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El jugador que define

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Soy la estrella de esta campaña. Los candidatos me persiguen, los publicistas me cortejan, las encuestadoras me quieren definir. Hasta Tabaré Vázquez me recitó el otro día un poema de Benedetti. Es que todos saben que esta vez, más que nunca, voy a ser el que defina la elección. Me presento: soy el famoso, el tan mentado, indeciso.

Soy la estrella de esta campaña. Los candidatos me persiguen, los publicistas me cortejan, las encuestadoras me quieren definir. Hasta Tabaré Vázquez me recitó el otro día un poema de Benedetti. Es que todos saben que esta vez, más que nunca, voy a ser el que defina la elección. Me presento: soy el famoso, el tan mentado, indeciso.

Es tanto lo que se habla de mí, que a veces me marean. Por ejemplo, dicen que soy de centro, que estoy en todos los niveles socioeconómicos y demográficos (se la re jugaron ahí), que vivo un poco más en el interior que en Montevideo. Que soy más mujer que hombre. Y que en elecciones anteriores fui votante de los partidos tradicionales. Algo que me sorprende es que para algunos expertos soy el 4% del electorado, y para otros llego al 15. Todo esto me da la impresión que los encuestadores me entienden tan poco como los candidatos.

Algunos me preguntan ¿cómo puede ser que a esta altura todavía no sepas a quién vas a votar? La verdad que es difícil. Por un lado no suelo seguir muy de cerca la política. Paso demasiado tiempo trabajando, y el día a día me consume casi todo mi tiempo. Además ya no es como antes, casi no hay programas en la televisión que hablen de política, y a muchos candidatos no les conozco ni la cara. Recién ahora los empiezo a ver más, pero como están en campaña, no dicen nada por miedo a perder algún votito. Y si es por las publicidades, estoy frito. Son todas iguales, con el obrero feliz, el gaucho a caballo, los molinitos de viento estos que están de moda, mucho niño sonriente. Todo muy emotivo. Empalagoso. Salvo las de Astori, que son un bajón, y muy agresivas. No sé qué le pasó a ese hombre.

Yo me lo planteo así. En los últimos años es evidente que la cosa anda mejor. Hay más trabajo, más plata en la calle, más movimiento. Dicen que es porque entró bonanza de afuera, que el mundo nos benefició como antes nos castigaba. Y puede ser, pero a la suerte hay que ayudarla. Algo bien habrán hecho los que están ahora.

Por otro lado, es evidente también que en el último año o dos hay cosas que empiezan a frenarse. La gente anda más tensa, el supermercado está cada vez más caro. Los impuestos son bravos, y cuando miro el recibo de sueldo y comparo lo que cobro nominal y lo que me llega a la mano, me agarro cada calentura de novela. Ni que hablar si me pongo a pensar en lo que pago de luz, agua, teléfono. La otra vez le comenté a un amigo que hace años vive en EE.UU. lo que pago de electricidad y se me reía en la cara. Un mes de tarifa de acá, es lo que paga él casi que en todo el año.

Otra cosa que está complicada es la seguridad. Cada vez escuchás cuentos más embromados de robos y violencia. Es como que los tiros pasan cada vez más cerca. El otro día fui a pagar una cuenta a un Abitab, y no hacía cinco minutos que lo habían robado. A veces cuando salgo de trabajar de noche, veo a la barra de “pastabásicos” que están siempre en la esquina haciendo nada, y siento los ojitos en la nuca, calculando a ver si valgo la pena.

También me tiene un poco podrido la soberbia sindical. Todos los días hay paro por algo, todos los días veo a algún dirigente en la televisión hablando de pesado, siempre enojados. Y encima ahora empezaron a aparecer en las páginas judiciales.

Podría votar a Tabaré Vázquez. La verdad que no hizo mal gobierno, y seguro que fue más ordenado que Mujica, que será muy macanudo, pero tiene un corso a contramano a la hora de gobernar. Pero con Tabaré me pasa un poco lo mismo que con el maestro Tabárez. Le tengo gratitud por agarrar el cuadro en el peor momento y sacarlo a flote. Pero ahora estaría bueno algo distinto. Algo que sacuda un poco, que motive a más.

Podría votar a este tipo Mieres, o al loco del ecologista. Los dos dicen cosas sensatas, y no estaría mal que tuvieran un lugar en el Parlamento. Pero me da miedo que sea tirar el voto, o que se acomoden con el que gane y se vuelvan más de lo mismo.

Podría votar a Bordaberry. Una vez lo escuché en la radio y me pareció muy preparado. Y la verdad que a mí, el tema del apellido, ni me va ni me viene. La cosa es si podría gobernar con más de medio país en contra.

Podría votar a Lacalle. Es un tipo joven, que parece rodeado de gente nueva, capaz. Puede ser el sacudón que precisa el país en algunas áreas. Pero también parece un poco nuevo, y no sé cómo manejará la presión de un país que ya no va a estar tan sobrado de plata, y con los sindicatos de punta en contra.

La decisión no es tan fácil como parece. Sobre todo cuando no sos un fanático que cree que los tuyos son infalibles, y los demás son la peste. ¡Maldita indecisión! Qué duro es ser una estrella.

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Martín Aguirre

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