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Otra historia reciente

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MARTÍN AGUIRRE
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Este artículo tendrá varias cosas inusuales.

Primero, será de alguna forma el comentario de un libro, algo nada habitual en este espacio. Segundo, pese a que quien escribe huye como de la peste de la “tupamarología”, la pieza abordará un tema de la “historia reciente” vinculado con la violencia de los años 60 y 70, pero que como el libro deja en claro, se prolongó hasta bien entrada la década del 90. Y por último, habrá más referencias personales de lo acostumbrado.

Esto porque se trata de un libro póstumo, de inminente salida, de nuestro excompañero y amigo en el diario Antonio Mercader, que tiene ya de por sí un título impactante: El último golpe tupamaro, y analiza el luctuoso episodio del MLN y los etarras en el Filtro.

De “Manino” Mercader no hace falta decir mucho. Solo que pese a la diferencia generacional, siempre fue en lo personal alguien cálido y generoso, con una elegancia en el trato casi a la par de la que mostraba en sus textos habituales de los domingos en El País. Su libro sobre la historia oculta del frustrado plan para instalar una base aérea estadounidense en la laguna del Sauce debería ser lectura obligatoria. Y este nuevo texto por salir no tiene mucho que envidiarle en cuanto a información relevante, bien contada, y que con el oficio de un periodista de raza realmente logra llevar al lector a una época no tan lejana, pero que ya parece prehistoria. ¡No había internet!

No se trata de un libro que tenga revelaciones estruendosas. Su potencia viene más bien de la capacidad de aglutinar hechos y datos que ya circulaban, pero que puestos todos juntos, con el orden y el contexto adecuados, dan una imagen impactante de hasta dónde seguía latente todavía a mediados de los 90, el virus de la violencia que desangró al Uruguay a partir de los sesenta.

Porque todos quienes más o menos manejamos información, recordamos el episodio. Uruguay en aquellos tiempos era una especie de “santuario” para los terroristas de ETA que huían del País Vasco, sobre todo luego de que Francia decidiera dejar de mirar para otro lado, y colaborar con el gobierno español. Tal vez lo que el libro destapa es que se trataba de algo mucho más grande de lo pensado, y que los etarras que “dormían” aquí eran mucho más relevantes de lo que se decía.

Otro detalle que revela el libro es el nivel de vinculación que tenían los tupamaros con grupos violentos de otros países, particularmente con ETA. Una ETA que solo en los tres años previos al Filtro había asesinado a nada menos que 86 personas.

El tercer elemento que el libro pone sobre la mesa es el culto a la violencia que todavía existía entre algunos dirigentes tupamaros que luego tuvieron máxima relevancia política en el país. Una cosa es saber que José Mujica o Fernández Huidobro eran guerrilleros en los sesenta. Pero otra diferente es leer las transcripciones de las cosas que decían en su radio en 1994. “Los rehenes se tienen en el hospital Filtro contra la resistencia de un puñado de valientes. Esta es la traición, es la colonización (...) estos canallas, estos traidores, van a tener su castigo por parte de nuestra gente, un castigo ejemplarizante”. ¡La pucha!

Una manija que terminó generando un episodio de violencia que dejó al menos un muerto, a manos de una represión policial desbocada que el libro explica a la perfección. Pero que queda claro que fue respuesta a un plan organizado, donde incluso se intervino la onda de radio policial. Tal vez la narración de esa hora de caos, con disparos y refriegas, sea el punto más impactante del libro.

Pero leído en el año 2021, y cuando los fuegos de toda esa locura parecerían definitivamente apagados, el texto sirve para entender un par de cosas que a veces se nos confunden.

La primera es lo ridículas que quedan todas esas apelaciones a que la sociedad uruguaya estaría polarizada al extremo, de que habría una “grieta” política preocupante en el país. Alcanza con leer los discursos de algunos dirigentes de aquellos tiempos, apenas 30 años atrás y muy poco después del Obelisco y todo aquello, para darse cuenta de que lo de hoy no pasa de fuegos artificiales. ¡Por suerte!

Lo segundo es que sirve para entender un momento bisagra de la historia del Frente Amplio, partido que aún hoy es el más fuerte electoralmente del país. El Filtro, queda claro en el libro, marcaría a fuego no solo el cambio de estrategia de los viejos líderes tupamaros, sino que consolidaría el ascenso de Vázquez por sobre Líber Seregni. Pero también la forma en que la aplanadora tupamara y de la izquierda radical pasarían por encima de figuras más principistas que se negaban a aceptar su lógica violenta y maniquea. Algo cuyo impacto se percibe todavía hoy.

Cuando uno lee y escucha muchos de los discursos actuales, incluso de gente que apenas era nacida en aquel tiempo, no puede menos que asombrarse de que algunos todavía reivindiquen cosas de esos tiempos. Y concluir que de aquellos polvos vienen muchos de nuestros lodos.

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