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Partidos, Sindicatos, Poder

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Dentro de la sociedad actúan distintos agrupamientos de personas que concentran visiones comunes, en función de intereses compartidos. Se trata de fuerzas sociales que procuran influenciar la marcha de los acontecimientos hacia determinadas metas. Los partidos políticos y los sindicatos son los más importantes. Veamos sus respectivos roles, sus caracteres diferenciales y sus puntos de conflicto o coincidencia.

Los partidos políticos son agrupamientos de ciudadanos que, unidos por visiones similares de la realidad, o alrededor de un programa, mediante el voto, procuran llegar al poder o controlar el ejercicio del mismo dentro de la institucionalidad democrática. Los sindicatos agrupan a las personas en función de sus actividades laborales, de su calidad de trabajadores, también dentro de la Constitución y la ley. Los partidos políticos buscan el común denominador en el concepto de ciudadano, es decir de quienes están habilitados para legitimar el poder votando. Ese denominador es

Dentro de la sociedad actúan distintos agrupamientos de personas que concentran visiones comunes, en función de intereses compartidos. Se trata de fuerzas sociales que procuran influenciar la marcha de los acontecimientos hacia determinadas metas. Los partidos políticos y los sindicatos son los más importantes. Veamos sus respectivos roles, sus caracteres diferenciales y sus puntos de conflicto o coincidencia.

Los partidos políticos son agrupamientos de ciudadanos que, unidos por visiones similares de la realidad, o alrededor de un programa, mediante el voto, procuran llegar al poder o controlar el ejercicio del mismo dentro de la institucionalidad democrática. Los sindicatos agrupan a las personas en función de sus actividades laborales, de su calidad de trabajadores, también dentro de la Constitución y la ley. Los partidos políticos buscan el común denominador en el concepto de ciudadano, es decir de quienes están habilitados para legitimar el poder votando. Ese denominador es sin lugar a dudas muy tenue, muy general y menos profundo porque busca abarcar la mayor cantidad de voluntades por encima de sus intereses particulares, actúan en extensión.

Los sindicatos por el contrario apelan a identidades más estrechas pero más profundas. La sensación de comunidad ciudadana no tiene límites, sus bordes pretenden llegar a la totalidad de quienes en nuestro país pueden ejercer el voto. La asociación de trabajadores agrega voluntades en virtud de la cotidiana calidad de asalariados, de pertenecer a un factor de producción. Se es trabajador todos los días, se ejerce el voto cada cinco años.

Lo que distingue a los partidos es su calidad de instrumentos únicos de llegada al poder. Solo a través de ellos se canaliza la voluntad popular y se designan tanto el ejecutivo como el legislativo que son los únicos que, dentro de los límites constitucionales, pueden aprobar los denominados “actos regla” es decir aquellos que deben ser obedecidos obligatoriamente. Esta cualidad o función los convierte en las agrupaciones de mayor jerarquía dentro de la sociedad.

Los sindicatos cuentan con los instrumentos de poder que reconoce la constitución, el derecho de asociación y el derecho de huelga. Se trata de un poder muy grande que todos los días vemos ejercer. Son inevitables las fricciones entre estas dos fuerzas. El poder político debe mirar a la sociedad en su conjunto, lograr el siempre esquivo equilibrio entre el bien común y los intereses sectoriales. Ello está particularmente presente en los tiempos presupuestales, la adjudicación de recursos siempre escasos frente a las aspiraciones siempre mayores.

En nuestro país desde el logro de la central única de trabajadores a fines de los 60, la CNT cobró una importancia de primer nivel en el escenario nacional. A partir de ese momento, desde el poder sindical se impulsa el nacimiento del Frente Amplio como brazo político de la fuerza de los trabajadores. El Partido Comunista fue el protagonista de mayor influencia en ese proceso, abogando por la vía electoral como el camino para llegar al poder. Aplicando la teoría de Gramsci de ocupación de las estructuras sociales preexistentes, se logró el éxito. En teoría el sindicato debe ser el defensor de los trabajadores, de sus legítimos intereses tendiendo a una mayor demanda de trabajo, a su mejor remuneración, a la obtención de derechos anexos a la vinculación laboral, o de un retiro digno, como objetivos principales de su acción. Ello se ve perjudicado por la asociación cuando no confusión de los sindicatos con el FA, en lo que hemos definido como gobierno cívico sindical.

La representación del PIT-CNT no abarca, en función de sus afiliados a todos los trabajadores del Uruguay. Ello no impide que asumiendo la personería de todos -ya sea en general o respecto de alguna rama laboral en especial- se paralice el país o un sector del mismo mediante la simple orden de las jerarquías sindicales.

El FA padece de un similar déficit de representación partidaria democrática. Comanda a la coalición un órgano de conducción de composición mixta como es el Plenario, en el cual solo la mitad de los miembros son electos democráticamente. Nos enfrentamos a un panorama nacional en el que las dos fuerzas de mayor influencia política carecen de una plena legitimidad democrática, no representan en forma real e indiscutible a las bases de su poder. Cuando el Presidente de la Republica pone en manos del Plenario decisiones importantes menoscaba su propio poder. Padecemos lo que se puede calificar como izquierda conservadora, rara y peligrosa combinación. El FA es influenciado por el Partido Comunista cuyos principales dirigentes actúan también en la central sindical. El PC es minoría electoral y minoría sindical, sin embargo marca rumbos.

El resultado no es bueno para los trabajadores. La incapacidad de adaptación de los dirigentes sindicales al mundo moderno perjudica la generación de empleo. Lo prueban la desindustrialización del país, la decadencia del sector servicios como generador de empleo, el encierro comercial internacional provocado por la negativa de incorporar al Uruguay al mundo.

El FA apresa a su representación política mayoritaria en el molde estrecho del Plenario. De esa manera no es ni la Convención electa en las internas ni un Comité Ejecutivo surgido de las mismas el que marca las líneas de gobierno. Se deja de lado el mandato popular auténtico en beneficio de la nomenclatura que desvirtúa el mandato popular. Sin lugar a dudas un debilitamiento del sistema democrático.

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Luis Alberto Lacalle

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