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La explicación no cierra

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Martín Aguirre
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La semana tuvo un tema excluyente. Pero siete días después de estallado el "Gavazzogate", las preguntas siguen siendo más que las respuestas. Y la ofensiva agresiva del núcleo duro del oficialismo hacia la prensa, sin cuyo trabajo ninguno se habría enterado de nada, solo entrevera más la baraja.

El asunto se divide en dos partes. Primero, tenemos un tribunal de honor militar, que analizó la conducta de Gavazzo, tal vez el represor más emblemático de la última dictadura. Allí se buscaba definir la actuación de este personaje respecto a la muerte de Roberto Gomensoro en 1973. Sobre todo, se buscaba analizar la responsabilidad de Gavazzo en el hecho de que otro militar, el coronel Gómez, hubiera pasado tres años preso por este caso, cuando al parecer no tenía nada que ver.

Durante las actuaciones del tribunal, Gavazzo confirmó que él hizo desaparecer el cadáver de Gomensoro, por orden del general Esteban Cristi. Por su parte, otro represor connotado, Jorge Silveira, afirmó en la misma instancia que Gavazzo había matado a Gomensoro al torturarlo. Vale señalar que ambos exrepresores, al parecer, no se quieren nada.

Acá la cosa se complica, al menos para una "cabeza" civil. Porque ese tribunal decidió que Gavazzo no había afectado el honor militar con estas acciones, aunque sí había cometido una falta gravísima por dejar a su colega preso tres años sin hablar. Y pasó todas las actuaciones a su superior, el Comandante en Jefe de entonces, Manini Ríos. Manini entregó un informe al ministro de Defensa Menéndez, y este llevó las actuaciones a la Presidencia.

Nadie en Uruguay a esta altura, tiene dudas sobre las cosas que hizo Gavazzo, que está preso hace años. Aunque las preguntas son ¿por qué decidió hablar ahora de esto? ¿Se rompió el pacto de silencio entre militares? ¿Qué buscó al confesar?

Entramos entonces en el segundo tema, el más novedoso y removedor. El ministro Menéndez llevó toda esta información en persona a Presidencia a mediados de febrero, acompañado por dos abogados. Se reunieron con Miguel Toma, hombre del riñón del presidente Vázquez, le dijeron que ahí había una bomba y que había que llevar todo a la Justicia.

Pero Toma, por decisión propia, o consultada con el Presidente, no hizo nada al respecto. De vuelta, la cúpula del gobierno del Frente Amplio recibió documentos donde el militar emblema de la represión confiesa por primera vez un crimen e implica a colegas, y ¡no hicieron nada con eso!

Todo saltó por una investigación de Leonardo Haberkorn en El Observador, donde se narraba lo que decía el expediente. La respuesta del gobierno, dos días después, fue echar al ministro, y a la mitad de los generales del país, por haber sido parte del tribunal. A la vez que aseguraban que no sabían nada de lo que había en los expedientes, que Vázquez dijo haber firmado ¡sin leer!

Sin embargo, al día siguiente El País, en nota firmada por Pablo Fernández y Pablo Melgar, desmiente al gobierno, e informa que Menéndez le dijo en persona a Toma lo que había allí, y le recomendó hacer denuncia penal. Consultado por El País, antes de la publicación, Toma se mostró titubeante, agresivo, y le tiró las culpas al pobre ministro, que padece una enfermedad gravísima. Incluso en esa situación Menéndez escribió una carta defendiendo su honor (cosa que su gente del PS no hizo con tal de salvar a Vázquez), y confirmó todo lo publicado por El País.

Varias preguntas surgen de todo esto. ¿Vázquez no fue informado por Toma de lo que había en los papeles que firmó? Si es así, ¿por qué no lo echa? Si Vázquez fue informado, ¿por qué no hizo nada con eso por más de un mes? ¿Fue desidia? ¿Se buscaba tapar algo? ¿Cuál es la explicación?

Parece algo central saber por qué el presidente de un partido que ha hecho del tema derechos humanos un eje central de su identidad, por acción o por omisión tapó información tan importante, ¡la primera vez en 40 años que alguien como Gavazzo admite haber cometido un crimen!

Sin embargo, la cúpula del Frente Amplio, el Pit-Cnt, y algunos grupos de derechos humanos dicen que esto no es importante. Que no hay que desviarse de Gavazzo y sus crímenes, y salen con la sanata de siempre de acusar de fachos, prensa de derecha, alcahuetes de la dictadura, a quienes les exponen esta contradicción ética básica. Perdón, pero Gavazzo todo el Uruguay sabe ya quién fue y lo que hizo. Lo que hace falta saber ahora es por qué Presidencia "cajoneó" información hasta que la prensa la difundió. Por qué se defenestró a un hombre digno en la situación de Menéndez cuando quedaron en evidencia. Y, sobre todo, si se pueden seguir poniendo en juez moral del resto del país en este tema hasta que no se respondan estas preguntas. Esta última es tal vez la única que se puede responder desde fuera de la Torre Ejecutiva. Y con un sonoro y rotundo no.

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