Publicidad

Culpa nuestra, culpa suya

Compartir esta noticia
SEGUIR
MARTÍN AGUIRRE
Introduzca el texto aquí

Si usted está leyendo estas líneas, le interesa el periodismo. En ese caso, hay dos cosas muy importantes que están pasando en torno a este oficio, que tiene que conocer.

Quédese tranquilo que no le vamos a llorar la milonga. Aunque las penurias económicas de los medios uruguayos, agravadas por la pandemia, sin duda están afectando la calidad informativa. Esto ante una alarmante pasividad del gobierno que luego de 9 meses no ha encontrado un mecanismo para con cuatro migajas, (no se precisa más), ponerle las muletas que precisa la transición digital de la prensa nacional. En fin...

Pero no. Queremos hablar de cosas que afectan a la calidad de la información que usted recibe y que, como dice el título, parte son culpa de quienes hacemos esto, y parte suya, del consumidor.

Uno de los grandes dramas del periodismo hoy, en todo el mundo pero peor todavía en Uruguay, es su uniformidad. Todos los medios tratan más o menos los mismos temas, más o menos con el mismo tono, más o menos con los mismos prejuicios y miradas. Muy difícil encontrar alguien que se salga de esa media implacable.

¿Por qué pasa esto? Hay un par de razones claras. La principal, que cuando el periodismo se convirtió en una carrera universitaria, con todo lo bueno que eso tiene, llevó a que todos los profesionales que hoy trabajan en esto, estén cortados más o menos por la misma tijera. Leen las mismas cosas, escuchan la misma música, hasta políticamente piensan parecido.

Esto se potencia por el panóptico de las redes, donde la mayoría de los periodistas cree que está el mundo real. Pero donde lo único que hay es un tribunal de colegas y competidores dispuestos a juzgar con severidad inquisitoria, a cualquiera que se salga del canon políticamente correcto. ¿Quiere ver usted a un periodista asustado? No le diga que llamó el Presidente, un empresario o un sindicalista furioso. Ahora si alguien grita en una redacción “nos están matando en Twitter”... ¡Mamita!

Claro que hay gente inteligente que ya se dio cuenta de esto. Y opera desde allí para marcar la agenda informativa, de manera muy efectiva, y en desmedro de usted, amigo lector. Téngalo claro.

Como dijo la fiscal Darvinia Viera, la del caso “Océano”, ella “usa” a la prensa para lograr un cambio social. Y hay muchos que hacen lo mismo, con la complicidad de mucho periodista/activista, otro fenómeno terrible de estos tiempos. Y que explica, entre otras cosas, el tono paternalista y asustador con el que se brinda mucha de la información sobre el virus, ya que hay colegas que creen que la gente es idiota, y no está en condiciones de valorar la información por sí misma.

Pero, como dice el título, la culpa no es solo nuestra. Usted, amigo lector, también tiene responsabilidad en cosas negativas que están pasando al periodismo.

La más grave, a criterio de quien esto escribe, es la polarización extrema que muchos lectores están imprimiendo a su consumo informativo, probablemente importada de los mundos ficticios a los que las redes sociales le han acostumbrado a vivir. En las redes, los algoritmos le diseñan un entorno ideal, no sea cosa que escuche voces que le perturben mucho su manera de pensar, y se vaya.

Entonces, cuando agarra un diario, o mira un informativo de TV, no entiende nada. Se calienta con presentadores, con editores, y ve conspiraciones políticas en todos lados. Un ejemplo, hace un par de semanas este diario hizo una entrevista de domingo con Carolina Cosse. Periodísticamente incuestionable: intendenta de Montevideo, figura política emergente, peso específico significativo. Pues usted no se imagina la cantidad de correos que recibió este editor, acusando al diario de haberse “vendido”, de “dar voz a bolcherío”, y otras linduras. Ni le digo por las 5 páginas que le dimos a la muerte de Vázquez. ¿Qué cabeza tiene alguien que cree que un diario serio puede ignorar la relevancia de la muerte de un tipo que fue dos veces Presidente?

Al mismo tiempo, del otro lado, no hay día que no se nos acuse de todo lo contrario, claro.

Esta esquizofrenia política es tremendamente dañosa para la calidad informativa. Sobre todo a medida que la publicidad, ese gran elemento moderador, va desapareciendo del menú de ingresos de los medios, para irse a Google o Facebook. Porque la necesidad puede obligar a tener contento a esa base de lectores “duros”, aunque sea a costo de la calidad periodística.

Eso es lo que termina generando coberturas, programas de TV, que solo apuntan a satisfacer a ese nicho fanático, y sin ninguna ambición de ecuanimidad. No hace falta dar nombres, ¿O sí?

La sociedad que va a surgir de un debate público donde solo haya bandos gritándose, cada uno detrás de su muro conceptual, y sin nadie que matice, que haga preguntas incómodas, y que busque acercarle al ciudadano lo que piensa quien está del otro lado, no será nada lindo de ver. La responsabilidad de que eso no pase, amigo lector, es más suya que nuestra.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

premiumMartín Aguirre

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad