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Un festejo diferente

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El acto por el Día de los Trabajadores tuvo aspectos novedosos este año. Ya sea por la campaña electoral en marcha, por la relativa paz económica que vive el país, o tal vez la percepción de que las arengas del año anterior (sobre todo el ataque a Un Techo para mi país) habían forzado demasiado la dosis. Pero el tradicional festejo sindical esta vez exhibió un tono distinto, más amable... comprador, si se permite la audacia.

El acto por el Día de los Trabajadores tuvo aspectos novedosos este año. Ya sea por la campaña electoral en marcha, por la relativa paz económica que vive el país, o tal vez la percepción de que las arengas del año anterior (sobre todo el ataque a Un Techo para mi país) habían forzado demasiado la dosis. Pero el tradicional festejo sindical esta vez exhibió un tono distinto, más amable... comprador, si se permite la audacia.

Ya la previa dejó en claro que la dirigencia gremial quería mostrar una cara renovada. En vez de dejar las cámaras a los duros rostros de siempre, los programas de la TV matinal debieron entrevistar a una dirigente mujer, joven, que edulcoró bastante la forma (que no el fondo) del mensaje. Los discursos oficiales en general se centraron en cosas positivas, loas a los últimos gobiernos, y a los progresos que habría obtenido la "clase trabajadora". Incluso Oscar Andrade, reciente azote de la clase política en ocasión del debate sobre la ley penal empresarial, significativamente optó por irse a festejar a Cuba, en vez de relucir su reciente fama en la sepia mañana de mayo montevideana.

Aunque nada evidenció esta intención como la imagen de Marcelo Abdala cantando a dúo con la modelo Martina Graf el tema "Ámame en cámara lenta". Por más que a nadie escapa la capacidad de la belleza femenina para horadar la armadura más gruesa, ver a ese severo engranaje metalúrgico del Partido Comunista, entonando estrofas del clásico del melódico internacional, solo se explica porque el Pit-Cnt estaba en modo seducción.

No se malentienda, tampoco es que faltó nada de lo habitual. Estuvieron las arengas incendiarias, las amenazas a empresas por abrir en fecha tan inapropiada ("más tarde o más temprano los vamos a cerrar"), las referencias a la dictadura y al neoliberalismo, y los apoyos a Venezuela y Cuba. Y, por supuesto, toda la cúpula oficialista enfundada en reglamentaria campera de ocasión. Hasta Mujica lució una de gamuza que parecía más propia para recorrer el stand de Aberdeen Angus en el Prado que para la plaza Mártires de Chicago. Tal vez porque ya iba pronto para su segunda parada, el Quincho de Varela.

De hecho el clásico evento en las cercanías de la chacra presidencial, fue uno de los aspectos más comentados en la previa del 1° de mayo. Algunos dirigentes del Pit, especialmente Richard Read, sugirieron que no correspondía en un día tan significativo, que sindicalistas se mezclaran con empresarios, embajadores, y otros representantes del capitalismo. Esa postura fue criticada por colegas como Fernando Pereira, que reivindicó el talante democrático de la central, donde "no se le dice a nadie lo que puede hacer". Aunque de hecho, tanto gremialistas como dirigentes empresariales brillaron por su ausencia en el evento de Mujica. Señal de que por encima de poses, el clima político-laboral, no está tan armonioso como parece. Otros indicios empujan en ese sentido.

Por ejemplo que el tema del poder y la predominancia que han cobrado los gremios en estos años haya impactado de lleno en la campaña electoral. Esta semana los principales candidatos de todos los partidos han abordado el tema, desde Jorge Larrañaga que ha dicho que "cada uno en su rol. Diálogo sí, cogobierno no", hasta Pedro Bordaberry quien sostuvo que "los gremios velan por el interés gremial y corporativo y no por el interés general". Significativo fue lo de Tabaré Vázquez, que sugirió que estaría dispuesto a declarar la esencialidad en la educación, y del exministro Brenta quien afirmó que "el FA tiene que seguir defendiendo los derechos de los trabajadores pero evitando corporativismos".

Otra señal es una encuesta conocida por estos días, donde un 64% de los consultados dice que el próximo gobierno debe realizar cambios en el rumbo, de los cuales 2 de cada 3 considera que debe ser "hacia el centro y la derecha". Algo que se da además en el marco de un cierto declive de las preferencias por el oficialismo.

En estas fechas donde cualquiera que camine por la capital debe hacerlo entre fétidas bolsas de basura debido al enésimo conflicto entre el gobierno municipal frentista y el gremio de Adeom, no es disparatado pensar que el nivel general de conflictividad sindical, en un país con bajo desempleo y economía más o menos saludable, empieza a ser una carga en la mochila del ciudadano y del votante. Y que así como un perceptivo Vázquez parece estar dando un giro al centro en su mensaje de campaña, el relativo tono conciliador del festejo gremial por el 1° de mayo, puede haber estado afectado también por este síntoma.

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Martín Aguirre

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