Fue hijo de sus obras, constructor de su propio destino. Fue un triunfador: médico, profesor de facultad, intendente, dos veces presidente y empresario exitoso.

Con constancia y voluntad supo aprovechar las oportunidades que le ofreció un sistema educativo de buen nivel y una organización democrática abierta a todos.

Como médico se le recordará como constante abogado de prácticas de salud y de prevención que incorporó a la vida nacional desde sus posiciones políticas.

Como receptor de la confianza de miles de nuestros compatriotas llegó a las máximas dignidades de la República. Políticamente nos separaron anchas distancias pero supo distinguir discrepancia de enemistad, crítica de insulto, popularidad de vulgaridad.

Nos conocimos en una fecha memorable para ambos, el día de la elección de 1989 cuando era ungido intendente de Montevideo y a nosotros nos tocaba la responsabilidad de la presidencia. Nunca antes nos habíamos encontrado y el abrazo de ese día marcó un quinquenio en el que desde nuestros respectivos cargos logramos una buena y fructífera relación. Diríamos que también una amistad.

Cuando vivíamos en lo personal y político una etapa difícil tuvo la hidalguía de hacer pública su opinión favorable a nuestra gestión gubernativa. No era ello común en esos tiempos oscuros...

Hace pocos días hizo pública su sincera duda acerca de la existencia de Dios. Hoy la misma se ha desvanecido, ha viajado hacia la morada del Señor a comparecer ante su infinita misericordia acompañado de nuestro recuerdo y de nuestras oraciones.