no tienen el horno? ¡El horno está roto! Iban a ayudar, a remendar la fábrica". ¡Clarísimo! Cuando el horno está roto, no se puede trabajar. Es como que cuando Ancap apaga la refinería, los trabajadores pretendieran cobrar su salario como siempre. ¡Para vos, Plá Rodríguez! Y pensar que los fachos querían investigar esto en el Parlamento.

Ya algo reconciliado con el país, apareció un segundo episodio importante. Se anunció que José Mujica será parte de un panel en ocasión de una "contracumbre" por el G20 en Argentina, donde compartirá escenario con Dilma Rousseff, y Cristina Kirchner.

Al parecer, en lo que será el plato fuerte del evento, la disertación de Mujica será "América Latina, miedo, esperanza y utopía". Eso sin menospreciar la presentación de Cristina, tal vez la primera desde sus últimos procesamientos por corrupción, y que tratará sobre "Capitalismo, neoliberalismo y crisis de la democracia", temas que domina con académica soltura. Lo mismo que Dilma, que al parecer no se deja amilanar ni por el panorama que quedó en su país tras su gobierno ni por su reciente varapalo electoral, donde quedó lejos de lograr la ansiada banca al senado que le evitaría tener que responder ante la Justicia.

Si hay algo que llena el alma, es ver a un compatriota igualado con figuras globales de estos calibres. Paladines de la honestidad y amados por sus pueblos.

Pero si faltaba algo para correr al armario a buscar la camiseta celeste antes de rumbear para la rambla con el mate, a través de un amigo con gustos exóticos, le llegó al autor una especie de entrevista con Mujica. Son 30 minutos que deberían ser obligatorios en las escuelas. Y donde lo único que incomoda es la gestualidad del entrevistador, con la cabeza permanente inclinada hacia un costado, no sabemos si por un lamentable problema congénito, o en un gesto de sumisión ante el brillo incandescente de la figura de Mujica. Por lo incisivo de las preguntas, parece ser la opción B.

Mujica nos ilustra sobre lo que está pasando en Brasil, sobre la inminencia de la "mano dura" y la represión sobre los más débiles. Aunque alerta que lo peor será que seguramente se vendan "las joyas de la abuela". Igual, lo más jugoso es cuando se enfoca en nuestra realidad. Vuelve a predicar sobre la unidad de la izquierda, algo cascoteado por figuras que se "creen importantes por ser el voto 50". Lamentablemente no hinca el diente sobre la manipulación de la figura de Sendic por parte de algunos, para chantajear a Daniel Martínez.

Luego desmiente lo informado por algún medio al que viene suministrando primicias desde hace casi una década, sobre que se había hecho unos estudios médicos para decidir si será candidato. Y se muestra desencantado porque un diario de "páginas largas", que según él siempre había apoyado a todos los gobiernos, no fue más amable con su gestión. Ahí la sagacidad de Mujica nos desconcierta. El único diario "sábana" en Uruguay es El País, y en su siglo de vida, solo 15 gobernó el partido con el que está históricamente vinculado. E incluso allí, la relación fue bastante tensa.

Pero remata con algo que sí es claro hasta para el más obtuso. Dice que "a veces, la libertad de prensa que es un valor, nos obliga a pensar que hay que liberarse de la libertad de prensa. Sobre todo en este país". Tomá. Por suerte, hay medios populares en serio como El País de Madrid, que tienen las cosas claras.

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