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Las dos caras

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Enrique Beltrán

No he escuchado ni leído el reciente discurso pronunciado por el ahora senador Astori, lanzado con todos sus bagajes a la campaña electoral. En una de las crónicas del acto y de su discurso, encuentro este párrafo encomillado: "el pueblo uruguayo se encamina para tomar una decisión trascendental; seguir el camino de la transformación o volver al pasado". Parece apuntar así a una opción frontal donde todo el ayer es desechable y las "transformaciones", simplemente por serlo, son bienvenidas. Casi siempre que soplan esa suerte de vientos mesiánicos, que pretenden arrasar raíces y logros generados en el andar de la libertad en la historia, con frecuencia es la libertad que termina abatida, y los pueblos, sus grandes víctimas

El Frente alcanzó el gobierno del país, al fin, por la voluntad de las urnas. Se dio una vez más, la rotación de los partidos en el Poder en el ejercicio de la democracia en el Estado de Derecho. Ese camino había sido despreciado por dirigentes y sectores de esa fuerza política que confiaron en el de la violencia y el crimen, el del terror y el atentado para alcanzar ese objetivo. Minorías iluminadas que por creer serlo, o por fingir creerlo, se sintieron autorizadas a prescindir de la voluntad del pueblo para elegir libremente su destino e imponerle por la fuerza el que se les antojase.

En el correr de los años se dio así una extraña paradoja: quienes combatieron y pisotearon la siembra, terminaron recogiendo la cosecha y se sintieron dueños de ella. Para que fuera el pueblo quien elija a sus gobernantes a través de la libre expresión de su voluntad, y pueda emitirla con las mayores garantías, tanto en su libertad, como en su autenticidad y en su eficacia se tiñeron de sangre y se poblaron de mártires las cuchillas del país. Consolidar las garantías y perfeccionarlas fueron inquietud esencial de todas nuestras constituciones a partir de la de 1917. Ya que hablamos del pasado entonces contrastemos los que luchaban y morían por liberar y los que decenas de años después atacaban por someter, los que entregaban la vida para que los pueblos pudieran elegir libremente su destino, con los que tiempo adelante mataban para quitárselo.

Hoy el partido oficialista se encauzó para llegar al gobierno en el procedimiento democrático, es decir la voluntad del pueblo en las urnas. Fue un hecho muy positivo. Pero con salvedades. En la oposición, su conducta fue inalterable: procurar que el país quedara fondeado en las dificultades, siempre generosos para fabricarlas o para agravarlas. Solamente elijo tres hechos representativos de toda una trayectoria. Uno fueron los acontecimientos del Filtro cuando alentaron una asonada para evitar que se llevara a cabo la extradición de los etarras decretada por la Justicia. Crearon un clima de crispación y fue entonces todo un desafío institucional. Otro hecho elocuente de esa reiterada conducta, fue el rechazo de toda colaboración en la grave crisis del 2002 y hasta se apostó al "default" que entre otras muchas cosas implicaba un sacudón del propio régimen. El último hecho es el puerto que pudo renovarse en el gobierno blanco en medio de la rabiosa oposición del Frente que agotó los caminos para que aquel puerto mantuviera y agravara su estancamiento. El vertiginoso crecimiento del puerto de hoy, es hijo de aquella reforma vituperada por los que hoy se ostentan como padres. Esa fue una transformación enriquecedora y liberadora. Mientras las de este gobierno van lentamente sumergiendo a la sociedad en el pantano de la omnipotencia estatal.

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