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Astesiano, la paja y el trigo

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martín aguirre
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Lo de Astesiano me resulta muy inflado”, decía ayer Danilo Arbilla en su columna en El País. Mmmm... inflado parece mucho.

Pero en medio del maremágnum de información, filtraciones, chats, a buena parte de los uruguayos les pasa que no terminan de descifrar si estamos ante un escándalo histórico, o a un caso menor propio de un país donde todo está atado con alambre.

La arremetida de la oposición y sus satélites mediáticos, enturbia más la situación. Hemos llegado al extremo en que el diputado Olmos, usualmente una figura razonable, se dedica a azuzar la versión de que el presidente habría estado involucrado en la llegada de 400 kilos de droga, disfrazada de pescado. ¿En serio?

Tal vez sea momento de detenerse, evaluar, e intentar separar la paja del trigo de este escándalo.

Para empezar, lo que está relativamente comprobado (no hay sentencias firmes) es que había una organización que usaba falencias en los controles internos de Cancillería, o Identificación Civil, o ambas, para gestionar pasaportes uruguayos a extranjeros. Esa organización funcionaba al menos desde 2013, y la investigación ya provocó la imputación de un excónsul en Rusia, y es posible que afecte a otro.

Muy bien. Esa organización de alguna forma logró “coptar” a Astesiano, el cual los habría apoyado en conseguir documentos, a la vez que les daba cierta “chapa” oficial, al contar con alguien que estaba en el círculo íntimo del poder. A partir de allí todo se complica.

Es que los famosos “chats” del custodio lo muestran hablando de cosas disparatadas, dándose dique de poderes que no tenía, y prometiendo gestiones imposibles de cumplir. “Yo decía cualquier cosa para que no me jodieran más. Es todo humo”, dijo Astesiano en una entrevista exclusiva con El País. Nadie va a tomar por buenas las palabras del señor Astesiano por estas fechas, pero los datos parecen confirmar que hay mucho vapor en el ambiente.

Por ejemplo, en los chats se habla de usar el sistema El Guardián para espiar a personas, que se comprobó que no puede suceder sin dejar rastros. Se plantea armar una especie de dossier sobre los senadores Bergara y Carrera, para obligarlos a levantar su denuncia sobre el puerto, cosa que tampoco hay evidencia de que haya podido ocurrir. Además de que la denuncia por el puerto fue archivada sin necesidad de nada turbio.

Después está el asunto de los teléfonos. En los últimos días, altos dirigentes opositores fogonearon la tesis de que el gobierno habría acordado con la fiscal una especie de impunidad para el presidente. Esto no es verdad.

Lo que sucede es que el gobierno aceptó entregar la información de los teléfonos de todos los jerarcas, pero pidió que las conversaciones del Presidente no sean incorporadas a la investigación general. Los motivos son obvios. Las charlas del Presidente con su custodio incluyen cosas muy personales, y Fiscalía no puede garantizar que esa información no aparezca al día siguiente en la prensa. Prensa que en algunos casos ha considerado relevante titular con un saludo de cumpleaños de Astesiano al ex presidente Lacalle Herrera. A partir de ahí, se puede esperar cualquier cosa.

¿Pactó algún tipo de impunidad el Presidente con la fiscal? No. Nadie puede pactar eso. Y si hay indicios de actividad ilegal del mandatario, la fiscal y el juez tienen todo el poder para analizar sus conversaciones.

O sea que, pasando raya, seguimos con el tema pasaportes como único delito en juego. Pero hay algo más.

Esta causa ha dejado en evidencia un problema del gobierno, y es que ha perdido por completo el control del debate. El problema ya venía de antes, pero todo el morbo de las charlas del custodio, lo ha forzado a jugar a la defensiva todos los días, y sin un panorama claro de hacia dónde va. Tal vez la señal más clara fue un intercambio caótico del Presidente esta semana con una nube de noteros, donde se defendía como gato entre la leña de preguntas e interpelaciones. ¿Es eso razonable?

Es tan deficitaria la comunicación del gobierno hoy, que días atrás recibió la mejor noticia en meses; el archivo de la causa del puerto de Montevideo. ¿Alguien se enteró? No, porque ese mismo día la bancada opositora en pleno doblaba la apuesta, denunciando el espionaje a Carrera y Bergara.

Ante este panorama, el gobierno tiene un solo aliado. Y es la furia glotona de la oposición que todos los días tiene una denuncia “bomba”, lo cual termina por dejar a la gente más mareada que otra cosa. Ahora bien, en un país dividido en dos mitades irreductibles, y con un sector chico en medio, despolitizado y poco informado que define, la duda es qué impacto tendrá todo esto. ¿Será un efecto goteo que terminará por minar la alta aprobación del gobierno? ¿O pasará como con el cuento del pastorcito mentiroso?

Lo que termine decantando el “Caso Astesiano”, cuando la Justicia separe al fin la paja del trigo, será clave para sacarse esa duda.

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Martín Aguirre

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