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El frío, la burocracia y la muerte

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MARTÍN AGUIRRE
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La noche del martes se dio una coincidencia poco común.

Todos los pronósticos del clima, hasta los estatales uruguayos, anunciaban un temporal furibundo, con temperaturas tan, pero tan bajas, como para robar una sonrisa a Greta Thunberg. ¿Se acuerda de Greta Thunberg? Sin embargo, este periodista debió hacer una excursión arriesgada a un 24 horas tarde en la noche, y vio al menos a dos personas durmiendo en la calle.

“¡Que locura!”, pensó al caminar junto a dos siluetas acurrucadas bajo el pretil de un Abitab. No solo por el frío lacerante, sino porque el vendaval arrojaba ramas y basura contra todo lo que caminara. “¿Cómo puede ser que haya gente que prefiera dormir hoy en la calle, antes que ir a un refugio?”, pensó.

La noticia al otro día confirmó el calificativo. Un hombre de 31 años murió, al parecer de hipotermia, al dormir en la puerta de una panadería. Pero con un agravante terrible. El hombre quiso ingresar a un refugio, pero no fue aceptado por no quedar ya cupos. ¡El tipo fue expulsado de un refugio, y terminó muriendo en la calle!

Debe haber pocos hechos más deprimentes, y reveladores de lo inhumano de la burocracia, que cerrarle la puerta de un refugio a una persona una noche como la del martes, condenándolo de hecho a la muerte. Y la reacción política posterior no fue tanto mejor.

Las autoridades del Mides no hicieron conferencia de prensa, no explicaron bien lo sucedido. Apenas habló el subsecretario Castaingdebat a la salida de un evento, con palabras que eran más bien una pasada de culpas a la gestión anterior, que una autocrítica sentida. Por suerte, el propio presidente Lacalle Pou subsanó esa falla, asumiendo la responsabilidad, y prometiendo que no volverá a ocurrir. Vale señalar que es la segunda muerte de este tipo, desde que llegó el nuevo gobierno.

A ver... es verdad que la nueva gestión del Mides tiene apenas cuatro meses. Que en ese plazo debió enfrentar un caos administrativo total, la irrupción del coronavirus, un personal muy alineado con la gestión anterior, y las pedradas sospechosas de la oposición y sus ONG afines. Pero que en una noche como la del martes, no se previeran más lugares para recibir gente, es cuestionable. Y que nadie haya pagado con su cargo, aunque sea quien tiró a ese uruguayo a morir a la calle, es indefendible.

Casi tan indefendible como la reacción de algunos dirigentes de la oposición. Vamos a mencionar dos, no por su relevancia pública o conceptual, sino como ejemplo de todo lo malo que muestra el clima político en el país.

El primero es el de la señora Micaela Melgar, exjerarca del Mides, que tiró munición gruesa contra sus sucesores, a los que culpó del hecho, a la vez que señalaba que la falta de una transición ordenada es en buena parte responsable de lo que pasó. La señora Melgar parece olvidar que bajo su gestión y la de su partido, murieron varias personas en la misma situación. ¿Fue por un problema en la transición? ¿Fue por insensibilidad social de las autoridades? Pero además, una gestión que empezó hace cuatro meses, no tiene tiempo de cambiar mucha cosa. ¿Quién diseñó el sistema de refugios? ¿Quién puso a cargo de un refugio a alguien capaz de echar a una persona a la calle una noche como la del martes?

Melgar ya había tenido un duro choque con Daniel Martínez cuando este era intendente y la jerarca del Mides lo mandó callar la boca por quejarse de la ineficacia del Mides para encarar el tema de la gente en la calle. Aunque este probablemente ya no lo recuerde. ¿Andaba tan bien antes la cosa como para salir a buscar rédito político ahora con una tragedia así?

El segundo comentario a mencionar es el del señor Pablo Álvarez, ex Director Nacional de Educación, y que supo revistar en el grupo de Fernández Huidobro, semillero de muchos faros morales de la política actual. La reacción de Álvarez ante este episodio fue ir a la red social twitter y escribir: “Apretá fuerte ese cilicio”. Una referencia microbiana a las convicciones religiosas del ministro Bartol.

O sea que el señor Álvarez lo primero que hace ante la muerte de un compatriota es apelar a un retorcido sentido del humor, para buscar medrar políticamente, y usando para ello las convicciones personales de un adversario. Difícil de imaginar una acción más carroñera, sectaria, y despreciable. Y esa persona fue ¡Director Nacional de Educación! Si eso no explica lo que pasa hoy en la educación pública del país...

Pero de poco sirve conformarse viendo la catadura de algunos exjerarcas a la hora de comentar los hechos de hoy. De nuevo, esta gestión del Mides lleva apenas cuatro meses, y ha tenido que enfrentar no una, sino varias tormentas perfectas. E incluso es hasta concebible justificar (todavía) esta tragedia, echando la culpa a los problemas heredados de figuras como las mencionadas. Pero para marcar una diferencia ética clave con ellas, no se puede justificar cualquier cosa de sus sucesores.

Y, sobre todo, hay que exigir medidas claras para que lo del martes no vuelva a pasar.

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