No todo son zancadillas y puñaladas por la espalda, como el "Caso Pintado". En estos días, la interna oficialista puso sobre la mesa un tema que interpela a la sociedad: el gasto militar y la dimensión de las Fuerzas Armadas.
Todo comenzó con una propuesta de la senadora Constanza Moreira quien dijo que la inversión que hace el país en su fuerza militar está "sobredimensionada", y que si Tabaré Vázquez pretende un 6% del PBI para la educación a menos que piense aumentar fuerte los impuestos, ese sería uno de los rubros de los que podría salir el dinero. La respuesta no provino de ámbitos castrenses, demasiado golpeados en estos años como para meterse en internas políticas, sino del propio gobierno. Primero el ministro Fernández Huidobro, siempre sutil, que la acusó de "ignorante" y otras linduras. El presidente Mujica fue más delicado, y aprovechando la coyuntura, destacó la importancia de las Fuerzas Armadas en emergencias como estas inundaciones. Planteó además, que de haber
No todo son zancadillas y puñaladas por la espalda, como el "Caso Pintado". En estos días, la interna oficialista puso sobre la mesa un tema que interpela a la sociedad: el gasto militar y la dimensión de las Fuerzas Armadas.
Todo comenzó con una propuesta de la senadora Constanza Moreira quien dijo que la inversión que hace el país en su fuerza militar está "sobredimensionada", y que si Tabaré Vázquez pretende un 6% del PBI para la educación a menos que piense aumentar fuerte los impuestos, ese sería uno de los rubros de los que podría salir el dinero. La respuesta no provino de ámbitos castrenses, demasiado golpeados en estos años como para meterse en internas políticas, sino del propio gobierno. Primero el ministro Fernández Huidobro, siempre sutil, que la acusó de "ignorante" y otras linduras. El presidente Mujica fue más delicado, y aprovechando la coyuntura, destacó la importancia de las Fuerzas Armadas en emergencias como estas inundaciones. Planteó además, que de haber petróleo en la zona costera esto generará "un problema de seguridad", y que "habrá que reforzar los dispositivos navales". Algo que a menos que tema una invasión de algún vecino, no tiene mayor explicación, pero...
La cuestión es que el debate sobre el costo y la utilidad de las Fuerzas Armadas parece pertinente y actual. Aunque en el oficialismo siempre luce enturbiado por preconceptos y resentimientos, ya históricos y nada recientes.
El Ministerio de Defensa en general tiene unos 29 mil funcionarios, el 11% de la plantilla del Estado. De estos, hay que destacar que unos 2.500 efectivos están en misiones de paz, y otros 500 custodian las cárceles. Hoy las FF.AA. poseen casi la misma estructura que en 1985, pero tiene 27% menos de personal y 60% menos de presupuesto. Esto es un dato no menor. El gasto militar tuvo un pico a principios de los 80, y a partir de allí no ha dejado de bajar con todos los gobiernos, y hoy representa un 1% del PBI. El tema es que las Fuerzas Armadas siguen teniendo onerosas responsabilidades.
Desde la custodia de fronteras a la vigilancia de recursos naturales. Y la siempre menguante disponibilidad económica ha llevado a que las mismas hagan malabarismos para cumplirlas. Buena parte de los escándalos ocurridos recientemente en la Armada, por ejemplo, han tenido base en los traspasos de fondos al filo del reglamento que han tenido que hacer sus autoridades, para poder seguir funcionando.
Según Moreira, de todas formas el gasto militar supera el presupuesto del Poder Legislativo, todo el del Poder Judicial y todo el de la Cancillería. Y critica especialmente el régimen jubilatorio, supuestamente demasiado benigno, del que goza este sector.
Ahora bien, hay algunos aspectos que por ser sensibles y polémicos, no se suelen mencionar cuando se debate este tema. Por un lado el rol "social" que cumplen las Fuerzas Armadas, que son uno de los principales empleadores del país, casi el 2% de la fuerza laboral. Además se trata de una "carrera" que da oportunidad a una mano de obra que suele ser de la menos calificada. Un proceso mal llevado de reducción de la fuerza puede generar una crisis social seria.
Un segundo tema, este aún más sensible, es que las Fuerzas Armadas no sólo tienen como misión la defensa ante un enemigo externo (un escenario casi imposible debido nuestra escala en la región), sino también ante situaciones extremas en materia interna. Desde cuestiones que tienen que ver con el narcotráfico, pasando por aspectos relacionados con la inteligencia, y hasta relativas al terrorismo.
Esto es delicado por la experiencia histórica nacional de los 70, donde las fuerzas armadas cumplieron ese rol con efectividad, pero luego terminaron dando un golpe de Estado y volviéndose contra la democracia que las llamó en su auxilio. No deja de ser significativo que destacados dirigentes del movimiento que fue derrotado por estas fuerzas, sean hoy sus principales defensores, y que la nueva generación de esos mismos grupos políticos, sean quienes más ganas tienen de borrarlas del mapa.
El debate deja algunas preguntas en el aire.
Teniendo en cuenta su tamaño actual y su sistemático proceso de "achique", ¿qué tanto más puede ahorrar el Uruguay en materia militar? ¿Tiene el país capacidad de sacar recursos de allí para otras áreas sin afectar el cumpliendo de tareas clave para la sociedad? ¿Se trata de una polémica constructiva? ¿O una propuesta política para lograr apoyo de sectores que todavía ven a estas fuerzas como un enemigo?